Leyendas de Silverlight – Capítulo 12. Las sombras del pasado siempre vuelven

Tener que estar en una clase tras lo que ocurrió en la madrugada no es lo primero que Asta hubiera pensado que ocurriría, aun así ahí estaban tanto él como el profesor Alarik en un rincón de la Torre de aire. De alguna manera el niño agradece que de todas las torres en uso esa fuera en la que debería pasar el resto del día, no estaba seguro de poder permanecer tranquilo cerca de las constantes miradas de Vianey ni de las incesantes preguntas de Enid, por lo menos Dhyani luce tan relajado como siempre, lo que es un alivio para la mente de Astaroth que no deja de darle vueltas al asunto con el príncipe.

 Dhyani intenta mostrarle a su amigo algunos ejercicios que ha esta practicando aunque, por lo que el demonio puede ver, no es realmente bueno para la magia; el sonido de la flauta que su amigo usa para controlar el aire no es el único ruido en la habitación, pero si el más reconocible. Entre risas, ráfagas de viento y algunas conversaciones, la clase que lleva este tipo de magia definitivamente suenan más divertidas de lo que hasta ahora ha demostrado ser capaz de ofrecer la magia del vacío.

—No, no. —dice frustrado el profesor Alarik interrumpiendo su explicación —Ustedes ¡Fuera de aquí!

Asta intenta no reír ante la imagen del desgarbado profesor gruñendo a un par de curiosas hadas que no dejan de preguntar diferentes “trucos” que se cree que el vacío es capaz de hacer.

—Tal vez debería tomar un descanso, —dice Asta con voz comprensiva —profesor. No se ve muy bien.

—Solo es el cansancio, niño. —responde el profesor soltando un largo suspiro —Con todo lo que pasó apenas pude dormir un par de horas.

El niño asiente, reconociendo en el hombre una expresión de fatiga e impotencia que solo recuerda haber visto un par de veces en otros adultos. Es curioso, pero en el poco tiempo de haber estado cerca del profesor Alarik ha hecho más comparaciones con Lucifer de las que esperaba, y algo le dice que no será la última que hará por el resto del curso.

Incluso las hadas parecen haberse percatado de que llegaron a un punto en que el adulto no seguiría siendo tan divertido, por lo que ambas se retiran y continúan con sus propias prácticas. A lo lejos puede escucharse la voz de la profesora, dando instrucciones sobre como crear una nube moldeando el agua y el viento; la mente de Asta vuela junto a la nube que la mujer nube crea, tal vez por eso su propio intento por controlar una sombra está siendo un fracaso.

—Concéntrate. —dice Alarik cansado —Es la única forma de lograrlo. —Ya sabes lo demás, solo enfócate en atraer esa sombra a ti y deja de soñar despierto.

Asta asiente, aunque no puede evitar apartar la vista, apenado. “Distraído” es como Valley solía referirse a él cuando era un niño más pequeño, aunque Vianey solía insistir en que lo hacía a propósito; aun con el paso del tiempo y sin sus hermanos cerca, la facilidad con la que el niño es capaz de distraerse le sorprende cuando se percata de ello.

Normalmente intentaría bloquear un poco el ruido y la luz de la habitación con la capucha de su sudadera, pero entre el ajetreo de la caída de la torre a media noche y la curiosidad tras la investigación de Finn, lo último que pensó en tomar de sus cosas fue ropa; Dhyani y Milo ofrecieron compartirle algunas prendas mientras un familiar podía traerle algo, después de todo ir en pijama por todo el instituto no sería lo mejor, pero ninguno de los dos tenía entre sus cosas algo tan confortable como su sudadera.

—Concéntrate. —llama Alarik con fuerza —A menos que quieras perderte la comida de nuevo.

La mirada de Asta hacia el profesor es aquella que un niño daría al ver que alguien se come frente a él su última golosina; la sonrisa en el rostro de Alarik es el único indicio de que es consciente de su victoria.

—Así que, adelante. —continúa hablando el adulto con un tono burlón —Tenemos todo el día y toda la noche.

Temeroso de volver a pasar un día entero sin algo en el estómago, otra vez, Asta empieza a forzarse en mover esa sombra. Su brazo permanece extendido y trata de mantener la imagen del movimiento en su mente, pero el sonido de la flauta le dificulta la tarea.

—Es imposible. —dice molesto Asta —No puedo hacer esto con tanto ruido.

El profesor suspira, casi tan fastidiado como cuando habló con las hadas, camina hacia el niño y toma su muñeca sin mucho cuidado, golpea levemente su espalda, obligándole a enderezarse. Ninguno de los dos parece realmente cómodo con sonido a su alrededor pero el profesor hace todo lo posible por disimularlo y mantener la concentración de su único alumno en lo que están haciendo.

