Leyendas de Silverlight – Capítulo 14. Correremos en el puente, mientras la gárgola no está

En sus pocos años de vida, Asta jamás había estado en una cena más incómoda. El silencio que se ha formado entre los candidatos sentados a la mesa y él es insoportable, incluso el siempre entusiasta de Tiago parece saber que cualquier ruido que se atreva a hacer será usado de excusa para empezar una guerra que por ahora se ha contenido y llevado en silencio.

Los ojos miel de Vianey permanecen fijos en el niño, sin dar indicio alguno de apartar la mirada, Asta podría apostar que la chica no ha parpadeado una sola vez durante la cena. Y no es la única, aunque disimuladamente, el resto de los candidatos también le dirige la mirada por instantes, con una mezcla entre curiosidad y morbo, aquella mirada solo resulta comparable a aquella que alguien dedicaría a un animal herido al que solo observas, sin ninguna intención de ayudarle.

Astaroth mantiene la mirada fija en el plato frente a él, lo más probable es que la pasta servida en el ya esté completamente fría. El deseo de haber ignorado al candidato de tierra es cada vez más fuerte, después de todo, en estos momentos podría estar comiendo tranquilamente junto a sus amigos, riendo y viendo como Dhyani juega con más comida de la que realmente llega a su boca, probablemente Enid y Milo pelearían por alguna tontería mientras Twyla y Asta intentarían que Dhyani deje sus juegos, aun si ambos serían incapaces de contener la risa.

Incluso si en realidad nunca ha tenido esa oportunidad, el poco tiempo que lleva en el Instituto de Silverlight, apenas ha sido capaz de estar junto a su grupo de amigos, en cambio, se ha visto arrastrado a permanecer anclado a su hermana y el resto de niños que juegan a ser más adultos de lo que en verdad son, ¿realmente existe alguien más caprichoso que el destino? Ese afán por involucrarlo en estas situaciones incomodas no puede ser casualidad.

Suspira, cansado de la posición tan incómoda en la que ha permanecido durante mucho tiempo. Pasando el dorso de la mano por su ojo derecho con cansancio, vuelve su vista a los adolescentes que ahora tienen puesta en él toda su atención.

—Entonces, —empieza a hablar Asta intentando controlar el temblor en su voz —¿será esta noche?

Vianey finalmente aparta su vista del niño, dirigiendo su molestia al pobre cambia formas que solo alza las manos en señal de inocencia, aunque la risa nerviosa que suelta le delate.

—Si. —responde cortante Via —No es de tu incumbencia.

—En realidad, Via, —interrumpe Tiago con un tono de voz demasiado agudo —no te ofendas pero no creo que puedas guiarnos por el Submundo.

Cindy, el hada de aire, suelta una risa corta al ver la expresión de incredulidad de su amiga. El rostro de Vianey se tiñe de rojo, mientras sus cejas se fruncen con molestia y su mandíbula se tensa tanto que Asta se sorprende que no le este lastimando. Aun así, la risa del hada se contagia a sus compañeros y, en poco tiempo, el resto de los adolescentes ríen sin darle importancia a los reclamos que Vianey hace sobre lo inmaduros que son.

Asta sonríe un poco, tomando por primera vez en la noche el primer tenedor que encuentra la mesa. Si no es el correcto para este platillo, no podría importarle menos. Se da un momento para disfrutar de la comida, sabiendo que en el tiempo que dure el juego de los príncipes por hacerse los héroes no le será tan sencillo comer así tan a menudo.

—Y bien, —dice Vianey en voz alta —¿cuál es el plan? ¿Alguno sabe cómo salir de aquí?

La sonrisa en el rostro de Tiago desaparece en ese instante.

—Eso jamás cruzo por mi cabeza. —admite apenado el cambia formas

Vianey le reclama, esta vez ni siquiera sus amigos pueden defenderle, Asta solo les observa, tratando de hacer el menor ruido posible mientras come, ¿de verdad se arriesgará tanto por ellos? Internamente agradece que sus amigos irán a este viaje con él, de otra forma no cree que alguien pueda culparle por dejarlos abandonados en medio del Bosque de los Lamentos.

—Seguro el niño ave tiene alguna idea, —dice nervioso Tiago intentando librarse de la responsabilidad —¿cierto, Asta?

El niño se queda con el tenedor en la boca mientras voltea a verlos, negando con la cabeza rápidamente.

—¡¿Lo ves?! —grita Vianey con fastidio —Ni siquiera sabe que hacer y…

—¿Y tú, Via? —interrumpe Asta molesto —¿Cuál era tu brillante plan? ¿Pedirle a la señorita Gaia que los deje salir?

