El fallo de Cupido – El diario de un fallo

Alberto había salido de la casa de la señora Maribel y corrió hasta Ciudad Universitaria para encontrar aquel parque del que le había contado, el cual palabras de la mamá, era un lugar que apreciaba mucho. El chico tenía miedo de que Claudia ya se hubiera ido a otro lado o parecido, pero no perdió la esperanza al llegar a aquel parque lleno de árboles con flores de jacarandas y bancas para sentarse en cada esquina.

Giró a los lado con angustia, pensando en cada momento encontrar a lo joven pelirroja. Su corazón finalmente de calmó cuando la joven apareció en una esquina del parque, como si acabara de llegar de otro lugar. La mujer se relajó por completo en ese momento; se tumbó agotada en una banca cerca suyo y Alberto decidió acercarse con sutileza. Cuando Alberto estuvo lo suficientemente cerca de ella, le tocó los hombros asustando a la chica y habló.

—¿Podemos hablar? —preguntó el chico dedicándole una sonrisa no correspondida.

—Sí, sabes que sí —contestó Claudia arrimándose a un lado para que también se sentara. 

Alberto cedió a la acción y se tumbó a su lado. Hubo un silencio incómodo de varios segundos en ese momento, sin embargo, pronto Claudia tomó el valor para hablar.

—Realmente lamento no haberte hablado estos días. No quería asustarte, ni mucho menos huí, te juro que no huí yo de verdad quiero contarte lo que pasó. Voy a contarte es solo que…

—Sé que no huiste, tranquila. Admito que al principio me asusté demasiado, pensé que había cometido un error; pero tengo que admitirte que vengo de hablar con tu mamá. Me explicó el por qué de tu reacción.

Claudia no pudo no empezar a mover su pierna izquierda con mucha ansiedad en ese momento. Alberto notó eso, por lo que acercó su mano a la de ella para sujetarle con mucha fuerza, eso calmó a la chica, quien comenzó a soltar lágrimas cuando comprendió que Alberto sabía lo que pasaba.

—Te juro que te lo iba a decir, pero tenía miedo de…

Alberto la volvió a interrumpir.

—Solo sé que David fue tu pareja y que fue tan inhumano como para dejarte plantada el día de tu boda. Te prometo que no sé más allá de eso porque si no quieres decirme, no tienes que hacerlo —explicó el chico llevando la mano de la joven a su pecho—. Claudia, sé que llevamos poco tiempo de conocernos; pero enserio te quiero. Sí en algún momento quieres hablar de ello, puedes hacerlo, no te presionaré por saberlo.

Claudia correspondió en ese momento las manos del chico y las tomaba con fuerza y sin deseo de soltarlas. 

—No Alberto, está bien. Llegó el momento de que sepas qué pasó y quién soy yo —terminó la chica con miedo, soltando sus manos.

Claudia miró con una sonrisa entre lágrimas al chico al mismo tiempo que sacó su celular. Claudia lo observó durante varios segundos indecisa hasta que lo desbloqueo por completo. Una vez dentro de su celular decidió entrar a una aplicación de diario con icono rosa que decidió instalar hace ya unos años. Por la interfaz desactualizada se notaba que no había abierto esa aplicación en mucho tiempo. Claudia bajó en la pantalla hasta encontrar una nota de hace ya unos meses, respiró profundo antes de entregar el celular y después le dio el dispositivo a Alberto.

—Creo que la mejor manera de hacerlo es si la Claudia de hace unos meses te lo cuenta —dijo Claudia llorando.

Alberto tomó el celular con pánico de lo que pudiera leer, pero de igual manera lo hizo y empezó a leer la nota.

Martes 14 de Febrero de 2023

“Estoy destrozada. He pasado meses intentando que esto no me duela, pero entre más lo pienso, menos puedo olvidarlo. Tuve varias crisis de ansiedad, estrés y no estoy segura si depresión porque la psicóloga con la que estoy tratando va hablando de poco a poco conmigo. Se siente extraño estar estudiando psicología desde hace casi dos años y después tener que asistir a terapia. Incluso me negué a hacerlo porque no tenía sentido para mí, lo que me hizo David ni siquiera es tan grave como parece. Tampoco me dolió que después de tantos años de amistad con Regina, ella haya elegido a su hermano; es decir, claro que me dejaría de hablar, yo también escogería a mi hermana. Pero entonces no entiendo por qué me siento tan mal.

Bueno, quizá sí esperaba más de ellos.  

