La Princesa Rosada: Episodio I El Frustrante Caballero – Primera parte: Campañas desesperadas – Capítulo V: Xynichov

Al sur del río Valire se alzaba el poderoso reino de Xynichov, una planicie bien poblada por gente que, al igual que en el resto de las monarquías australes, mantenía una tradición militar bastante arraigada. Tal como sus pares clanavisianos, los xynichovenos cumplían un papel fundamental ya que resguardaban el límite oriental de la Alianza del Sur y, por tanto, era vital que no se descuidaran ni por un segundo.

Dicha región poseía un rico comercio ya que mantenía relaciones con los mineros del continente de Rüskla por el este y, por el oeste, un permanente intercambio con Clanavis, el cual se beneficiaba de la masiva compra de trigo y maíz proveniente de Octumia, pero, de todo ese gran intercambio, predominaban las relaciones con el Imperio Kratumiano, o Imperio Flydiano como es más conocido en el continente de Iraya. Desde el continente nórdico llegaban preciosas piedras que bien servían como moneda de cambio entre los reinos sureños, quienes trataban de no envidiar a la riqueza minera de los Reinos Centrales y los Reinos del Este.

Secretamente, el rey Trelis mantenía un insipiente comercio informal con Sweetlen, obteniendo oro que luego enviaban a Rüskla para que fuera fundido en monedas con sus propios sellos y así evadir el excesivo control de los aduaneros que obedecían directamente al rey Milos, quien siempre celó al divino reino -ahora en desgracia- y juró potenciar Kranis y los reinos del sur por mérito propio para no envidiar a los sweetlianéses.

No todo en Xynichov eran importaciones, también tenían una rica actividad agrícola y ganadera. Aunque sus granos eran tan justos en cantidad y muy apetecidos por la gente, su calidad era incomparable a los de Octumia si es que se buscaba mantener una reserva para los duros tiempos. Ahora bien, con la caída de Sweetlen, el oro escaseó y, encima, los campesinos octumianos dejaron de exportar granos producto de una peste que les afectaba, hecho que algunos escrupulosos xynichovenos atribuían a Mors, el Enemigo de los reinos irayianos. Rápidamente, el rey Trelis debió buscar una nueva fuente de trabajo, fomentando así la pesca, la ganadería y la compra de granos a los reinos vecinos en tanto se intentaba tener plantaciones para rebajar el gasto fiscal y evitar una crisis aún peor.

En la ciudad de Erethion, la capital del reino, Trelis estaba satisfecho con las buenas noticias que llegaban desde el noreste ante la buena campaña que estaba teniendo el ejército, arriesgándose a dejar desprotegido el río Valire por embestir a las legiones de muertos vivientes hasta la ciudad de Geon. El rey sabía muy bien que el enemigo podría reaccionar y aprovechar la baja guardia en el río para así invadir el reino sin reparo alguno, por lo que ordenó a las tropas de reserva y varias compañías de mercenarios voluntarios a mantener líneas defensivas en torno a las ciudades de Aderiol, Kavadil, Melioth y Athgorel. La idea era lograr contener, en la medida de lo posible, cualquier intento de invasión llevado a cabo por una fuerza medianamente grande de muertos vivientes, esperando que el grueso se encontrara distraído por las tropas al mando de los clanavisianos Bolerg y Cerdal en reemplazo del herido General Antrik.

En el salón del trono se llevaba a cabo una acalorada discusión por decidir qué acciones tomar en cuanto al conflicto contra las fuerzas malignas. Trelis, sentado en su trono, escuchaba silencioso la disputa entre sus tres leales consejeros, quienes tenían posturas dispares en lo que respecta a qué rol tomar en la contienda.

