Un corazón de oro – Capítulo 21

Al salir de la mansión Wilson, Michael estaba afuera en el automóvil. 

Su pelo estaba húmedo y lucia más joven con la ropa casual, jeans oscuros y una camiseta básica en color azul.

No tuve que decir ni una palabra, amplio sus brazos en señal de recibimiento. Corrí a él como siempre hacía, su aroma a jabón y su loción corporal mentolada inundó mis fosas nasales. Reconfortándome con la extraña calidez que eso me transmitía.

— Llévame a casa Michael.

Lo mire suplicante, necesitaba una tarde libre lejos de todos los nuevos acontecimientos de mi vida. Y lo único que necesitaba para sentirme así, era Michael.

Me presiono con más firmeza contra su pecho, notando como su respiración sincronizaba con la mía. 

Michael detuvo el auto al otro lado de la ciudad en el suburbio Lewis Bennett, una residencia de casas con dos pisos de un tamaño adecuado, no eran mansiones, pero tampoco una miniatura. Todas con aspecto contemporáneo y en tonos blanco combinado con mármol o madera, eran hermosas.

— ¿Que hacemos aquí cariño?

Michael me sonrió con sorna, pero no dijo ni una palabra. Abrió mi puerta y me condujo a una de las residencias, tenía jardín con un verde césped y algunas rosas diminutas que recién brotaban, el buzón de acero en color negro que estaba personalizado con letras “T M» en dorado   me ilumino, esta era la nueva casa de Michael.

— Bienvenida a casa.

—Dios, Michael, es preciosa. Bese sus labios con lentitud, pero me aleje rápido, estaba impaciente por conocer su nuevo hogar.

Junto mi mano con la suya y me adentro a su nuevo hogar. Las paredes al igual que el exterior, eran blancas, el piso era de mármol, en un acabado de distintas tonalidades de negro. Al entrar había un pasillo con un espejo alto, y un librero. Al atravesar este, se encontraba la sala de estar, los muebles del viejo apartamento de Michael estaban en el área el tapizado negro lucia lustroso, la alfombra gris cubría parte mármol, fuera de los muebles todo estaba vacío, paredes lisas, estanterías sin decorar. 

Era extraño considerando que a Michael le encantaba tener su toque hogareño. 

— ¿Porque no tienes decoración? Pregunte inquisitiva, desconcertada porque a Michael nada se le pasaba por alto, era el señor orden y perfección.

— Porque, quiero que mi hermosa novia se encargue de ello. Esta casa es toda tuya, nena.

— ¿Hablas enserio? Dios Michael, esto es una decisión muy importante. 

Mariane estaba asumiendo que Michael le decía entre palabras que ella debía mudarse con él. Tener una nueva etapa en su relación, vivir juntos.

— Desde que te conocí, nunca dude de nada cuando se trataba de ti, cariño, nunca me considere el hombre más asertivo del mundo, aunque intento dar soluciones rápidas y correctas en cuanto a todo en mi vida, siempre he dudado un poco, pero decido eso porque es lo mejor de todas las ideas que cruzan mi cabeza a velocidad de la luz. Pero desde la noche que apareciste en mi vida, nunca nada se había sentido así, había tenido citas y conocido chicas, pero tu pequeña Mariane, con tu metro y medio, esa sonrisa traviesa y esos ojos grises tormenta en los que me puedo perder por horas, despertaron un mí una atracción inmediata, jamás deseé conocer a nadie en mi vida como cuando te vi a ti. Y lo supe, sabía que debía acercarme a ti. Y ahora todo lo que quiero es tenerte conmigo todos los días.

— Michael, nunca me considere una chica cursi, el romance y la miel la toleraba únicamente en los dramas de romance y me daba nausea cuando mis amigas se enamoraban con locura, pero creo que era porque no había experimentado el amor de verdad. Ese que solo tú me has mostrado, te amo Michael.

— Diablos cariño, por poco iba a salir corriendo, es la segunda ocasión en la que pensé me propondrías matrimonio.

