Tus decisiones te muestras caminos que no tienen retorno, sean erróneos o favorables. El paso del tiempo no suele ser tan grises para esa, aunque a símpeme visita todo parece una mala decisión, es solo el tiempo quien juzgara y se tomara el tiempo para poder encontrar su rumbo.
—¡Papi! —Sonrió cuando mi hija ingresa a casa luego de bajar del auto y abrazarme con fuerza—Tengo hambre, almorcemos juntos. —Asiento siguiéndola hasta el comedor.
Mi esposa lleva un delantal puesto y me sonríe desde la cocina, mis hijos se sientan en las sillas del comedor mientras sigo las indicaciones de Sara.
Aunque llevo casi dos semanas aquí no puedo decir que me he acostumbrado.
¿Es esta la realidad actual?
Observo con atención a mi familia y al verlos compartir juntos mis esperanzas de creer que todo esto puede ser se incrementan.
Y me siento en las sillas a su lado, aunque no dejo de observarlos, tratando de estar alerta a cualquier detalle que me ayude a saber si esto solo es una realidad alternativa o es que futuro que conozco cambio radicalmente.
Pero las horas transcurren con tranquilidad y el anochecer llega con ellos, mis hijos subieron a sus habitaciones a dormir mientras que Sara y yo en la nuestra. Ella se ata tu cabello en una cola alta mientras se coloca de pijama, evito verla por respeto, es que, aunque quiera no logro quitar de mi cabeza, que ambos existimos donde ella quiere separarse de mí.
Pero entre más la observo, es cuando comprendo que ella sonríe mi corazón se acelera sin corazón, el momento de gran conexión entre ambos cuando conversamos de banalidades o cosas sin sentido que hicimos durante el día, pero mis ojos captan algo inusual, que no había visto en esta semana que llevo con ellos.
—¿Qué ocurre? —Sara se asiente en nuestra cama y me observa preocupada, me coloco de pie y sostengo entre mis manos unos recuadros donde estamos los dos, más jóvenes. Muchas fotografías cargadas de recuerdos que, aunque crean confusión en mí, se ven lo felices que en su momento fuimos.
—¿Esa fotografía de cuándo es? —Pregunto observando una donde ambos sonreímos mirando algo en un poste de alumbrado público.
—¿No la recuerdas? —Pregunta y niego con la cabeza—El día que vimos el listado de alumnos ingresante a las universidades cercanas para las carreras universitarias—Recuerdo lo feliz que me sentí al ver mi nombre en ese lugar, aunque eso significaría que nos separaríamos por varios meses, nuestras universidades estaban de una ciudad a otra, a casi cinco horas de viaje.
Deposita un beso en mi frente y me da las buenas noches para luego recostarse en la cama y quedar profundamente dormida en instantes.
Sonrió al contemplarla dormir, pero una extraña sensación me invade cuando de la nada el recuerdo de mi hermana regresa a mi mente generándome confusión y temor.
¿Por qué si en esta realidad tengo una familia perfecta, mis recuerdos se alteraron tanto creando dolor a mis familiares?
Me recuesto en la cama tratando de no sobre pensar, pero al hacerlo vuelvo a ver a mi hermana y al ver la persona en la que se ha convertido ahora me crea culpa y vuelvo a formularme si en realidad esta vez cometí el mejor camino.
¿Realmente lo hice?
Cierro los ojos, intento recordar algún hecho de mi pasado real que me haga entender que esta pasado, pero nada. Solo imágenes que pasan muy rápido como deja vu. Vuelvo a abrir los ojos espantado cuando una idea surca por mi mente.
—El día que salve a Fermín, quizás si eso no hubiera ocurrido, mi hermana no hubiera tenido ese final—Eso trato de pensar e abro el álbum de fotografías que descansa en la mesa de noche de nuestra habitación pero nada.
Muchas fotografías de nosotros sonriendo, mientras crecemos al pasar las páginas, pero una de estas capta mi atención, la misma de aquellas chicas observando algo en aquel poste hace que, aunque no lo comprenda, sin duda fue un hecho del pasado.