— El ejército ha conseguido sitiar la ciudad de Geon y ha llamado la atención de los caminantes, es seguro que, si conseguimos la ayuda de los ejércitos aliados, podríamos dar por acabada esta guerra y la amenaza de Mors tenga su debido final –hablaba Arathol, un consejero del rey.
— El rey Milos no va a dar el consentimiento para que algún ejército nos apoye si no nos vemos realmente amenazados, el problema está en Sweetlen y deben ser ellos quienes deben lidiar con esto –sentenció Baladir, otro consejero.
— Con todo respeto, en eso estás equivocado, mi estimado amigo –protestó Arathol-. Esto ya es un problema que nos involucra dado que hace poco fue atacada la ribera del Valire y bien sabemos el riesgo que conlleva la caída de esa región: nuestro reino y la alianza entera. Es una cadena. Si cae Xynichov, la Alianza del Sur desaparecerá en un soplido, aún cuando tenemos ejércitos de gran número y poder en comparación a la de nuestros vecinos del norte y el este.
— Yo pienso que el rey Trelis debe invitar al rey Krax y juntos unir los ejércitos para hacer frente a las fuerzas malignas, no luchar la guerra por Sweetlen ni por la Alianza del Sur, sino por mantener la frontera a salvo –dijo Derthul, segundo lugarteniente.
— Señores –Arathol se puso de pie, bien molesto-. Han pasado poco más de dos semanas desde la batalla en el río, tenemos al líder de nuestro ejército reincorporándose recientemente luego de la herida que recibió por parte de un nigromante. El grueso de nuestras tropas ha conseguido distraer a las fuerzas malignas y es seguro que el sitio de Geon dure poco. No esperaré a tener un caminante encima para recién tomar medidas. ¡Debemos actuar ya!

Trelis empuñó su mano derecha y la golpeaba suavemente contra su frente mientras apretaba los ojos tratando de contener la rabia que le causaba ver a sus mejores consejeros divididos y peleando por un problema que concernía ya no a un reino, sino a todo un continente. Baladir y Derthul se levantaron de sus sillas quedando a igual altura que Arathol, los gritos entre ellos retumbaban en la sala del trono y el monarca empezaba a sentirse mareado, le faltaba el aire y las palpitaciones del corazón estaban a punto de enloquecerlo, levantándose del trono muy agitado, inhalando y exhalando por la boca, lo que generó la alarma de los consejeros.

— Su majestad –Derthul alcanzó al monarca antes de que cayera de bruces-. ¿Se siente bien?
— Llevémoslo al balcón, está muy pálido, necesita aire –Baladir indicó un par de puertas a su diestra y Arathol, junto a un guardia, la abrieron de par en par inmediatamente.

Todos los que estaban en el salón trataban de asistir a Trelis, quien poco a poco empezó a recuperar el color de la piel y los ojos volvían a su centro. La reciente disputa parecía olvidada y el ingreso de aire fresco alivianó la atmósfera del inmueble. El rey logró estar de pie por sí mismo y dirigió la mirada a Arathol, Baladir, Derthul y los guardias.

— No podemos esperar más –dijo el monarca-. Debemos pedir la ayuda de nuestros aliados, aunque ello signifique el enfado de Milos. Primero está mi tierra, mi pueblo y mi reino.
— Pero, su majestad –Baladir se vio interrumpido inmediatamente por el líder de Xynichov.
— Si anteponemos a la Alianza, estamos perdidos –prosiguió el soberano-. Si anteponemos el reino, los demás tendrán, aunque sea, un poco de esperanza. Envíen mensajeros a Clanavis, Morthren y Moclaux. Entraremos a la guerra con o sin ellos.

**

Noli se encontraba en el interior de una torre viendo desde una esfera de fuego cómo la ciudad de Geon era completamente sitiada por los xynichovenos. Estaba completamente encolerizado al ver la incompetencia de Phasner y Phusta, a quienes deseaba castigar con sus propias manos antes de entregarlos a Mors. Temía que el señor oscuro le responsabilizara por la negligencia en la ciudad puerto aún cuando le explicara cómo ocurrieron los eventos y sus ojos flameaban con violencia, despidiendo chispas incluso.