—¿Que?

Mi cara estaba roja y una risa infantil salió de mí, en conjunto de un par de lágrimas, Michael, siempre debía aligerar la miel con un poco de humor, era mi dosis perfecta de romance, dulce y divertida.

— Siento desilusionarte cielo, pero, esa debería ser tu tarea. Guiñe mi ojo con picardía.

Ahora Michael reía mientras aceptaba mi sugestivo comentario.

—Tienes razón cariño, no te pongas muy cómoda nena, que no serás soltera por mucho tiempo.

Mis entrañas dieron un vuelco de emoción, Michael planeaba proponerme matrimonio, y yo no podía estar más que de acuerdo en aceptar su propuesta.

—Está bien, pero ahora vamos a ver una buena y clásica película de romance. ¿Tienes palomitas?

—Bueno en realidad, no tengo nada en el refrigerador ni en el almacén.

Me dio su sonrisa de niño inocente.

Si Michael, era el hombre más responsable del mundo, y la concina se le daba de maravilla, pero era un desastre para recordar hacer la despensa sin olvidar que su vida ajetreada de oficina le consumía mucho tiempo. 

— De acuerdo primero vamos a comprar un par de cosas.

Michael ponía comida en el carrito como si fuera a alimentar a todo un equipo de futbol americano. Michael estaba en forma gracias al gimnasio, pero si él podía comer bastante bien cuando tenía hambre. Y bueno yo no acostumbraba a alimentarme como modelo de victoria secreto.

Una hora de compras después, estábamos acomodando todo en casa. Yo el refrigerador y Michael el almacén. 

Mientras sacaba un par de cervezas Michael preparaba las palomitas en la sartén, les había puesto demasiado esfuerzo, midió la cantidad de mantequilla que agregaría y la sal, yo solo tomaba con la cuchara tradicional un poco de mantequilla y agregaba una pisca de sal al inicio y final de la preparación de mis palomitas. 

En nuestro maratón de películas incluí todas contra John, diez cosas que odio de ti, la película que de adolescente me hizo reír hasta llorar y la que me convirtió en una fanática de la canción Can’t take my eyes of you si, era una romántica de closet. Nunca diría en voz alta que mi sueño cliché de romance era que el amor de mi vida, se declarara ante mí, cantando una cursi canción que describa todo su amor hacia mí, tenía una imagen que mantener.

Mis gritos de emoción cuando el difunto Heath Ledger canto en las gradas de la cancha la icónica canción de amor, no pasaron desapercibidos para Michael, este me miro desconcertado por esta faceta en mi pero solo rio por unos momentos.

— ¿Cariño eres fanática de ese tipo de escenas? Porque también puedo hacerlo. Y comenzó una muy mala interpretación de Can’t take my eyes of you, aunque cantaba terriblemente, me encantaba que hiciera este intimo acto solo para mí.

— Amor me encanta que me dediques esta cursi canción, pero eres muy malo cantando.

Dije entre risas, sin intención de ofenderlo, solo de burlarme un poquito.

— ¿Así? Pues para su información Srita. Wilson, en mi juventud participe en una banda y las chicas adoraban mi voz.

— No te lo creo

— Es verdad cariño, pero tu pequeña malvada te estas burlando de mi armoniosa y sexi voz.

Dijo justo antes de atacarme con una guerrilla de cosquillas.

— No, cariño detente.

Las palabras apenas podían salir de mi boca que era inundada de carcajadas, Michael se apiado de mí y detuvo su ataque.

Me dedico su sonrisa de comercial y beso con demanda mis labios.  Ese movimiento inesperado me descoloco al principio, pronto correspondí su beso con la misma ímpetu, la romántica escena de Julia Stiles junto a Ledger al final de la película no le hacían justicia a mi escena con Michael.

Su lengua se abría paso dentro de mi cavidad bucal, caliente e intensa, en una danza delirante que ponía a mi corazón en su límite cardiaco. 

