Entender que podemos tener días buenos, malos y neutros, no es tan complicado, el mundo no es perfecto, tiene grietas, deja cicatrices internas que a simple vista no se pueden ver, pero si las observas y las sientes con calma, podrían sanar si tan solo aceptas que puedes ser imperfecto.

Muevo mi cabeza muy despacio y froto mis ojos al sentirlos adormecidos.

¿Cuánto tiempo he dormido?

Es la pregunta que resuena en mi mente, contengo un bostezo y abro los ojos muy despacio. La habitación oscura me confunde, pero la poca luz que se cuela por mi habitación me hace estremecer. Vuelvo a acurrucarme entre las sabanas y es cuando siento una ligera respiración a mi lado.

Me alzo un poco en mis codos y me sorprendo al ver a Sara durmiendo a mi lado. Su rostro se ve relajado y sus manos rodean mi torso. Duerme con tanta paz y tranquilidad y ni se inmuta mientras la sigo contemplando.

Sin duda es muy hermosa y eso no ha cambiado con los años.

Trago saliva y niego con la cabeza al recordar todo eso que yo ya conozco, pero para ella no existió. Quizás es porque aún tengo fiebre, digamos que es eso. Con la yema de mis dedos toco muy despacio su rostro y ella sonríe aún con los ojos cerrados. Me detengo al ver que mueve muy despacio, pero en vez de abrir los ojos o de levantarse solo me abraza más fuerte y dejo de respirar por unos segundos.

—Cinco minutos—Susurra y sostiene mis brazos, trago saliva y aunque mi mente y mis recuerdos me indican que si quiero alejarme de ella debo salir ahora, pero al ver que sonríe y remueve su cabeza en mi torso solo acaricio su cabello y cierro los ojos.

—Cinco minutos entonces—Susurro y la abrazo en silencio. El aroma de su cabello me nubla y vuelvo a cerrar los ojos disfrutando de su presencia. —Estás mal Pablo.

—Shh—Aunque no abre los ojos, alza su rostro y me quedo quieto cuando ella besa mis labios, sonríe y regresa a su posición de antes—Duerme.

Sonrió, aunque no puede verme y solo suspiro confundido.

—¿Nos vemos mañana? —Pregunta cuando ambos caminamos con nuestras manos entrelazadas por el pasillo de mi casa.

—Debo trabajar hasta el mediodía y tú tienes estudios particulares hasta las tres ¿Cierto? —Asiente y baja la mirada—Practicaré al llegar después de almorzar y —Me mira haciendo puchero y trago saliva—Si podemos vernos.

—¡Sí! —Exclama y nos fundimos en un abrazo que quisiera no terminara cuando ambos nos detenemos en el umbral de mi casa, pero escuchamos el sonido del claxon fuera de mi casa. —Es Martín.

—Te acompañaré, le explicaré que estás tan tarde fuera de casa por mi culpa—Respondo muy rápido, ella no responde y solo aprieta con fuerza mi mano—Todo estará bien, ¿Qué pasa? —Hace fuerza en mi diestra y sus ojos observan por la rendija de la pequeña ventana en la puerta.

—Mi papá—Susurra y abro la puerta de mi casa, separo nuestras manos, pero ella vuelve a unirlas caminando delante de mí.

—¿Por qué no estás en casa estas horas de la noche? —Aunque me siento nervioso, sigo observando a ese hombre que no me mira a mí, pero sí a mi novia.

—Tenía algo importante que hacer—Responde ella y luego me mira y ambos sonreímos en silencio.

—No me interesa tus problemas extras y menos con este…—Duda en decirlo y me observa de pies a cabeza—Joven, sube al auto, ahora—Sara me observa y yo asiento despacio. —Martín tienes cinco segundos para que Sara esté en el auto.

—Te veré mañana, llámame si algo malo ocurre, iré sin importar la hora—Aunque esto ya lo viví, no quisiera borrar estos recuerdos de nuestras mentes y ella asiente rápido.

—Niña Sara solo suba al auto, lloverá muy pronto, ya estuvo fuera de casa toda la tarde y casi es diez de la noche, no haga enojar a su padre—Sara me observa con tristeza y solo acaricio la palma de su mano sin dejar de asistir.

—Buenas noches—Susurra y Martín le coloca el suéter sobre sus hombros cuando separamos nuestras manos, ambos caminan despacio y aunque el padre de Sara me sigue observando con desdén sigo en mi lugar y ella me sonríe en el interior del auto.

—Espérenme unos minutos, Martín las ventanas—Sara cruza los brazos y es la última imagen que veo de ella en el día antes de que las lunas polarizas se aproximen. —Al parecer mi última conversación contigo no fue suficiente, ¿Qué necesitas, dinero?, Dime cuanto y te lo daré en este momento, solo aléjate de mi hija.