— ¡Grandísimos ineptos! ¡No saben hacer nada bien! ¡Son unos inútiles! –el nigromante lanzó llamaradas a varias direcciones, destruyendo parte de los muros del edificio-. ¡Juro que, en tanto los tenga en frente, les haré pagar!

Ignorando lo que sucedía a su alrededor, producto de la cólera, no reparó en que la esfera de fuego se tornó de un color azulado, desvaneciendo la imagen del sitio de Geon y un sonido ronco abarcó toda la habitación, haciendo que el nigromante mirara fijamente la llama y se inclinara de inmediato.

— Phasner y Phusta han descuidado la ciudad de Geon –la llama cambiaba de escalas azuladas a verdes de forma intercalada.
— Mi señor, yo… Intentaré ponerle fin a ese sitio inmediatamente –Noli no levantó la mirada en ningún momento.
— Deja que los humanos celebren su golpe –continuó la voz-. Reúne a tus mejores caminantes y marcha al reino de Xynichov, los cogerás por sorpresa y tomarás la ciudad de Erethion. No confrontarás al rey, solo mantenlo encerrado en su castillo.
— ¿Qué pasará con la ciudad puerto? –Noli levantó la mirada asustado, pero volvió a inclinarla en tanto sintió la primera sílaba pronunciada por su señor.
— Del puerto me encargaré personalmente –el fuego se desvaneció.

El nigromante se incorporó rápidamente y desapareció tras la explosión de una esfera de fuego que lanzó al suelo, apareciendo luego en el interior de la fortaleza y encarando a todo una legión de muertos vivientes que esperaban sus órdenes.

— ¿Qué ha ordenado nuestro señor? –preguntó curioso Poena, el jefe de los muertos vivientes.
— Marcharemos a Xynichov, tomaremos control de la capital y mantendremos al rey enclaustrado en su castillo a la espera de nuevas órdenes –contestó el nigromante.
— La voluntad del señor oscuro será complacida, entonces –el muerto viviente se dirigió a sus subordinados-. ¡Escuchen, alimañas! ¡Marcharemos a Xynichov! ¡Es la hora de nuestra venganza!

**

La plaza de armas de Geon estaba completamente atestada de caminantes, era un mar de cabezas arañadas, ensangrentadas y ensuciadas, apenas tenían unos pocos cabellos largos bastante engrasados y de todos ellos manaba un hedor insoportable. La ciudad entera apestaba, había cadáveres de gente inocente regados por las calles, ratones y un sinfín de bichos yendo y viniendo, alimentos descompuestos, destrozos y desorden hasta donde la vista alcanzaba. El sitio realizado por los xynichovenos y las fuerzas de reserva clanavisianas tenía éxito y ello entusiasmaba aún más a los hombres, quienes no dejaban de blandir sus espadas contra las aberrantes criaturas que intentaban replegarse para contraatacar.

— ¡No bajen las armas! ¡Continúen atacando! ¡Haremos que estas cosas se vayan al infierno! –gritaba Cerdal mientras, montado a caballo, decapitaba cuanto caminante tenía cerca.
— ¡Debemos acabar con estas cosas de una vez! –Bolerg hacía sonar su cuerno para animar a las tropas.

Los escuadrones de caballería hacían de primera línea en el esfuerzo de reducir al enemigo y permitía que tanto lanceros como arqueros y espadachines remataran los reductos que conseguían salvar de las oleadas. Como una masa café, los caballeros avanzaban y daban una vuelta corta para volver a cargar contra los muertos vivientes, pudiendo internarse sin mayor dificultad en el complejo urbano y asegurando algunas calles que parecían ser vitales si se quería llegar rápidamente a la plaza central. Lehter y Asgareth, como verdaderos líderes militares, dirigían a los cuerpos de arqueros desde el flanco oeste y suroeste de la ciudad, ingresando a las ruinas de las casas para tomar posiciones y asegurar frentes.