¿Cierto?
Lo retiro con cuidado y la sostengo entre mis manos mientras aquello que Sara me conto hace unos minutos sigue resonando en mi mente.
—Un recuerdo que se modificó por una decisión—Susurro observando la fotografía, marco el número de Héctor, tarda en responder, pero cuando lo hace susurra un “que tal”, muy despreocupado—Necesitamos volver.
—¿A dónde? —Escucho ligeras risas cuando Héctor trata de hablar conmigo.
—A 2005 o 2007, no lo sé, necesitamos cambiar los recuerdos y debes venir conmigo.
—No lo hare, soy feliz aquí, es cierto que hay mucho que no recuerdo, pero aquí mi vida está hecha, sin ataduras ni complicaciones.
—Te ayude con Fermín antes, esa vez me dijiste como reaccionaria yo si Lucia no estuviera en nuestro mundo o tuviera algo que le hiciera daño, intentaría moverlo, cambiarlo o al menos intentar darle un mejor futuro, pero necesito tu ayuda, solo no podré hacerlo—Suplico y escucho que resopla caminando a quien sabe dónde.
—¿Cómo lo haremos? —Pregunta después de un largo silencio.
—Está lloviendo otra vez, busca alguna fotografía que nuestra juventud donde estes con Mariela, yo tengo una con Sara, trata de pedir el cambio, deja que tus sentimientos y tus arrepentimientos nos den otra oportunidad.
Suspira con pesar y cierro las cortinas de la habitación y finalizo la llamada con Héctor.
—Este no es el instante en que quiero regresar, pero…—Observo aquella fotografía y al ver a mi hermana Lucia sentada en unos asientos de madera en la parte de atrás. Trato de repetir el mismo método que en las otras dos veces anteriores y como aquel momento, las luces de casa parpadean y aire de la noche fría se cuela por las ventanas haciendo que la poca iluminación cese y la oscuridad.
¿Lo abre logrado? ¿Tendré otra oportunidad?
—¡Pablo, estas aquí conmigo! —Abro los ojos muy rápido pero los cierro al instante al sentir el brillo de los rayos del sol en mi cara. —¿Todo está bien? —Siento que me tambaleo, pero la voz de Sara hace que mantenga el equilibrio.
—¿Lo logre? —Pregunto confundido y aquella joven de quizás diecinueve años me observa confundida.
—Digamos que sí, aprobaste el examen anual, veamos el mío ven aquí—Ella entrelaza su mano con la mía y tratamos de hacernos paso entre el gran mar de personas, pido disculpas cuando pasamos cerca de ellos evitando tropezarme y ambos nos detenemos frente a un poste de alumbrado público y abro la boca, sorprendido al reconocer la escena como en aquella fotografía.
Extiendo mis brazos y observo el reloj en mi brazo derecho, los pantalones azules que llevo el polo blanco sin diseño hacen que me gire y al ver a mi hermana pequeña sentada en los asientos de madera es cuando entiendo que tengo otra oportunidad.
—¡Chicos por aquí, están por publicar la lista de alumnos!, deséame suerte—Sara me abraza y me siento nervioso ante su cercanía. —Mari acompáñame a ver las pruebas—Ellas sonríen y corren hacia el resto de alumnos.
Es cuando un periódico de chismes rueda gracias al aire de la tarde hasta el pie de mis pies.
—¿En qué año estamos?, ¿Sigue siendo dos mil cinco? —Héctor me pregunta, pero me agacho sosteniendo aquel periódico y cubro mis labios, sorprendido al ver que sin duda algo se modificó y es muy grande.
—No es dos mil cinco, sino en dos mil siete, el día de los exámenes de admisión, Esa fue la foto que elegiste, ¿Cierto? —El asiente un poco sorprendido —Y allí está mi hermana, a ella debemos salvar esta vez.
Confieso y ambos nos giramos al ver a aquella joven que mueve los pies al ritmo de la música que resuena de sus audífonos y cierra los ojos sin mirarnos.