—No necesito nada de usted, sin importar lo que haga, no me alejaré de Sara—Aunque intento mostrar seguridad, su mirada seria me intenta darme temor.

—Todos tienen un precio, al menos sé que estarán lejos, ella merece todo el mundo a sus pies, si lo desea, me encargaré que entienda que alguien como tú no le llega ni a los talones, ¿Lo entiendes? —Desvió la mirada cuando este hombre aumenta la fuerza de su voz y me empuja, pero anclo mis pies en el suelo y mantenga mi mirada fija en él.

—La distancia nunca fue obstáculo para nosotros—Me arrepiento de mis palabras cuando el hombre frente a mí me observa extrañado—Intente lo que desee, no me alejaré de Sara.

—¿Qué puedes ofrecerle el hijo de unos simples médicos de turno a la hija de uno de los hombres más influyentes del país? —Pregunta con ironía en su voz, aprieto mis manos conteniendo mis puños—Tienes una hermana que trabaja a medio tiempo y estudia por la tarde, tus padres trabajan con uno de mis socios, si quiero puedo chasquear los dedos y verás como toda tu familia se desmorona, si fuera tú dejar mi ego a un lado y aceptaría mi oferta.

Me sonríe con suficiencia y algo hace clic en mi mente el recuerdo, ese futuro que conocí y en que mi familia no estaba.

—Papá es suficiente—Ambos nos alejamos cuando escuchamos la voz de Sara.

—Entra al auto—Responde despacio, pero ella se coloca delante de mí y sigue en silencio.

—Déjalo en paz, ¿Cuánto más quieres manipular mi vida? —Pregunta enojada y no entiendo bien a lo que se refiere, esto no pasaba antes ¿O sí? —Basta, debes detenerte.

—Sara entra al auto—Responde masajeando su cien, pero mi novia cruza los brazos y niega con la cabeza—¡Que entres al maldito auto! —Grita y la sostiene con fuerza del brazo.

—No se le ocurra ponerle una mano encima, ¡Lo entiende! —Me regaño mentalmente por mis palabras, pero por unos segundos vi cierta confusión en los ojos del padre de Sara—Ve a casa, estaré bien, llamare mas tarde. —Ella asiento y nos abrazamos en silencio, beso su frente y le sonrió.

—Te odio y no sabes cuanto—Es lo último que ella dice al ver a su padre y yo solo me giro e ingreso a mi casa en silencio.

Desde el interior de mi casa escucho al auto de los Steller alejarse y suspiro cansino.

—No pensé que revivir todo esto, seria tan emotivo—Susurro desordenando mi cabello.

—¿Revivir? —Me sobresalto al escuchar la voz de mi hermana.

—¿Qué? —Pregunto ignorando lo que ha dicho, ella me observa confundida y solo rio nervioso—Iré a dormir, descansa Lu.

Me dejo caer sobre mi cama ofuscado, pero al sentir que mi celular vibro lo observo muy rápido y sonrío al ver un mensaje de Sara.

Esa noche entre mensajes tratamos de quitar la preocupación del otro.

Los siguientes dos meses pasaron muy rápido , entre prepararme para ir a vivir fuera de la ciudad con Héctor, ambos ingresamos a la misma universidad y ya solo quedaba una semana para que las clases inicien, a diferencia de las de Sara y Mariela que ya habían iniciado.

Mis padres no estaban muy contentos con la idea de que me alejara de casa por tantos años, pero prometí venir cada festividad y algunos fines de semana.

Por alguna razón el no saber que ocurrirá a día siguiente me tiene nervioso y tampoco entiendo por que seguimos en dos mil siete.

¿Debemos resolver algo?

No recuerdo que algo muy grave haya ocurrido a mis diecinueve años. Aunque en mis recuerdos a esta edad Sara y yo nos enterábamos que seriamos padres, pero no estábamos estudiando.

—Mi amor ¿Todo bien? —Me giro cuando siento que Sara acaricia mi mano, asiento intentando sonreír. —¿Tienes todo lo necesario?, revisemos esa maleta otra vez—Ella se coloca de pie y vuelve a bajarle el cierre a mi equipaje, pero la detengo sosteniendo su mano.

—Tengo todo lo necesario, estaré bien—Trato de que mis palabras le generen calma, pero ella baja la mirada y la estrecho entre mis brazos tratando de guardar su recuerdo lo mas que puedo. —Linda mírame, no pasa nada vendré los fines de semana.

Ni yo logro creer que en realidad cambiamos nuestro pasado.

—¿Lo prometes? —Pregunta y ambos nos separamos un poco, sin despegar la mirada del otro—Esta bien, quiero creerte Pablo, lo hare—Susurra y vuelve a aferrarse a mi torso y acaricio su cabello muy despacio.