— Ya tenemos casi la mitad de la ciudad sitiada y no hemos hallado mayor resistencia –Lehter remataba unos caminantes que seguían vivos.
— Los nigromantes que les dirigían han desaparecido y, hasta donde sabía, todo el reino de Sweetlen estaba dominado por estas pestes, pero, extrañamente, no lo parece –Asgareth cuidaba sus pasos mientras miraba a todas direcciones buscando supervivientes.
— Esto no anda bien, presiento que es una trampa –Lehter retiraba algunas flechas de criaturas muertas a fin de armarse para seguir buscando víctimas.
— También lo creo –Asgareth colgaba el arco sobre su hombro-. No se si sea bueno dejar el sitio y regresar a Xynichov o seguir avanzando lo que más se pueda y replegarnos rápido hacia el río.
— Hay que ubicar a los clanavisianos para discutirlo –Lehter guardaba un manojo de flechas-. No perdamos tiempo.
— Velth, quedas a cargo –Asgareth tocó el hombro del susodicho.
— Descuida, seguiremos la marcha –el aludido asintió con la cabeza.

Los dos arqueros avanzaron hacia el interior para alcanzar a los caballeros y buscar rápidamente a los heraldos clanavisianos, quienes precisamente estaban dirigiendo la vuelta para una nueva carga.

— ¡Lehter! ¡Asgareth! ¿Sucede algo? –Cerdal abandonó al escuadrón para encontrarse con los arqueros.
— El sitio ha sido exitoso, pero la resistencia de los aberrantes es un tanto errante, creemos que hay una trampa en todo esto –Lehter tomó la palabra-. ¿No crees que ha sido muy fácil la campaña para todo lo que se ha dicho sobre el desgraciado reino?
— Ambas fuerzas hemos dado lo mejor en esta contienda –dijo el clanavisiano.
— Sí, pero, si Sweetlen estaba plagado de caminantes. ¿Por qué no ha venido otra fuerza a deshacer el sitio? Ni siquiera los nigromantes están dirigiéndoles –dijo Asgareth.
— Dejamos el río desprotegido y hemos llamado la atención del enemigo, pero no hay nigromantes capitaneando –Cerdal miró hacia la cordillera y meditó-. ¿Creen que los hechiceros aprovechen de lanzar un ataque en paralelo?
— Es posible –dijo Lehter.
— Habríamos sido alertados de ser así, el General Praxo envió batallones al Valire para así contener un posible contraataque –Cerdal siguió meditando-. Será mejor cercar la frontera entonces, acabaremos con estas pestes y, una vez asegurada la ciudad, enfilaremos hacia el noroeste.
— Bien, avisaremos al resto –Asgareth y Lehter voltearon para ir con sus unidades.

**

Aderiol asomaba como una delgada franja edificada a los ojos de los muertos vivientes en tanto que Noli no mostró reacción alguna. Apurando su bestia alada, el nigromante planeó rápido en dirección hacia la ciudad a fin de atraer la atención de los soldados y guardias que custodiaban el lugar e hizo sonar su cuerno sordamente. La gente en las calles se aterrorizó y buscó refugio mientras los hombres armados acudían a los puestos de defensa y los vigilantes tocaban sus trompetas alertando de la amenaza que se aproximaba, recibiendo la pronta respuesta de los cuernos de arqueros, lanceros y caballeros que marcharon hacia la entrada de la urbe, divisando una legión de caminantes que atravesaba los campos.

