Los preparativos para la fiesta del fin de año ya estaban listos. El 31 en la mañana, el rancho se veía bastante concurrido y con todo ese mover me acordé de esas fiestas que acostumbraba a dar mi madre en nuestra casa allá en Leblon, cada vez que se mudaba un nuevo vecino al barrio.
Yo todavía guardaba la bronca por dentro por la charla que sostuve el día anterior con ella, mi madre se había encargado de contarle los polmenores de mis acciones a la abuela, y resultó que las dos tenían miedo de que un nuevo acercamiento con mi papá, desencadenara en mi una locura como la de aquella, pero lo que si se me despertó, fue una rebeldía por dentro, que no me importó en lo abosluto lo que ellas pensaban, yo ya tenía resuelto lo que quería hacer y a como de lugar lo iba a llevar a cabo
Ese día Jonathan llegó a la casa temprano junto con los chicos de la banda, fueron a ver el escenario en donde se presentarían esa noche, el abuelo no pretendía escatimar en gastos, asi que habían instalado una tarima con luces, el Dj contratado estaba probando sonido cuando Jonathan llegó, antes de irse al predio del rancho donde se llevaría a cabo la fiesta, se detuvo un momento en casa, visualizó mi cara extraña y mi distanciamiento con él, pero no estaba enojada con Jonathan, solo que no quería involucrarlo en lo que ya estaba decidida a hacer esa noche.
–Estoy bien Jonathan no te preocupes, es que estoy un poco estresada con la fiesta de hoy, –le dije simulando una sonrisa
–Te veré esta noche, asi me cuentas como terminó la reunion con tu madre–me dijo
–si –le contesté y nos despedimos
Jonathan no fue el único en notar mi rareza esa mañana, Cristal me llamó la atención por el silencio misterioso que había en mi
–Estas muy callada Fiore, no eres asi, además, no me has querido contar nada sobre la charla con tu mamá, es que desde ayer estas distante–dijo señalandome
–Cristal estoy bien, no te pongas ahora paranóica –le advertí
–Pues, aunque lo quieras negar, se que estas rara–añadió y se fue dejándome sola en mi habitación
Minutos después, me di cuenta que la casa se sentía mucho mas silenciosa que de costumbre, me apresuré a bajar las escaleras para ratificar que no hubiera nadie en la casa, bajé y pasé por el pasillo que daba a la cocina, y miré a todos lados, entonces me metí a la biblioteca, fuí en busca del número de teléfono de mi padre, o el de su abogado, se que estaba por algún lugar, las veces que subí ahí con la abuela, lo vi escrito en su libreta negra, pero no estaba visible, no quería hacer mucho ruido, aunque desde ese lugar no me podía escuchar nadie, la biblioteca estaba apartada de todas las habitaciones principales, y desde la ventana podía ver hasta afuera de la casa, me dio espacio para vigilar por si alguien se acercaba.
Después de tanto rebuscar sobre la mesa, metí la mano en el cajón del escritorio de la abuela, y encontré la libreta, yo estaba asustada, aunque no era la primera vez que iba a hacer algo arriesgado, aun así no pude evitar que mi corazón latiera fuerte, busqué rápidamente en la libreta y anoté el número en mi celular, me aseguré de dejar todo como estaba, y salí de ahí rápidamente, escabulléndome hasta mi habitación una vez mas, pensé por unos minutos en si hacer esa llamada o no, mientras intentaba calmarme, pero como no logré estar quieta del todo, aún asi, lo hice
Como ya tenía el número agendado en mis contactos, le di a marcar, recuerdo que en el primer remarcado que hice, dejé que el teléfono sonara tres veces y al no levantarlo nadie, colgué de inmediato
–ya está, será alguna señal–dije para convecerme y desistir de llamar a mi papá, estuve al punto de borrar el contacto, cuando mi teléfono comenzó a sonar, me levanté de la cama de un salto, me moví de un lado a otro, antes de contestar, nunca me había sentido tan nerviosa como aquella ocasión, mi teléfono sonó cuatro veces hasta que contesté
–Fiorella–me respondió una voz gruesa del otro lado “ como supo que era yo” pensé
–Hola, eres José
–si lo soy–me contestó
A partir de ese momento, nos invadió un silencio, porque ninguno de los dos, sabía como continuar la conversación, pero yo no tenía mucho tiempo para perder, y presentía que en cualquier momento, alguien iba a entrar a mi habitación y se iba a descubrir todo mi plan
–Bueno escucha José –le dije rápidamente, lamento que no hayamos podido hablar la otra vez que viniste, pero quiero hacerlo hoy ¿hay algún problema?
Se que lo estaba metiendo en un gran lío, pero era un riesgo que teníamos que correr los dos, como no me dijo nada enseguida, agregué–se que te arriesgaste a venir porque tienes algo para contarme, yo lo siento, si no es asi, entonces hagamos de cuenta que nunca tuvimos esta conversación y que cada quien siga su camino como antes
Entonces me respondió al instante –mi mayor deseo es verte, tienes razón, tengo tanto para contarte, pero se que tu familia no me quiere cerca, y estan en todo su derecho
Al sentir que se estaba rindiendo, apelé a un recurso que nunca falla, le pegué a su hombría
–Entonces te vas a rendir, mi madre tiene razón eres muy poco hombre, no vales la pena, me ilusioné mucho, pero que se puede esperar –arremetí sin piedad
–Nunca quisiste reconocerme como tu hija, soy una tonta al pensar que ahora las cosas cambiaron –continué diciendo sin darle chance a hablar, le colgué enseguida, y no pasaron dos minutos cuando volvió a llamarme, esas palabras que le dije, calaron tanto en su mente, y me dijo sin pensar que estaba dispuesto a correr el peligro que fuese por pasar unas horas conmigo, entonces, arreglamos todo para encontrarnos esa misma noche, yo todavía no tenía resuelto como haría para escaparme, porque iba a estar rodeada de gente, pero ya algo se me iba a ocurrir.
Para las siete de la noche, toda la gente invitada había llegado a la hacienda, yo saludaba con una misma sonrisa que parecía que se me había fijado a los lábios, mucha de las personas que fueron al festejo que conocian a mi madre desde niña, no estaban seguros de como saludarla, pues sabian de su fama, y aquella gente era muy de pueblo, sencilla –venga para acá hombre –le dijo mi madre al capataz que tenía unos años mas que mi abuelo, y que al igual que el, conservaba el vigor de un hombre de 40, yo me sorprendí al ver la firmesa de los brazos de aquel señor
Ella le dio un abrazo y de inmediato conoció a los nietos e hijos del señor
en un momento que tuvimos a solas mi madre y yo, pude percibir que me miraba de reojo, yo no quería levantar ninguna sospecha, mantuve mis brazos cruzados recostados sobre mis piernas, mientras esperaba a que Jonathan con su banda empezaran a cantar
–hija, desde ayer has estado muy distante y callada conmigo, sigues molesta todavía por lo de ayer
–no mamá –contesté enseguida, yo mantenía mi cabeza ocupada, pensando en que momento me escaparía de aquel lugar, el chofer de mi padre, me esperaría afuera de la hacienda a las 9 de la noche, esa parte la tenía cubierta, pero, ¿como me haría para salir de allí y que no notasen mi ausencia?
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