—¡Salud! —Héctor y yo reímos cuando Mariela y Sara, nuestras novias chocas sus vasos con refresco y nosotros las imitamos celebrando con ellas—No puedo creer que los cuatro logramos entrar a la universidad que deseábamos. —Indica Sara y yo le sonrió al ver el boletín de notas que no entregaron al salir de la escuela.
Según mis recuerdos de mi yo de diecinueve años, en esta ocasión solo era yo quien recibía estas notas.
Ya que Sara había decidido renunciar a sus sueños, después de que sus padres le dieran la espalda por nuestra relación.
Que al parecer en esta ocasión es secreta.
—Aunque estaremos lejos, cinco horas es mucho tiempo—Mariela se queja bajando la mirada y Héctor entrelaza su mano con la suya y Sara me observa y ambos sonreímos con cierta tristeza.
—Tampoco es fácil para nosotros, vendremos a verlas seguido. —Indica mi mejor amigo y yo asiento.
—Preocúpense en estudiar, debemos organizar nuestro tiempo, podremos con eso—Los tres asentimos ante las palabras de mi novia. Aunque el escenario es diferente, de alguna manera seguimos siendo nosotros.
Recuerdo haber tenida una conversación con Sara, al menos similar, pero en un escenario diferente. Ahora todo era distinto, estábamos los cuatro en línea alterada pero que quiero que se mantenga y aunque quisiera negarlo, hasta dar un paso me asusta.
El resto de la tarde entre seguir paseando juntos, despedirme de mi novia para volver a casa u recibir las felicitaciones de mi familia en un pequeño compartir donde mía amigos estaban presentes, logro dormir al finalizar la noche aun sin comprender bien todo lo que ocurre.
—¿Tú crees que las fotografías están conectadas con nosotros? —Pregunta Héctor y yo asiento indicándole que baje el volumen de su voz—Bien tendré cuidado, ¿no se supone que tus padres trabajaban hoy?
—Ni idea, concéntrate en lo importante hermano, al parecer cada uno de las fotografías que tenemos, guardan recuerdos importantes, al pedir el primer deseo de cambiar aquello que deseábamos creo una conexión, ¿Lo entiendes? —Asiente pensativo—No lo sé, antes pensaba que no podíamos volver a otros años que no fuera dos mil cinco, al parecer me equivoque.
—Tengo algo de miedo, pero me intriga saber cómo logramos encontrar el camino que realmente deseábamos—Confiesa Héctor y asiento recostándome sobre mi cama.
—Debemos saber que les ocurrió a mis padres.
—También que les paso a los míos.
—Como fue que logramos ingresar a la universidad tan lejano y que tanto añorábamos.
—Porque mis padres decidieron que me quede en Perú y no es Estados unidos.
—En conclusión…—Ambos dejamos de murmurar ideas y nos observamos—Estamos en cero.
—¿Están delirando? —Nos asustamos al escucha la voz de mi hermana y nos observamos con temor—Que tonterías decían, aprovechen estas vacaciones cortas que aún les quedan, luego tendrán que ir a la vida universitaria, no se encierren en esta habitación.
—¿Saldrás hoy? —Pregunto al ver que tiene ropa limpia y lleva maquillaje en el rostro.
—Algo así, vere a mis compañeros de la escuela. —Responde sonriendo y la observo confundido—Los dejo, tengo que terminar de alistarme.
Sale de mi habitación dejando un plato de piqueos sobre mi cómoda y suspiro con pesar.
—Debo ir con ella, seguro algo ocurrió en ese reencuentro, vamos Héctor, prometiste ayudarme que es lo que…—Dejo de avanzar al ni tener respuesta de Héctor.
—Tengo hambre, comamos primero, luego la seguiremos—Susurra sin dejar de comer, dudo en hacerlo, pero termino cediendo cuando el comienza a comer delante de mí solo para crearme antojo.
Bien, tenemos tiempo, espéranos Lucia, tengo que entender cómo puedo protegerte mientras trato de arreglar eso que hice para crearte tanto dolor en ese futuro que debía ser feliz para ti.
Deja un comentario