Incluso si la chica no dice nada, la mirada que le da le deja en claro que ese era el plan ¿Ridículo? Tal vez, pero comparado con el que Tiago y él tienen es lo mejor que hay por ahora.

Leith, el demonio de agua, miran divertidos la escena antes de ponerse de pie y salir del comedor de los candidatos, regresando de nuevo con un grupo de niños. Asta sonríe al ver como Enid y Dhyani entran corriendo, con ojos abiertos ante el espacioso lugar; tras ellos, Milo y Twyla entran tranquilos, la mirada de la banshee luce igual de entusiasmada que la del otro par, sin embargo, el niño no puede verse menos impresionado.

—Via, —empieza a hablar Leith con una voz suave y relajante —sé que no es la situación ideal, pero si existe la más mínima posibilidad de encontrar a Finn debemos hacer todo lo posible.

—Eso incluye seguir a un montón de niños hasta uno de los sitios más peligrosos del reino. —interrumpe por primera vez Enia

Milo gruñe, lo suficientemente alto para que solo los más cercanos a él lo escuchen. Los niños se acercan a Asta, tomando asiento en los espacios vacíos junto al niño; la tensión se siente en el ambiente, pero por alguna razón, el hecho de que sus amigos se encuentren con él en la habitación resulta más que reconfortante para Astaroth.

—Podríamos cruzar el puente. —sugiere Dhyani en voz baja

—No, —responde Milo sin estar convencido —somos demasiados, nos verían al instante.

—¿Quiénes? —pregunta Enid curiosa —No recuerdo haber visto a nadie custodiando la entrada.

Milo sonríe, como si la niña hubiera dicho algo muy gracioso. Dhyani y Twyla también le observan con curiosidad, ninguno parece saber cuál es la preocupación por salir; incluso Asta parece confundido, estaba seguro de que el riesgo era que los profesores se enterarán de que sus candidatos habían desaparecido a mitad de la noche, pero la forma en que Milo lo dice es como si hubiera algo más preocupante en la entrada.

El niño señala hacia arriba como única respuesta, y todos voltean su vista hacía donde apunta. Aparte de lo increíblemente alto que luce el techo, la forma en que la oscuridad parece tragarse el final, no hay mucho más que un par de estatuas y pinturas mal trabajadas.

—Las gárgolas de la entrada, —dice Milo con seriedad —no notaron como te siguen con la mirada.

Cindy se ríe, y los niños voltean a verla confundidos, ¿acaso ya se habían dado cuenta? Aun así, el resto de los adolescentes no parece darle mayor importancia a la chica burlona y, en cambio, parecen considerar otra alternativa para cruzar.

—Tal vez podríamos causar una distracción. —sugiere Leith —Si las estatuas están ocupadas cazando a uno, el resto puede cruzar sin problemas.

—Claro, —dice Vianey con sarcasmo —¿Y quién será el tonto que se ofrezca de carnada? ¿Tú?

El demonio de agua pierde el color del rostro ante la idea, Asta no puede evitar sonreír ante la imagen. Todo el mundo, tanto en la Superficie como en el Subsuelo, afirman que los candidatos al AGLA son los seres más valientes y poderosos en todo el reino de Silverlight, y aquí están, peleando por ver quien es menos cobarde para quedarse a distraer a un par de piedras mágicas.

—Eres un cambia formas, —pregunta Milo a Tiago sin mucho interés en las discusiones —¿cierto?

El adolescente asiente, terminando su pleito con el resto de los chicos en la mesa; la mirada nerviosa que tiene hace pensar a Asta que ya notó a donde quiere llegar.

—¿Puedes transformarte en cualquier cosa? —pregunta Milo pensativo

—Chupacabras, —responde inseguro Tiago —tal vez solo en algún canino aparte.

—Perfecto. —dice en voz alta Milo dando un aplauso para atraer la atención de todos —Tiago, tú y Asta se encargarán de distraer a las gárgolas.

El tenedor de Asta suena al golpear el suelo, todos se quedan en silencio viendo a Milo, quien ya mira con emoción a ambos chicos. Tiago se pone de pie con demasiada fuerza, haciendo que la silla caiga al suelo, mientras que Asta mira a su amigo como si acabará de apuñalarle.

La hora de dormir llega, y todos están listos para partir. Una vez que se han asegurado de que tanto los estudiantes como los profesores estén dormidos o, mínimamente, en sus cuartos, los chicos salen corriendo a reunirse en la habitación provisional de Asta. Las miradas nerviosas de los candidatos contrastan bastante con el entusiasmo que se percibe en los niños.