—Me falta la otra maleta, ¿me ayudas con aquellas fotografías que están en el armario? —Le pregunto sosteniendo una caja de cartón pesada y ella asiente, sube a una silla de madera y observo que se coloca de puntillas.

—Lo tengo, ahora te lo daré—Asiento y me concentro en mis pertenencias.

—No hay prisa, tomate tu tiempo Sara. ¿De acuerdo? —Pregunto y comienzo a sellar la caja con cinta, pero al no escuchar respuesta dejo lo que tengo entre manos y me giro asustado y corro muy rápido al ver que ella está desmayada en el piso. —¡Sara! —Grito asustado y la sostengo en mis brazos.

La cargo con cuidado y la recuesto sobre mi cama.

—¿Por qué tanto escándalo?, ¿están haciendo una despedida romántica o algo así? —La voz de mi hermana me alarma y ella abre la puerta de mi habitación—Dios mío, ¿qué le paso a Sara? —Me alejo cuando ella toca su frente y me palmea el brazo—Ve por un poco de alcohol, ¡Ahora! —Asiento muy rápido y salgo de mi habitación.

—¿Será posible que…?—El escalofrío recorre mi cuerpo al pensar que, esta vez, también podría repetirse la historia.

—¡Pablo rápido el alcohol y llama a un médico que Sara no responde! —Niego mentalmente y trato de tranquilizarme marcando el número de emergencias.

—¿Se siente mejor señorita? —No dejo de dar vueltas por mi habitación cuando el médico revisa a Sara y me muerdo mi labio inferior nervioso. —¿Se ha estado alimentando bien?, su pulso está muy bajo.

—He estado comiendo bien, pero desde hace unos días siento asco y es la tercera vez que me he desmayado—Me tenso y observo a mi novia, ella baja la mirada y aprieta sus manos en la sabana.

—Necesito hacerte una prueba de sangre para tener un mejor diagnóstico, descansa un poco, necesitas dormir. —Ella asiente y evita mi mirada.

—Lo acompaño a la salida doctor—Mi hermana observa al especialista y él asiente. —Hablaremos seriamente tú y yo después, ahora ve con Sara—Asiento cohibido cuando ella me susurra aquello.

Sara me observa y el miedo baila en sus ojos, la abrazo con fuerza y ambos seguimos en silencio. Esa noche prometimos no decir nada hasta estar seguros. Martín vino a recogerla y nos guardó el secreto de su llegada tardía. Las semanas transcurrieron y mi hermana no dejaba de observarme molesta.

Aunque Héctor y yo ya sabíamos lo que ocurrió, por alguna razón sentía más miedo que en ese tiempo que desconocía todo lo que habíamos logrado juntos.



—¿Cuánto tarda? —Pregunto observa a mi novia y ella junta sus manos nerviosa.

—Cinco minutos—Susurra y no me mira—¿Qué haremos si es positivo?, nos van a matar sin duda, mi padre lo hará—Su voz es temblorosa y respiro hondo sosteniendo sus manos.

—Todo estará bien Sara—Le indico, pero ella sigue con la mirada gacha—Yo estaré contigo, sin importar cuál sea el resultado, te juro que no dejaré jamás, estaremos juntos—Ella alza la mirada y sus ojos están húmedos y yo la abrazo en silencio.

—Tengo miedo, es la primera vez que siento tanto temor—Susurra y algunas lágrimas caen por sus mejillas, la abrazo con más fuerza y ella tiembla despacio. —¿Puedes venir conmigo? —Pregunta y entrelazo mi mano con la suya. —Gracias.

Y sin dudarlo, el resultado era positivo, desde que las familias se enteraron no han dejado de discutir, y ambos seguimos en silencio escuchándolos, pelear y echarse la culpa entre ellos.

—¿Qué sea consecuente? —La madre de Sara ríe al ver a la mía y yo aprieto mis puños—Su hijo acaba de destruirle la vida a mi niña y me están pidiendo que sea tolerante.

—¿Cree que solo ella arruinó su vida? —Esta vez es mi padre la que responde y observo a Sara sollozar, la abrazo y beso su frente mientras que ambos seguíamos observando. —Mi hijo tiene un futuro prometedor, no va a truncarlo con un descuido.

—En eso estoy de acuerdo con usted, ambos son jóvenes para ser padres, comenzaran sus estudios y no lo dejaran por algo como eso, Sara iremos a solucionar ese problema—El señor Miguel, padre de Sara, sostiene de la mano a mi novia, pero ella se aferra a mí.

—No, lo queremos tener—Responde ella, pero su padre la observa frunciendo el ceño y trata de forzar su agarre, pero reacciono muy rápido y la retiro sosteniéndolo.

Pero él ríe de forma sarcástica.

—No te estoy preguntando, solo es un pequeño problema, no hagan un escándalo.