Viendo el despliegue de los xynichovenos, Noli hizo que la bestia fuera en picada contra ellos y entonces los soldados se dispersaron, cuidando de no ser víctimas de las fauces del animal en tanto que los arqueros intentaban disparar certeras flechas a la criatura voladora. Los caballeros, por otro lado, prefirieron confrontar a los muertos vivientes y pronto arrearon a sus caballos para cargar contra la legión que se acercaba rápidamente, logrando embestir a las primeras filas y luego desenvainar las espadas para confrontarlos de forma temeraria. Cabezas y miembros caían al tiempo que se acercaron los lanceros tras una frenética carrera, decididos a asistir a sus compañeros montados. El nigromante veía todo lo que acontecía y, confiado en que sus unidades podrían lidiar con los humanos y adentrarse pronto en la ciudad, decidió cargar contra los puestos defensivos, combinando los alaridos de la bestia con el sonido sordo del cuerno. La criatura alada hacía uso de sus patas y su boca para atrapar a los soldados, aventarlos desde una gran altura y matarlos producto del impacto contra el suelo.

**

Cerdal, teniendo presente la preocupación de Lehter y Asgarth, decidió dejar su escuadrón a cargo de Bolerg para cabalgar hacia el río Valire y comprobar que todo estaba bien. Junto a los dos arqueros y un grupo de caballeros, el clanavisiano tenía la esperanza de no encontrarse con sorpresas, pues el General Praxo le había enviado un mensaje de que dos batallones avanzarían hacia el río para mantener asegurada la ribera y así impedir cualquier acción invasora de parte del enemigo, sin embargo, para desgracia suya y de sus compañeros, al acercarse al cauce vieron que en el otro extremo había un cementerio y una total ruina, por lo que todos apuraron la cabalgata para cruzar el curso de agua y ver el lugar.

— No puede ser… Esto era justo lo que temía –Lehter bajó de su caballo y caminó entre los cadáveres.
— Nos tendieron una trampa y caímos como verdaderos tontos –Cerdal pateó la cabeza de un muerto viviente mientras gritó con rabia-. ¡Malditos sean esos monstruos!
— Xynichov corre peligro entonces, no es posible que dos batallones fueran vencidos de esta forma –Asgareth pareció reconocer muchas huellas extrañas-. Seguro vinieron miles de muertos.
— Somos los mejores combatientes en todo el continente y fuimos superados por una masa de huesos y carne podrida –Cerdal continuaba pateando cuanto se le cruzaba por delante-. Debemos abandonar la campaña y volver a Xynichov, no podemos ignorar esta situación.
— Es tarde ya –Lehter levantó un estandarte-. Si intentamos responder, es seguro que nos van a emboscar. Caímos como verdaderos tontos.

**

Aderiol alcanzó a ser evacuada antes de que los muertos vivientes consiguieran doblegar a los caballeros y se adentraran en la ciudad como una gran ola tras un terremoto. Los arqueros y lanceros hacían su mayor esfuerzo para que el enemigo no consiguiera tomar la ciudad, pero, finalmente, se vieron superados en número, siendo torturados por el mismo Noli hasta matarles y consolidar su victoria. El nigromante estaba satisfecho con el resultado, pero ansiaba tener más, por lo que continuó su avance hacia el interior de Xynichov y atacó la ciudad de Kavadil, donde llevó a cabo una purga que no distinguió entre habitantes y soldados, todos perecieron ante los arañazos, mordiscos y los malignos poderes del hechicero. Así fue como llegó el crepúsculo del 30 de octubre y la legión de caminantes emprendía la marcha hacia el corazón del reino, Erethion.

Noli prefirió avanzar a pie junto a sus unidades, dejando su bestia alada en las colinas del límite sur de Kavadil. La marcha fue silenciosa a fin de no despertar la alarma de las tropas y así sorprenderles en plena madrugada, objetivo que fue bien logrado pese a que la vigilancia era mucho mayor, posiblemente porque los supervivientes alcanzaron a dar aviso y, por tanto, se prepararon a la espera de un posible sitio.

— Hemos llegado a Erethion –el fuego que manaba de los ojos de Noli se volvió de un rojo intenso-. Aquí comienza a caer el brazo austral.
— ¿Estás seguro de que el plan funcionará? -Poena se rascaba la nuca-. Puede que también hayan sido alertado el grueso del ejército que sitió Geon.
— El señor oscuro tiene una sorpresa para ellos… Xynichov será nuestro, dalo por hecho –el nigromante miraba fijamente la ciudad-. Que la legión rodee el castillo, yo me encargaré de la puerta.