Podía escuchar mis latidos acelerados retumbando en mi cabeza, o quizás era el sonido que hizo mi cuerpo cuando me posee sobre el mullido sofá de Michael.

Sus manos electrizantes, enviaban corrientes eléctricas a todas mis terminaciones incluso a los lugares más ocultos de mi cuerpo.

Su tacto era delicado, pero la temperatura abrazadora que emanaba de su piel, me llevaba al límite. Sus manos grandes y tibias, amasando cada parte de piel descubierta, estaba provocando que perdiera la cordura.

Lo único en lo que podía pensar era en Michael y en como su boca tomaba la mía con una necesidad inherente.

Mi profundo sueño fue interrumpido por la llamada de mí no tan fastidiosa hermana Amber.

— ¿Que sucede Amber?

— Hermana mi profesor de la universidad es un gran abogado, si necesitas ayuda legal para adquirir los derechos de la empresa, no dudes en avisarme, perdón por todas mis malas acciones, me sentía celosa de que nuestro padre comparara todos tus logros con los míos.

Maldito Liam.

—No te preocupes Amber, hizo lo mismo conmigo, me presumió que eras su hija estrella, la hermosa y brillante Amber. Pero ya todas sus mentiras han sido descubiertas, espero podamos arreglar nuestra relación de hermanas a futuro.

— Gracias Mariane, te quiero hermana.

— También yo, aunque a veces seas un dolor de cabeza, y gracias por la recomendación, lo hablare con Michael, su amigo Andrew es abogado así que tal vez el me asesore.

Michael me miraba confundido al otro lado de la cama, el aun no estaba enterado de los nuevos acontecimientos. Cariño ahora si llámame niña rica.  Rei mentalmente por la ironía, pero me sentía feliz al final obtendría todo por lo que me he esforzado durante años, dirigir la empresa familiar.

Colgué la llamada con Amber mientras Michael me veía expectante. Lo mire seria.

—Cariño, ayer descubrí que la empresa ya es mía, solo debo firmar los papeles de traspaso de derecho, aunque mi padre se rehúsa a hacerlo, el testamento estipula que al cumplir los 23 años el primogénito puede obtener los derechos, y ya los he cumplido.

— felicidades, amor, por fin vas a lograr todo lo que has querido.

Me beso tiernamente en los labios, sus ojos brillosos por la emoción.

— ¿Crees que Andrew pueda asesorarme? Claro, él lo haría gratis si se trata de mi amada novia.

Una ola de besos por parte de Michael inundo mi cuello y mejillas, provocándome escalofríos.

— Michael, debemos comenzar nuestro día, recuerda que la boda de mi amiga es esta noche, debe ir a ayudar a mi amiga y prepararme para la boda. Soy dama de honor debo estar prácticamente todo el día junto a ella.

Bese sus labios brevemente y me aleje sonriendo como boba. Tenía una mueca de decepción, el deseaba tenerme en la cama todo el día, pero debíamos salir a la vida real.

—De acuerdo, solo porque me agrada Daniela.

Murmuro plantando un último y dulce beso en mis labios.

Sonreí como boba, mientras me encaminaba en dirección a la ducha.

Me puse un vestido sencillo en color lima y unas sandalias negras, en una bolsa metí mis altas plataformas plateadas. El vestido de dama se encontraba en el hotel donde se realizaría la boda era azul media noche, entallado en corte sirena con una cintilla de pedrería en plateado que acentuaba la cintura. Y con el clásico corte de corazón.

Recién eran las ocho de la mañana, pero considerando que somos diez chicas más la novia, a la maquillista y estilista les iba a tomar buena parte del día, terminar con todas.

— Cariño ¿me llevas al hotel?

Vi como una de sus cejas se elevó y sus ojos se llenaron de picardía, si fue una mala jugada de palabras. O Michael estaba de muy buen humor. 

Lo mire amenazadoramente advirtiendo que cualquier comentario bobo al respecto, tendría una consecuencia.

El levanto sus manos fingiendo inocencia y después me lanzo su sonrisa de comercial.

— Claro nena, te llevo al hotel.

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