El viernes 07 de octubre de 2022 me dejaron plantada en el altar. Recuerdo haber llegado emocionada con mi familia a la iglesia, tenía un hermoso vestido blanco de tirantes y con cola larga; aún guardo el vestido en mi armario, usaba un maquillaje hermoso con pestañas postizas, labial rosa, un peinado en chongo y un moño blanco que cubría mi cabello. Todo era felicidad hasta que Regina se acercó a mi nerviosa al verme llegar. 

«David no ha llegado» me dijo nerviosa. Ella se veía hermosa, usaba un vestido lila pegado al cuerpo por ser mi dama de honor; pensé que estaría feliz de ver a mi mejor amiga siendo mi dama, pero en vez de eso me asusté demasiado. Sus palabras fueron muy duras para mí porque se suponía que él llegaría antes con ella. Pensé que le había pasado algo entonces me preocupé. Nuestra boda iba a ser muy pequeña, solo con familiares ya amigos; todos estaban en la iglesia en ese momento entonces nadie podría saber qué le pasó. 

La ansiedad pronto se volvió tristeza cuando mi mamá se acercó preocupada a mi con mi hermana al lado. Marisol estaba triste por mí, lo vi en su mirada, lo reafirme cuando me entregó mi celular. Este había sonado y ellas lo revisaron. 

«No puedo casarme contigo, estoy enamorado de alguien más.»

Eso me rompió el corazón. Yo no entendía que sucedía, no entendí el por qué estaba pasando esto, nunca me he considerado mala persona; ¿entonces por qué me pasó eso? Le enseñé el mensaje a Regina quien me vio decepcionada y me dio un gran abrazo en ese momento. Mi mamá se encargó de repartir la noticia poco a poco, a esa misma velocidad la gente fue desapareciendo de la iglesia, pero dejándome los regalos de boda a un lado de donde estaba sentada llorando. No sé qué le diría alguien en mi situación. 

Cuando no observé a nadie a mí más a mi alrededor decidí entrar a la iglesia vacía. No había nada más que bancas solitarias y adornos de flores innecesarios en los que había gastado. Observé toda la iglesia con miedo, con anhelo e incluso con odio. Mi maquillaje también estaba arruinado por completo, como odio llorar. Estaba a punto de rendirme con todo, hasta que sentí una cálida mano tocar mi hombro, al reconocerla no pude evitar soltarme a llorar en su pecho. Regina aún no se había ido.

Ella no me había dejado sola y a pesar de que no había dicho muchas cosas al momento, estaba ahí. Empezó a ayudarme a llevar todas las cosas al auto que le prestó su papá. Pensé que me llevaría a casa, pero no fue así. Sin decirme una palabra en el camino me llevó hasta el salón de fiestas en donde iba a celebrar mi boda. «Vamos, no puedes desperdiciar el dinero que usaste.» Admito que de no haber hecho esa idea me hubiera derrumbado ese día. Regina me trató humanamente y me enseñó que mi vida no estaba perdida sin su hermano, incluso reí varias veces entre llantos por las locuras que se le ocurrían en el salón, como sacarme a bailar, darme de comer, esperar a que llegara el pastel y comerlo con las mano ja, ja. Nadie hubiera hecho eso por mí, y sinceramente no sé qué hubiera hecho al simplemente cancelar todo sin reembolso.

Debo parar por hoy, tengo mucho sueño. Mañana sigo escribiendo como lo recomendó mi terapeuta.”

Alberto miró sorprendido a Claudia después de leer eso, ella por otro lado esperaba con ansias una respuesta que Alberto no sabía darle. Su mente comenzó a darle muchas vueltas sin parar, por eso decidió guiarse por lo primero, la curiosidad. Él acercó a ella a su pecho para hacerla sentir segura, ella correspondió llorando encima suyo.

—Eran… mejores amigas —dijo Alberto cuidando sus palabras.

—Éramos… Al menos yo sí la consideré así. Conocí a Regina cuando ella entró a mi prepa, fui su mentora de nuevo ingreso porque yo iba en tercero y era un amor de persona. Nos llevamos demasiado bien, así conocí a David. Yo tenía diecisiete y él veinte, recogía a su hermana de la escuela por lo que a veces me daban un aventón. Empezamos a hablar más.

—A quererse, ¿no?

—Demasiado, sigo creyendo ingenuamente eso.

—¿Qué pasó entonces? —cuestionó Alberto preocupado.

Claudia agachó la mirada, tomó el celular de vuelta un segundo y abrió la segunda parte de aquella nota en el diario. Alberto volvió a leer con atención y sin dejar de abrazar en ningún momento a Claudia.