—¿Están listos? —pregunta Asta nervioso

Todos asienten con la cabeza, incluso Vianey parece haber dejado el coraje de lado por el nerviosismo del momento. Antes de que puedan arrepentirse, Tiago le entrega a Leith su pequeña mochila mientras Asta hace lo mismo, entregándola a Dhyani. El equipaje de todos es poco y fácil de cargar en caso de que necesiten salir corriendo, “solo lo indispensable” había dicho Twyla mientras explicaban el plan.

—Bien, Tiago, tu saldrás primero. —indica Milo asumiendo el liderazgo —Tendrás diez minutos de ventaja, trata de atraer en ese tiempo a la mayor cantidad de gárgolas, será más complicado que te atrapen a ti estando en tierra.

El chico asiente, pasando una mano por su cabello rizado antes de estirarse y tronar un poco su cuello. Abre la puerta y sale corriendo en dirección a la puerta del Instituto. Los niños se acercan a la ventana de la habitación, para asegurarse de que todo marche de acuerdo con el plan.

Lo que llega a la entrada no es un chico delgado y torpe de cabello rebelde, sino que se trata de un enorme perro, de largas patas ligeramente torcidas. Los niños miran sorprendidos, sin poder creer lo que hay frente a ellos, ninguno de ellos había visto un ser como aquel, ni siquiera aquellos que crecieron en el Submundo.

—Así que eso es un chupacabras. —dice Enid sorprendida y emocionada

Dhyani y Asta asienten, igual de emocionados que su amiga, este último se permite ignorar por un instante que tiene que estarse preparando para salir tras él.

El movimiento de Tiago es veloz, avanzando sin mostrar el temor que su versión humana había reflejado al salir del cuarto, sus brillantes ojos dorados son lo único visible entre la densa bruma que cubre la entrada. El chupacabras suelta un aullido frente a una de las estatuas con forma de gárgola, antes de ralentizar el paso y cruzar la puerta.

Un fuerte crujido se escucha por todo el castillo y el movimiento violento de la estatua levantándose de su pedestal hace temblar el lugar. Todos miran asustados como, una a una, las estatuas empiezan a moverse, estirando sus alas, chocando entre ellas y pisando con fuerza el suelo.

—Queda un minuto. —dice Milo ansioso —Vianey, ¿lista?

La rubia asiente, tomando aire con fuerza antes de abrir la ventana y sacar ambas manos juntas, permitiendo que una fugaz ráfaga de luz sea la señal que Tiago necesita para echar a correr lo más pronto que pueda.

—Muy bien, —Milo continúa liderando la situación con voz tranquila —suficiente. Asta, tu turno.

El niño asiente, inseguro de si importa su respuesta. Se asegura de que sus amigos se aparten de la ventana, permitiéndole el espacio suficiente para subirse al umbral de la ventana; el espacio es pequeño, por lo que se obliga a permanecer en cuclillas y agarrando la marquesina con fuerza. Esperando la indicación de Milo, la cual espera que sea pronto.

—Ahora. —dice Milo intentando hablar apenas lo bastante fuerte para que el niño le escuche

Asta se empuja hacia el frente, despejando su mente y transformándose en un cuervo negro; sin perder tiempo se dirige hacia la entrada, encontrándose en un punto con la mirada de Tiago, mientras ambos se dirigen a lados opuestos. Frena un poco, permaneciendo suspendido en el aire, contando rápidamente a las pocas gárgolas que no siguieron a Tiago. “Tres” piensa antes de lanzarse en picas y volar a su alrededor, soltando el característico chillido de “tue” en un intento por llamarles.

Las tres estatuas extienden sus grandes y pesadas alas, si no estuvieran en un sitio lleno de magia, Asta no creería que aquellas cosas fueran capaces de mantenerse en el aire. Espera el mayor tiempo posible, sin dejar de trinar, antes de elevarse tanto como puede, siendo perseguido de cerca por las gárgolas.

Les conduce a través de las torres y cuarteles de guardia abandonados, asegurándose de mantenerles lo más apartado de la vista de algún estudiante con insomnio. Permitiéndose voltear un segundo, logra ver como el resto de sus amigos y los demás candidatos salen corriendo del castillo, con Vianey al frente asegurándose de alumbrar ligeramente el puente, y Milo al final, al pendiente por si Tiago o Asta requieren ayuda.

Una garra pasa rozando con fuerza el aire a su lado, lo que obliga a Astaroth a volver su atención a la persecución. Se eleva aun más, esperando llegar a perder a las gárgolas entre alguna nube.