—Le dijimos que no, lo tendremos juntos, no somos unos niños para no poder decidir. —Respondo rápido, aunque sienta temor al revivir todo esto. Mis padres se cubren el rostro y suspiran sonoramente.

—No es un error, no arruinará nuestras vidas, es una vida de lo que están hablando, aparte nadie les pidió su opinión. —Sara retrocede cuando los adultos la observan ofendidos y yo sostengo su mano con fuerza.

—Bien, se creen adultos, cómanse el mundo, dejen sus estudios y arruinen sus vidas, vámonos Alicia. —Los padres de Sara la observan con desprecio y ella baja la mirada.

—Pablo piensa en lo que estás diciendo, reconsidéralo hijo—Mis padres me observan, pero yo sigo firme en mi lugar. —Entonces no cuentes con nosotros, tienes hasta el día de mañana para que desocupes tu habitación, no veré como arruinas tu vida—Las palabras de mi madre son duras, pero solo asiento en silencio.

En segundos nos dejan solos y Sara me abraza para ocultar su llanto.

—¿Se quedarán ahí de pie? —Desvió la mirada al escuchar la voz de mi hermana.

—Ya nos iremos, no tienes que quedarte a ver si lo haremos—Respondo fastidiado.

—No venía a eso—Se acerca a ambos y suspira sonoramente—Qué valientes para enfrentarlos, quizás soy menor que ustedes, pero yo sí quiero conocer a mi sobrino—Susurra y Sara alza la mirada y ella le sonríe.

—¿No nos criticarás como los demás? —Pregunta y ella niega con la cabeza.

—Se les pasará la molestia con el tiempo, traten de comprenderlos, ellos tenían otros planes para ustedes. No es mucho, pero acepten esto—Mi hermana nos muestra un sobre blanco y observo a Sara en silencio.

—No puedo aceptarlo, yo me encargaré de mi familia—Respondo firme, pero mi hermana cruza los brazos.

—No sabes lo que dices, no dudo que lo harás, recuerda que ambos estudian, no será fácil, pero podrán hacerlo, estoy segura de eso, no es mucho lo que ahorre, era para la universidad, pero estoy postulando a una beca, no lo necesitaré—Dudo en aceptar, pero ella lo coloco en la palma de mis manos.

—Gracias Lu—Sara susurra y mi hermana sonríe.

—Tengo una habitación pagada por seis meses, ya saben qué pensaba irme este fin de semana, pero mi beca tardará unos meses más, pueden tenerla y luego ahorren para seguir pagándola. —Desordeno mi cabello al sentirme ofuscado—No pueden negarse y no duden en pedir mi ayuda si lo necesitan, su orgullo no les hará comer ni pagarse los estudios.

Sara suelta mi mano y ambas se abrazan y es cuando ambas lloran, quizás Lu contagiada por las lágrimas de mi novio y yo solo las observo en silencio.

Los días pasaron muy rápido, ver la mirada de desprecio y decepción de mis padres cuando iba por mis pertenencias era doloroso, pero esta es la decisión que tomaría mil veces de ser necesario.

—Descansa, yo estaré aquí contigo—Sara asiente y yo solo sonríe observándola dormir. Lleva días con pesadillas y tiene dificultad al dormir, logra ir a sus clases a medio tiempo y yo falté a las mías por una semana.

—Sí, tu celular no ha dejado de vibrar, quizás es importante, deberías revisar sus mensajes. —Ella me susurra observándome. Tanteo mi bolsillo y asiento, pero apago la pantalla al ver muchas llamadas perdidas de Héctor.

—Solo es Héctor, seguro quiere venir a vernos—Respondo en un susurro. Sara sonríe y aunque se le ve somnolienta sé que aún tiene miedo. —Linda, tu celular también está vibrando, quizás es Mariela. —Sara se sienta sobre la cama y le entrego su celular que descansaba sobre la mesita de noche que compramos la semana pasada.

Ella enciende la pantalla de su celular y yo decido hacer lo mismo con el mío, pero abro los ojos asustados ante tantos mensajes y llamadas perdidas, pero me detengo al ver el último.

Héctor: “Pablo no sé qué hacer, estoy de camino de Estados unidos, ¿Qué mierda está pasando?”

Me giro asustado y al ver a Sara cubriéndose los labios la observo preocupado.

—¿Qué hacemos? —Pregunta y me acerco a ella y al ver el último mensaje de Mariela ambos nos observamos preocupados.

Mariela: La prueba salió positiva, ¿Cómo les diré a mis padres sobre mi embarazo? ¿Qué debo hacer?, Héctor, no responde mis mensajes, no sé donde está.

Enciendo la pantalla de mi celular mostrándole el último mensaje de Héctor a Sara y aprieto los puños sin comprender lo que está ocurriendo.

¿Qué hemos hecho?         

  

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