Justo antes de que comenzaran a movilizarse, los cuernos de los vigilantes se hicieron escuchar, causando la sorpresa tanto de Noli como de Poena. El fuerte sonido fue seguido por la apertura de la gran puerta, desde donde salieron varios escuadrones de caballería prestos a hacer frente a los invasores, ante lo cual el nigromante hizo sonar su cuerno invocando a su bestia alada, la cual hizo aparición con sus rugidos e intimidante aspecto. Los hombres montados no detuvieron la carga y pronto embistieron con sus lanzas a las primeras filas de muertos vivientes, enfilando bajo el mando del mismísimo General Antrik, quien estaba mucho mejor desde la puñalada recibida en el río Valire y ahora blandía su espada en contra de las aberrantes criaturas, las que no esperaron y comenzó así un duro enfrentamiento en la que los humanos tenían gran ventaja.

La criatura voladora empezó a agarrar jinetes y caballos para aventarlos desde altura, como ya casi era costumbre, mientras que el nigromante lanzaba fuego a diestra y siniestra a fin de dispersarles y permitir a los muertos llevar a cabo el sitio. Notando la resistencia de los caballeros, Noli decidió atacar la entrada a la ciudad, haciendo que la bestia alada destruyera las armenas a fin de atemorizar a los vigilantes y desactivar la defensa, lo que bien hizo que los caminantes se animaran y comenzaran a ejercer presión, rodeando el castillo y emboscando a los caballeros, quienes no cesaban su ataque ni para parpadear. El campo de batalla se volvió una carnicería y tanto la sangre como los miembros rebanados salpicaban el suelo, siendo una muestra de la ferocidad con que ambas fuerzas combatían.

Antrik hacía sonar su cuerno para animar a sus hombres pese a que el escenario se tornaba en contra, no estaba dispuesto a entregar la capital con liviandad y el hecho de imaginar el reino bajo el dominio del señor oscuro lo estimulaba a luchar. Recordó la bravía de sus antepasados y, entonces, en su mente se repetía el juramento de no entregar el reino sin pelear, de no dejar que su tierra fuera corrompida y que, ante todo, daría la vida con tal de impedir que su gente fuera sometida bajo el miedo. Su cuerno sonaba incesantemente, su espada, manchada por restos de carne podrida, aún tenía capacidad de desmembrar y decapitar a cuanto caminante se le cruzara. Su casco reflejaba la tenue luz del sol y ello cegaba parcialmente a los muertos que se le acercaban, mientras que su escudo permanecía intacto debido a que ningún dedo huesudo logró dejar marca en ella.

Noli, molesto al ver que la lucha no daba ventaja para ninguna de las partes, invocó a seis demonios para destruir la gran puerta y hacerse con el control de la entrada pese a la resistencia de los soldados que aguardaban allí. La caballería, que continuaba luchando contra la legión de muertos vivientes, se sorprendió ante tal asalto y entonces su fuerza comenzó a declinar debido a que intentaron apoyar a sus compañeros para recuperar el control de la puerta e impedir el sitio que ya era una realidad.

Ahora bien, la legión de caminantes, en vista de la ventaja que tenían a raíz de la distracción creada por el nigromante mayor, cargó contra los jinetes y les obligaron a desplazarse hacia occidente, encontrándose luego con los demonios y su líder para iniciar la inminente invasión. Los gritos de pánico de los habitantes se mezclaban con los gritos de lucha de los hombres armados que no estaban dispuestos a ver la capital caer, mas su esfuerzo resultó en vano y sus almas fueron liberadas del mundo terrenal. Antrik, finalmente, veía con enorme frustración cómo Xynichov caía y, con las pocas tropas que tenía a su cargo –y que sobrevivieron al ruin ataque-, marcharon a Clanavis para conseguir ayuda urgente.

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