Miércoles 15 de febrero de 2023

“No me agradaba la idea de escribir todo lo que pasé solo para recordarlo. Pero admito que la intensidad del catorce de febrero y haber encontrado a David con la tal Alexa en la feria y después en el parque al que siempre íbamos en la universidad me destrozó. Es importante que yo haga esto, no soy alguien débil, sé que puedo hacerlo. Pero duele.

Claramente al llegar a mi casa después de aquel momento en mi boda no realizada, me puse a llorar con el vestido puesto. Sé que Regina me había sacado de un abismo muy grande ese día que me hizo no caer en la locura. Siempre se lo agradeceré, pero de todas maneras, alguien que tuvo más de seis años de relación con otra persona no va a olvidar tan fácil un acto como ese.

Fui a buscar a David en la universidad, tenía la esperanza de que fuera ahí por algo más allá de sus prácticas o parecido. Habían pasado unos días desde que sucedió lo de la iglesia y yo no había asistido a clases con normalidad. Tenía miedo, mucho miedo, quería que David me explicara todo. Llegué a su facultad, pero no lo encontré por ningún lado. Estando ahí quise ir a la mía, lo cual fue una pésima idea. Porque ahí sí estaba David.

Cuando lo vi parado enfrente mío sentí rabia, enojo y al mismo tiempo un gran deseo de correr a sus brazos y que me besara como siempre lo hacía. Las cosas no fueron como pensé, en realidad, todo fue muy diferente. Él ni siquiera era capaz de mirarme a los ojos, aún así me paré enfrente suyo y le pedí explicaciones. Sé que al leer todo esto me doy cuenta que soy una llorona porque lloré en ese momento y estoy llorando ahora al recordar, apuesto a que sí en un futuro lo recuerdo tampoco dejaré de llorar.

David se acercó con sutileza a mí y tomó mi mano, pero la alejé rápido de él. Vi como sus ojos también comenzaron a llorar, pero a diferencia mío él no tenía derecho a reclamarme nada. «No habías aparecido, me tenías muy preocupado» me dijo como si yo le tuviera que dar explicaciones. Negué con la cabeza molesta, perdí el control en ese momento porque no me cabía en la cabeza que él me estuviera hablando preocupado como si aún me amara.

«¿Qué te pasa? ¡Me dejaste plantada diciendo que amas a alguien más! ¿Con quién me engañabas!» grité enfurecida, roja de la emoción intensa que sentía y trabandome en mis palabras. Pronto mis palabras comenzaron a resonar no solo en la cara de David, si no también al lado de cualquier chismoso que estuvo ese día ahí.

David me miró como si yo tuviera la culpa de todo lo que pasó, lo cual me pareció increíble porque yo enserio lo amaba. «Llevo más de un año con ella, la conocí cuando estaba haciendo las prácticas en el hospital afiliado a la universidad. No pude evitar caer en la tentación».

¿Qué se supone que dices cuando la persona con la que prometiste tener hijos y una vida a su lado por la eternidad te confiesa que lleva más de un año engañandote? Yo lo conozco hace más tiempo, ¿por qué soy tan idiota? ¿Por qué nunca me di cuenta? ¿Por qué tuvo tan poco aprecio por mí?

No pude creer lo que oía, peor aún cuando en ese momento decidí irme sin dudarlo. Pero él no me la dejó tan fácil, tomó mi mano para hacerme ver hacía él, me jalo fuerte enfrente suyo y después acarició mi mejilla como si no quisiera que me fuera. Yo era débil ante él, solo recordé las promesas, el amor que nos teníamos y quería ser suya nuevamente; pero las palabras de que no fui suficiente para él me hicieron volver a la realidad. Me prometí no llorar a partir de ese momento.

Me separé bruscamente de él lo cuál le molestó bastante. Dejó las lágrimas a un lado para ver mi cara molesta llena de desaprobación y el como quería alejarme para siempre. Conocía a David, le molesto que por primera vez en mucho tiempo decidiera irme. No me lo perdonó tan fácil así que empezó a gritarme cosas que todos en la facultad oyeron, yo también empecé a gritarle que era un infiel, que todo este tiempo solo me había utilizado… David dijo cosas enojado.

«Pues volvería a dejarte plantada en el altar por ella.»

Me rompió, todos escucharon y David comenzó a gritar más fuerte, pero está vez viendo a todos al rededor, para mi mala suerte había varios de sus amigos como Damián así como otros chicos que se llevaban con él. Él quería que todos lo supieran.

