Nadir decide dar un paso adelante en su intento de acercarse a Celeste de manera discreta. Reconociendo que Titi podría ser la persona adecuada para ayudarlo en esta situación, se acerca a ella con una copa de champán en la mano.
—Es una bonita noche.
—Ahora lo es— responde ella un tanto coqueta, mirándolo con una sonrisa en los labios — creí que el viejo Lorenzo te haría perder el resto de la noche.
—Pensé lo mismo— responde él dando un sorbo a su copa, llevando sus ojos a Celeste, que conversa con uno de los socios.
—¿seguro que estás en el lugar correcto?
Titi se da cuenta de que no era casualidad su encuentro.
—Necesito hablar con la señora Di Marco.
—¿Por qué solo no te acercas y la saludas?
—Tengo prohibido acercarme a ella. Además, lo que tengo que decirle no puede tratarse aquí.
—¡Oh! Creo que entiendo — se emociona— ¿Y qué es?
—Algo que le dará el impulso a su carrera y traerá alegría a su vida.
—Sin duda alguna —lo mira de arriba abajo y bebe todo el contenido de la copa—esperarla al lado de la fuente de buda. Me encargaré de que vaya en cinco minutos.
—Gracias, señorita Titi.
—De nada, hombre bello.
Nadir se sonroja un poco y se apresura a ir a la fuente, al otro lado del patio principal.
Titi se acerca a Celeste con cautela y la lleva a un lugar apartado para comunicarle la información que tiene. Sin embargo, Celeste se siente incómoda con la situación, ya que considera que no es apropiado que Nadir la busque de esa manera. Ella es la jefa de Nadir y siente que no debería estar a merced de sus decisiones y mensajes enviados a través de intermediarios.
—Si quiere decirme algo, dile que me lo diga en persona.
A pesar de las buenas intenciones de Titi y el posible valor de la sorpresa que Nadir tiene para ella, Celeste lucha con su posición y su orgullo.
—¿No he despertado tu curiosidad por lo que podría decirte?
—En lo absoluto. Ahora, si me disculpas, iré a presumir mi futuro.
—¡Celeste! —la sigue Titi.
—¡olvídalo Titi! No iré a ninguna parte.
En ese momento, Celeste siente una presencia a sus espaldas.
—Y está en lo correcto, Señora Di Marco— la voz de Nadir la deja congelada, mientras Titi sonríe y se aleja—Es necesario que hablemos en privado— la mira fijamente que Celeste siente como le tiemblan las piernas, ese hombre hace que su corazón se acelere de manera extraña y placentera.
—¿Por qué debería darle privacidad? No creo que lo que tenga que decir sea de vital importancia para mí.
Nadir se acerca ligeramente hasta su oreja y le susurra: Encuentre sus diseños borrados, debo entregárselos.
Celeste se queda congelada y tras unos segundos en shock responde. —iré a la biblioteca, te espero ahí, pro favor que nadie note que me sigues.
En la biblioteca, Celeste espera ansiosa.
—Espero que lo que dices no sea una broma—, comenta en cuando lo ve entrar. Pero de inmediato guarda silencio cuando Nadir le muestra un folder de papel y se lo entrega. Con gestos temblorosos, Celeste revisa el contenido y efectivamente encuentra sus dibujos cancelados. La sorpresa y el desconcierto se reflejan en su rostro.
—¿Cómo es posible? ¿Cómo conseguiste esto? —Se asombra.
—Tengo mis trucos—manifiesta, ocultando la verdad de su procedencia. Aunque tenía ganas de contra lo ocurrido, sabe que eso podría ponerla en peligro.
—Gracias. Esto me ha devuelto la vida.
—No hay de qué, señora Di Marco. Sabía que era importante para usted.
En un momento de silencio tenso, sus miradas se cruzan y por un segundo, el aire se llena de una energía intensa. Nadir se acerca lentamente a los labios de Celeste, y ella como hipnotizada solo lo ve acercarse, incapaz de moverse, en su memoria revive ese primer beso, que parece sentirse en sus labios. Sin pensarlo cierra los ojos al percibir la cercanía entre ellos. Sin embargo, antes de que sus labios se toquen, Celeste retrocede ligeramente, recobrando la conciencia y la importancia de mantener su enfoque en la relación jefa-empleado.
—Gracias por todo, Nadir— se aparta.
— Lo siento, no debí dejarme llevar por el momento.
—¡olvídalo! Aquí no pasó nada.
Nadir baja la mirada y sale de la biblioteca, pero sin querer se encuentra con Octavio que hacía su ronda matutina. Por un segundo ambos se miran.
—¿Qué haces aquí? —se acerca de manera acusadora, al ver ese gesto de sorpresa en su mirada.
Nadir se siente momentáneamente atrapado, tratando de encontrar una respuesta adecuada para la situación. Finalmente, decide ser honesto pero cuidadoso en sus palabras. Está por decir algo, cuando Celeste aparece por la puerta.
—¿Ocurre algo? — interroga mirado a Octavio.
La presencia de Celeste alerta a Octavio que de inmediato lleva esa casualidad a la malicia.
—Disculpe, señora, es que vi a Nadir salir de la biblioteca y…
—¿Acaso no puedo tener una conversación tranquila con alguno de mis empleados?
—No quise decir, eso señora. Es que existen reglas y creí que se había roto una de ellas.
—Déjese de tonterías y vuelva a su trabajo— agrega ella, retirándose y dejando a ambos detrás.
Nadir ve a Celeste retirarse con el sobre en las manos, y en ese momento, Octavio se acerca a él con una mirada severa. Nadir percibe la tensión en el ambiente mientras Octavio habla con voz seria.
—Quiero que quede muy claro algo, aquí tú eres un empleado más. No eres indispensable. Si rompes las reglas, afrontarás las consecuencias.
Nadir escucha las palabras de Octavio y entiende claramente a qué se refiere.
—Entiendo tu preocupación y quiero asegurarte que mi relación con la señora Di Marco es puramente profesional. Mi respeto por ella y por ti es fundamental. Cualquier asunto relacionado con el trabajo es lo único que considero.
—No trabajas para ella, ¿de qué podían hablar? — pregunta de manera acusadora.
—No debería responderte, pero lo haré — lo mira desafiante—tal vez busco un cambio de puesto. Cuidar al señor Lorenzo es desgastante.
—Cuidado con lo que respondes, Nadir. No olvides quién te dio el puesto en la casa. Los juegos peligrosos, siempre salen mal.
—¿Escuché una amenaza?
—Tómalo como un consejo.
—¿Por qué no le das esos consejos a tu jefe?
—¿Qué quieres decir?
—Parece que se celebran la infidelidad del hombre y condenamos a una mujer por algunas sospechas sin fundamento.
—¡Escúchame bien! No nos metemos en asuntos personales de la familia.
—Eso También incluye taparse los ojos ante el maltrato y la violencia contra la mujer.
—No sé lo que hayas visto o escuchado. Pero si consideras tu trabajo, será mejor que esas palabras no vuelvan a salir de tu boca. Somos parte del personal de la familia, nada más. Lo que veas o escuches se queda en ti. Recuerda que los héroes, terminan muriendo.
—Luchando por causas justas, que siempre terminan bien.
La tensión en el ambiente se alivia ligeramente, pero Nadir sabe que la situación sigue siendo delicada.
—Te vigilaré de cerca.
—Se cual es mi trabajo y mi lugar en esta casa.
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