Su tamaño pequeño le permite esconderse por un instante entre las densas nubes oscuras, se mueve despacio y tratando de batir lo menos posible las alas, vuelve la vista al suelo, observa como Tiago se adentra al castillo y como Milo intenta encontrar con la mirada a cualquiera de los dos cambia formas. Los gruñidos de las gárgolas molestas se vuelve más fuerte, señal clara de que es momento de irse.

Se deja caer en picada, frenando apenas a tiempo a pocos centímetros del suelo mientras se une a Tiago, quien va corriendo, aun en forma de chupacabras. Algo que Milo no pensó cuando les comentó el plan, fue que de transformarse de nuevo ni Tiago ni Asta serían capaces de llegar al puente a tiempo, por lo que ambos llegaron a ese acuerdo por su cuenta. Ya después se preocuparían por cualquier regaño que el niño quisiera darles.

Una de las gárgolas se lanza hacia ellos, volando a mayor velocidad de la que se podría esperar de un ser completamente hecho de piedra. Tiago y Asta se apresuran hasta llegar a la entrada del puente.

—¡Ya, ya, ya! —grita aterrado Milo

Tanto el niño, como los dos cambiantes atraviesan la bruma del puente, con prisa y sin ninguna intensión de frenar.

—¡No dejen de correr! —alargando la última palabra Milo grita a los otros

—¿Por…?

Empieza a preguntar Enid deteniéndose al recibir su respuesta con un fuerte gruñido que recuerda a dos piedras estrellándose entre sí. La gárgola les sigue de cerca, agitando con pesadez el brazo y dejando que su garra golpee con fuerza lo que sea que haya debajo de ella.

Los niños corren tan rápido como pueden, cualquier intención de permanecer en silencio desaparece y el puente rápidamente se llena de gritos, maldiciones y chillidos, además de los sonidos inusuales de ambos cambiantes.

—¡Ahí! —grita Enid con esperanza al ver el final del puente tan cerca

—¡Sigan! —dice Milo apresurado —Ya falta poco.

—¡Ya casi lo logramos! —gritan Cindy y Leith al mismo tiempo

Dhyani tropieza al frenar a tiempo para evitar que la garra de la gárgola lo golpee. Parte del puente sale volando, dejando un enorme hueco, separando a Dhyani, Vianey y Tiago del resto. La criatura de piedra suelta un ruido que asemeja a una risa, mientras vuela en círculo sobre ellos tal cual lo haría un animal carroñero a la espera de que su víctima caiga por fin.

—No hay forma de cruzar. —grita Via a Milo —Los bordes están demasiado débiles, en cualquier momento se va a derrumbar.

Vianey y Dhyani se quedan congelados en su lugar al escuchar una voz rasposa y apenas entendible a sus espaldas. Ambos voltean rápidamente, bastante asustados, encontrándose con el chupacabras parado en dos patas, dejando las patas delanteras colgando frente a su cuerpo, un hilo de baba escurre por su hocico al intentar hablar.

—Su…ban…—gruñe la criatura una y otra vez

El rugido de la gárgola se vuelve a escuchar, anunciando que esta por lanzarse sobre ellos una vez más. Tiago no espera más, deja caer todo su cuerpo al suelo y se acerca corriendo a ambos chicos, Dhyani rápidamente entiende y logra saltar sobre la espalda del can, pero Vianey no tiene tanta suerte, siendo jalada por el hocico de Tiago, se tambalea y cae hacia el vacío.

 Usualmente la flauta es el peor de los ruidos que pueden escucharse durante las clases, pero Vianey está segura de que a partir de este momento será su instrumento favorito. Tratando de mantener lo más firme posible la nota mientras Tiago salta, Dhyani mantiene a Via suspendida en el aire.

Rápidamente Cindy ayuda al niño de la flauta, extendiendo una mano, creando un lazo con el cual atrae a la chica a la orilla, sana y salva. Ambos cambia formas se transforman, Tiago corre a ayudar a su amiga, disculpándose y ayudándole a cruzar el resto del camino, mientras que Asta se asegura de que Dhyani está bien.

Todos permanecen en silencio, sin tiempo para hacer nada más, se apresuran a terminar de cruzar, con el gruñido angustiado de la criatura de piedra a sus espaldas. Asta y Milo voltean a ver a la estatua que parece desesperada por llegar a ellos, agitando con fuerza sus brazos y soltando un sonido lamentable, que hace a Asta preguntarse que pasará con ellos en cuanto alguien se dé cuenta que no les detuvieron.

—Vamos, tal vez podamos llegar al Submundo antes de que amanezca.

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