—Probemos algo diferente. —dice Alarik con cansancio en la voz —En lugar de moverla, intenta hacer que esa sombra se expanda.

Asta le mira sin saber que espera que haga, el adulto permanece inmóvil, sin intensión de soltar su muñeca que empieza a doler por la fuerza con la que le sujeta. El profesor hace lo propio, extendiendo su brazo y haciendo un movimiento de empujar hacia el vacío.

—El vacío es el elemento que menos se deja guiar por las emociones, —empieza a decir Alarik como si recitara algún escrito que conoce de memoria —pero es también el que más se alimenta de ello.

Mientras la sombra se vuelve un poco más grande, parte del cansancio en el rostro del profesor parece desaparecer, las marcadas ojeras bajo sus ojos, si bien no terminan de borrarse, lucen menos negras que antes y un poco de color es visible en su pálida piel.

—Mira, —hace una pausa el profesor antes de hablar con tranquilidad —lo que pasó con Finn es algo que nos continuará persiguiendo hasta que aparezca, pero la señorita Gaia cree que esta es la mejor forma de mantener la calma entre los estudiantes…

—Y en el reino. —interrumpe Asta sabiendo a donde va el discurso —Temen que se sepa que llegó hasta aquí la Bestia.

Un brillo peculiar ilumina la mirada del profesor, quien solo asiente y baja su brazo.

—El pánico ocurrirá, sin importar lo que hagan para mantener esto en “secreto”. —dice Alarik remarcando la última palabra y haciendo un gesto con los dedos — Pero sobre todo, la curiosidad empieza a despertarse en todos.

Ahora es Asta quien asiente, comprendiendo a lo que se refiere, después de todo, el mismo se ha estado preguntando tantas cosas que hasta ahora ni con las teorías más locas que han llegado a su mente puede dar una respuesta, ¿cómo se sentirán los demás al saber que ni siquiera alguien como el príncipe Finn, candidato al trono de Silverlight, estuvo a salvo?

—Y los ojos de todos empezarán a mirar a todos, comenzando con nosotros dos. —la manera tan calmada en que habla el profesor logra asustar al niño —¿qué hacíamos fuera de la torre? ¿acaso atrajimos a la Bestia a la torre? —continúa hablando el profesor con una voz cada vez más baja como si se estuviera dando cuenta por primera vez de todo lo que ocurrió durante la madrugada —Es por ello que debemos esforzarnos, más que cualquier otro, en que todo sea lo más normal posible.

El niño guarda silencio, sin saber cómo debería responder ¿Si debería responder? Las preguntas le abruman y su atención empieza a centrarse más en la sombra, en un intento de acallar lo más posible su mente.

—¡Eso es!—dice en voz alta Alarik mientras aplaude emocionado —Trata de dejar que todo aquello que te molesta vaya directo al vacío y detenlo cuando te sientas mejor.

La sombra frente a ellos lentamente empieza a crecer, trepando por la pared hasta cubrirla por completo y alcanza el techo. Incluso con ello, el niño no deja de sentirse abrumado, ver la oscuridad frente a él no ayuda a tranquilizarle, su mente viaja entre los recuerdos de la fría celda en el Punto Muerto y el ruidoso presente en que se encuentra. Su respiración se vuelve más y más tranquila mientras más se deja envolver por la inmensa masa negra a su alrededor. Lo único que permanece ahí, viéndole fijame, son aquellos ojos rojizos de la criatura que ha atormentado sus pesadillas por tanto tiempo.

Una sacudida en sus hombros le obliga a apartar la vista, trayendo su mente al presente y volviendo a su tamaño original a la pequeña esfera de sombra en la pared.

Asta siente como sus labios se mueven para preguntar lo que ocurre pero a sus oídos no llega ningún ruido; por la mirada que el profesor le dedica, sabe que algo hizo mal.

—Tranquilo, —dice Alarik preocupado aunque con voz suave —no pasó nada malo.

Una sonrisa angustiada se forma en los labios del adulto, mientras obliga al niño a sentarse en el suelo. Asta agradece internamente la ayuda, sabiendo que probablemente acabaría cayendo al suelo en cualquier momento, el cansancio invade su cuerpo de una forma que no había sentido nunca.

—Vaya que había mucho que sacar. —dice entre una risa incómoda el profesor —Solo trata de no dormirte mientras haces algo de magia, ¿de acuerdo?

Una sonrisa apenada y un asentamiento de cabeza, eso es todo lo que Asta es capaz de hacer antes de ocultar el rostro en su mano, ¿en serio se quedó dormido? Ya puede oir a su padre burlarse cuando se enteré.