«Así es gente, a la pobre Claudia la abandoné por alguien más bonita y quedará ese recuerdo en ella para siempre» empezó a hablar el antiguo amor de mi vida con enojo. «Cállate, cállate, vete por favor» le comencé a rogar en esa estúpida pelea. Aquel día solo terminó con él gritándome en frente de toda mi facultad, yo también grité mucho. No puedo creer que sigo justificandolo.”

Alberto abrazó aún más fuerte a Claudia al leerlo, tenía ganas de cuidarla para siempre después de leer sobre el enojo de ambos. Había muchas cosas que le sorprendieron de todo el asunto, desde que su antigua novia era la mejor amiga de la chica que le gustaba hasta que su antiguo cuñado le rompió el corazón a la misma. David se había acercado a ella después de eso y eso Alberto no se lo iba a perdonar. El futuro contador entendió en ese momento sobre la gran historia que Arlet le dijo que Claudia tenía que contarle después de terminar con Regina.

—¿Estás bien? —preguntó Alberto acariciando el cabello de Claudia.

La mujer seguía recostada en él buscando consuelo, veía a la nada como si en algún momento fuera a encontrar algo que la alegrara ver; pero no fue así. Una gran tristeza la invadía en ese momento, que solo las caricias de Alberto la calmaron y no le permitían hundirse.

—Contigo sí —respondió Claudia respirando profundo.

—¿Volviste a hablarle después de eso?

—No… Pero él estaba muy molesto conmigo porque no lograba entenderlo. Entonces, aquellos comentarios hirientes comenzaron a esparcirse por la facultad casi un mes después de que pasó lo de la boda.

—¿Te molestaron?

—Muchísimo, mi generación es estúpida. Uno diría que por estudiar la carrera que estudian serían más comprensibles, pero creeme, son de las personas más crueles que he conocido.

Alberto abrazó más fuerte en ese momento a Claudia, lo cual hizo que la chica se tragara las lágrimas.

—Arlet no lo fue, ella me ayudó bastante cuando la conocí.

Alberto la miró con curiosidad aunque ella no podía verle la cara, aún así supo que la historia debía terminar. Tomó el celular una última vez, para mostrarle la última parte de la historia.

Miércoles 22 de Marzo de 2023

“Esta es la parte que más me cuesta escribir. El día del amor y la amistad vi como bailaban juntos en medio de una feria de la universidad, entonces recordé lo cuánto odiaba bailar conmigo.

David esparció el rumor de la boda y todos me veían de manera deprimente. Admito que incluso era divertido ver como tanta gente parecía importarle, aunque si era divertido no entiendo porque me moría por dentro cuando pasaba. Pero me prometí no volver a llorar en ese momento y cumplí la palabra durante mucho tiempo. Era noviembre y el rumor era tan grande que incluso llegó a mis profesores. Bajé mi rendimiento por el acoso de algunos chicos amigos de David; mi antiguo prometido no hizo nada para calmar las hablas, es más, creo yo que él quería que siguiera pasando.

Lo peor fue, que tuve que enfrentarlo sola porque cuando fui a buscar a Regina lo único que hizo fue mirarme una última vez y después desviar la mirada para alejarse y no volver a pisar mi facultad de nuevo. No sé qué me dolió más, la boda, el acoso o que perdiera a la única persona con la que podía hablar libremente de todo. Ese día entendí que Regina escogió a su hermano sobre todo lo que pasó.

No la culpo, ella me miró sosteniendo con fuerza el collar que le presté y después simplemente se alejó. Quise acercarme, pero me quedó más que claro que su familia iba primero. Sé que ella es libre de eso, pero eso me rompió más de lo que ya estaba. Si con David hacía planes sobre el futuro, con ella más. Queríamos ser cuñadas, queríamos irnos de viaje juntas, quería escucharla siempre. Ni siquiera pude llorar porque me prometí no hacerlo para que David no viera que me importaba.

Perdí todo lo que me motivaba en menos de un mes, mis compañeros adoraban burlarse trayendo velos para novia de juguete y se los ponían cuando pasaba. Eran idiotas, demasiado y yo no sería su burla. Cada día me desesperé más, reaccionando de manera agresiva, incluso he considero tener novios para superarlo. Aunque por ahora los chicos con los que he hablado se cansan rápido de mi inestabilidad y solo quieren un desliz.

Cada día me veía peor, aún busco a otras personas para sentirme querida y plena. ¿Pero cómo encontraría el amor con alguien que no siente lo mismo? Es tan fácil para las personas simplemente decir lo que quieren, mas yo no debería seguir tomando esas decisiones en mi condición. Yo lo amaba.

