Romance de dos caras – XIV. Amores de primavera

Pedro no recuerda un solo momento de su vida donde haya podido tener paz estando consciente. Dormir le traía paz, en ese estado, nada del mundo exterior podía afectarle, las pesadillas no podían dañarlo y los sueños le daban la posibilidad de ver nuevos mundos. Estando dormido, todo estaba bien, porque no molestaba a nadie y su vida sin propósito se quedaba quieta.

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