—Tal vez deberíamos darnos un descanso. —murmura cerca de su oído el profesor —Ya asustamos bastante a los niños del aire.

Ignorando el cansancio, Asta voltea a gran velocidad su cabeza para encontrar a los alumnos en la esquina más apartada, con rostros pálidos y los ojos fijos en ellos dos. Dhyani es el único que está cerca de ellos, con una mirada preocupada y un balanceo tembloroso, como si no supiera si acercarse o no. Asta hace una pequeña seña con la cabeza, animandole a venir a su lado y su amigo no dude en salir corriendo hacia él.

—Vamos. —dice en voz baja Dhyani —Deberías descansar un poco.

Volteando a ver a su profesora, quien solo asiente y sonríe, ambos niños salen del lugar. Asta intenta no voltear de nuevo, no está seguro de querer saber que ocurrió fuera de su mente durante esa corta siesta.

Dhyani trata de animarle un poco mientras se adentran al interior del castillo principal. A falta de torres habitables, una de las habitaciones en el castillo debía ser suficiente para el único estudiante del curso de vacío.

—¿Y dónde está ese cuarto? —dice Asta cansado —En serio necesito dormir de una vez.

—No necesitas ni decirlo, —responde divertido Dhyani —casi le provocas un infarto a la señora Harriet.

—¿Tu profesora? —pregunta Asta con curiosidad

—Si, al parecer el profesor Alarik le había prometido que solo serían hechizos pequeños no un monstruo de sombras saliendo de la pared.

Asta se frena en seco, mirando con los ojos bien abiertos a su amigo. Dhyani suelta una risa antes de seguir avanzando en busca de la dichosa habitación.

—¿Estas hablando en serio?—pregunta Asta sin saber que es mejor —¡Dhyani!

Ambos niños corren por los pasillos, uno riendo con diversión y el otro que apenas tiene energía para ir tras su amigo. No tardan mucho en detenerse cuando una voz suena con fuerza en una de los cuartos del castillo; al acercarse, Asta alcanza a ver una parte del interior: un enorme librero se alza hasta el alto techo, mientras unas pequeñas esferas de luz suben y bajan con lentitud frente a los libros.

—¿Debes estar bromeando, Via? —grita una voz femenina un tanto gruesa —No podemos salir de aquí.

—Enia tiene razón. —responde Tiago en voz baja —Además, ¿Cómo estás tan segura de que Finn estará ahí?

Dhyani y Asta se miran entre ellos antes de pegarse más al marco de la puerta, con tanto cuidado de no hacer ruido, que Asta podría jurar que su amigo está conteniendo la respiración.

—Yo sé que está ahí, —dice Via con seguridad —eatuvo muy raro estos días y no dejaba de mencionar que necesitaba ir ahí.

—¿Y por eso deberíamos arriesgar nuestras vidas? — una voz masculina completamente relajada se escucha —¿Porqué el principito aseguró que el Bosque de los Lamentos era el mejor lugar para vacacionar?

Las risas de los otros se escuchan, Dhyani se acerca un poco más, intentando ver un poco del interior. Asta le jala de la ropa, cuidando que no le vean, después de todo la regla básica de «si yo te veo, tú me puedes ver» no sería bueno para ellos.

—Miren, —dice Vianey molesta —se que no es la mejor de las explicaciones pero algo estaba ocultando Finn, algo quería lograr con…—hace una pausa antes de gritar —¡Todo esto!

El silencio se extiende en la habitación; desde donde están escondidos, Asta y Dhyani pueden ver a Tiago junto a un hada de fuego que rápidamente identificaron como Enia, una de las candidatas.

—¿Son los candidatos?—murmura Dhyani apenas logrando que se escuche lo suficientemente para Asta

El demonio asiente antes de poner un dedo sobre sus labios, atentos siguieron escuchando a los adolescentes en la habitación.

—Esta bien, suponiendo que tienes razón, —dice Tiago —¿Qué pretendes que hagamos? ¿Cómo crees que lo vamos a encontrar?

—Tal vez esos dos que están tras la puerta podrían sernos útiles. —dice Via molesta abriendo por completo la puerta

Asta y Dhyani se quedan quietos, solo mirando al grupo de adolescentes que les mira con expresiones de diversión, salvo por Vianey que parece querer sacarlos de ahí tan rápido como pueda. Tiago sonríe y guiña un ojo a los niños antes de hablar.

—Entonces, ¿ayudarán?

SEGUIR LEYENDO

Loading


Deja un comentario

error: Contenido protegido
%d