Mi mamá vio como no salía de la cama en días desde hace ya largo rato. Entonces en febrero comenzó a llevarme a terapia. Gastó mucho en mí y no lo merezco. Sé que la preocupé bastante y sigo preocupandola. Por eso no desaproveché la oportunidad de ir. Me ayudó muchísimo, perder a una amiga duele demasiado; perder a mi prometido me mataba por dentro; incluso sentir que perdí mi carrera al ya no querer venir fue… ¡Ah!

La terapeuta me hizo romper mi promesa de no llorar, explicandome que nunca iba a poder sanar si no lo sacaba. Veía fuerza en mí, que poco a poco me llevaba a un agotamiento emocional muy fuerte.

Vivimos en un mundo acostumbrados a sanar lo más rápido posible para volver a ser funcionales. Eso no tiene por qué ser así, a veces el duelo puede durar más de lo que esperamos y cada quién sana de diferente manera.

Me calmé yendo con la Doctora Silvia, empecé a sentir el duelo como debería haberlo pasando desde el inicio: Sintiéndome mal. Lloraba cada dos por tres, incluso sigo llorando. Ese desahogo ha hecho que poco a poco me quede seca y mi pecho se sienta más tranquilo.

Incluso recientemente conocí a una chica llamada Arlet. Me da risa porque tenía miedo de trabajar conmigo en una de sus clases por todos los rumores sobre mí de que estaba loca, me tenía miedo de que fuera a explotar. Le tuve la confianza para hacerle saber que eso no era así. Incluso después de mucho tiempo pude empezar a contarle sobre esto. Creo que es la única amiga que me quedó, corrijo, que hice después de todo lo que pasó y se sentía bien.

Ahora solo, me queda sanar. Decidí escribirlo como dijo la doctora porque es momento de afrontar lo que debo sentir. Debo sanar, lento, pero debo sanar”.

Claudia se separó por fin de Alberto, lo miró con una sonrisa comprensiva después de que se enterara de todo y terminó de explicarle la situación.

—Cuando me viste arrojar un sandwich a un chico, era uno de los chicos que más me molestaba con el tema de la boda. Un amigo algo cercano a David.

—¿Te molesta aún? —indagó Alberto como si quisiera protegerla.

—Sí, no te mentiré, sí. Aunque trato de alejarme de él bastante, compartimos varias clases juntos. Y bueno, cuando me hablaste la primera vez de Regina, no sabía cómo reaccionar.

—Lo siento mucho, no era mi intención incomodarte —mencionó Alberto sujetando con fuera sus manos mientras la veía a los ojos.

—Lo sé, tampoco sabía cómo decirte esto porque sé que la quieres. No quería que pensaras que solo me metí porque sí.

—No lo pienso, nunca lo pensaré, te lo prometo.

Claudia sonrió feliz de escucharlo, pero de igual manera, siguió hablando.

—Debí decírtelo desde un inicio. No quiero que me odies. —Claudia se detuvo un momento tratando de hacer que Alberto no pensara mal—. Te juro que no huí de ti, solamente me sentía mal y muchas dudas vinieron a mí. Quería acercarme, pero no sabía cómo, por eso vine a este estúpido parque con la intención de pensar y después ir a verte.

—Gracias —contesto Alberto al darse cuenta que Claudia de por sí planeaba contarle todo.

—Entiendo sí quieres dejar de hablarme.

—Para nada, estamos bien. ¿De acuerdo?

Claudia asintió con la cabeza, Alberto le acarició el rostro.

—Prometo que dentro de mis limitaciones, seguiremos siendo cercanos y no dejaré que David o Regina influyan nuevamente en tu vida de manera tan horrible. David, no volverá a tocarte mientras este presente.

Claudia sonrió feliz en ese momento, no pudo evitar echarse llorar de nuevo, pero esta vez de alivio. Alberto una vez más la abrazó lo más fuerte posible y además llenó su mejilla de besos que la hacían reír.

Por otro lado, Regina quién había salido hace poco de su casa, ya no para ir al cine, si no para buscar a Claudia, la vio con su ex. Admitió sentirse extraña, pero también entendió que esa era la señal para irse.

Continuará…

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Una respuesta a «El fallo de Cupido – El diario de un fallo»

  1. Avatar de Gabriela lanzillotti

    Espero que Regina no sea tan mala como la siento. Claudia, hija, date cuenta que el te quiere por fis. Alberto, cara de verga dile que te gusta de una vez y que no quieres nada con la Regina.

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