Aún más allá – 11

Cocinaban y charlaban a la par, desviando entre veces su atención a la entrada de la cocina esperando no ser vigiladas de alguna manera. Hace mucho no cocinaba con ayuda de alguien, al inicio era una actividad que hacía junto a su hermana. Sin embargo, su torpeza terminó por convencerle de darse por vencida con todo lo relacionado a la cocina.

—Es más fácil de lo que creí —aceptó Rosalba.

—¿Qué tal se ve? —preguntó Lía.

—Delicioso, ¿servimos? —suplicó.

—Desde luego.

Regresaron a la sala donde los esperaban impacientemente, llevando los humeantes platos con el ramen recién hecho. El aroma que desprendía era delicioso, mejor que cualquier otro que haya preparado antes.

—Mjm… Alguien se inspiró cocinando hoy —canturreó Carlos.

—¿Por qué será? —intervino Lory burlona.

—Aprendo rápido cuando se trata de cocina —intervino Rosalba con la inocencia pintada en el rostro.

—Ternurita inocente —se burló Auri de la misma forma.

—¿Hay algo que no haya entendido? —exigió saber Rosalba.

—Absolutamente nada —se apresuró a decir Lía—, así que buen provecho y ojalá se atraganten.

—Gracias por tus buenos deseos, hija mía.

—No hay de qué.

Al terminar, todos satisfechos y más calientitos que antes, continuaron con la charla animada esta vez sin mensajes subliminales o indirectas mezcladas.

—Antes que lo olvide, ¿si tienes ese artículo que me dijiste? —recordó Rosalba.

—Ah, sí, dame un segundo y te lo traigo.

Regresó a su habitación buscando por todas partes sus carpetas de la universidad, donde mantenía todo ordenado en orden cronológico y por materias. Después de algunos minutos, algo de polvo picando su nariz y faltando poco por darse por vencida, encontró los documentos que necesitaba. Separó en un folder, limpió lo mejor que pudo y regresó a la sala. Al llegar, todos estaba sentados en el suelo alrededor del tablero de Monopolio discutiendo que personaje seria cada uno.

—Yo quiero el caballo y ya dije —exigió Lory.

—Pero yo lo cogí primero —replicó Rosalba.

—Para que no peleen, yo seré el caballo y ya dije —intervino Auri.

—Y yo seré un fantasma —se burló Lía—. ¿Se puede?

—Adelante caminante —se burló su padre—, yo seré el banco, me vengaré y les cobraré hasta el aire que respiren.

—Este señor da miedo cuando quiere, no te dejes engañar —susurró Lory muy cerca del oído de Rosalba.

Lía se había sentado justo al lado de Rosalba, pero del otro lado estaba Lory muy pegada a ella haciendo de las suyas. No estaba celosa, no en ese sentido porque sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones. Lo que realmente le molestaba era que no respetara siquiera la presencia de su padre, aún estaba allí jugando con ellas, ¿no podía comportarse?

El juego había iniciado, Lía ya se había hecho dueña de un par de propiedades y comprado casas en ellas, gracias a eso había cobrado un par de veces el arriendo tanto a Lory como a Rosalba. Sin embargo, esta última era quien llevaba la batuta. Solo había adquirido dos propiedades, pero una de ellas era la más costosa y la que más víctimas atraía.

—Me gusta este juego —celebró Rosalba entre risas.

—Ríe por ahora, te quitaré todas tus propiedades —advirtió Lory.

—¿Cómo piensas hacer eso? —intervino Auri desafiante.

—Nos casaremos, después te pediré el divorcio fingiendo infidelidad de tu parte y por ello tendrán que darme todos tus bienes —relató muy expresiva.

—Ya dijo ella —refunfuñó Lía.

Inesperadamente el teléfono del señor Carlos empezó a sonar, distrayendo toda discusión debido al estridente y poco convencional tono de llamada.

«Apaaaa, te tan llamandooooo» gritaba una chillona e infantil voz. De inmediato, el rostro de Lory se vio contraído por una mueca de exasperación y vergüenza, y simultáneamente a eso las carcajadas de Lía y Auri resonaron por encima de aquel sonido.

—No me digan que…

—Definitivamente sí, esa es Lory —se burló Lía, finalizando con un suspiro de satisfacción—. Ah, el karma, dulce y delicioso karma.

—Tú cállate, boba —se quejó Lory—. Papi, te dije que quitaras eso.

—Se escucha tierno —añadió Rosalba tratando de no reír.

—Sí, claro, babosa.

Después de un par de minutos de discusiones y burla, la expresión molesta del señor Carlos les sorprendió. Al parecer lo habían llamado para cubrir un turno exprés por incapacidad, solo mientras conseguían a alguien para reemplazar al recién accidentado.

—Fue un gusto conocerte, Rosi, puedes volver cuando quieras —le dijo con una enorme sonrisa—. Y ustedes, más les vale comportarse. Es más, tú tienes cara de ser más responsable que estás tres, así que Rosi, quedas a cargo. Que no me quemen la casa, por favor.

—Será un gusto —se burló, ignorando el reproche de las demás—, puede estar tranquilo.

—Amárralas si es necesario, te doy permiso —aseguró divertido.

—Que le vaya bien, señor padre, nos vemos mañana —se quejó Lía.

Salió de la casa bajo un enorme paraguas, dando las últimas indicaciones y advertencias a sus hijas y amigas. Sin embargo, nada estaba prometido y el desastre sí se daba por seguro.

—Bueno, ya veo de dónde salió Lory y su sentido del humor —expresó Rosalba.

—¿Cierto que sí? —exclamó con orgullo.

Continuaron jugando, esperando que la lluvia y el frío se disiparan. Y esta vez sin la única figura adulta responsable presente, las cosas se salieron un poco de control. Mientras Lía y Auri trataban de controlar a Lory, está las ignoraba y aprovechaba cada mínima oportunidad para lanzarse a Rosalba. Desde abrazos, indirectas y otros intentos para que Lía hiciera algo más que molestarse con ella. Sin embargo, nada estaba saliendo como esperaba.

—Saco un siete y…

—Directo a prisión —se burló Lory de su mala suerte—. ¿Sabes, mi querida Auri? Este juego es profético.

—Uy sí…

—Ojalá —exclamó Rosalba—, seré millonaria.

—Y yo en la cárcel, ¿te parece poco?

—Tranqui —dramatizó Rosalba—, yo te pago la fianza.

—Y nos casamos, adoptamos muchos gatitos y me llevarás a vivir a una mansión —añadió Lory abrazándola con fuerza—, ¿cierto, cariño mío?

Lía estaba cada vez más molesta con su hermana, simplemente le fastidiaba cada vez que se metía en sus asuntos personales. Trataba de ayudarla, pero no hacía más que incomodarla y embarrarla.

—Al único lugar que te llevaría será a un psicólogo —dijo Rosalba tratando de zafarse de sus brazos—, estás loca.

—De remate —murmuró Lía.

Quería hacer algo, pero no sabía qué con exactitud ni se sentía segura de ello. No quería quedar como una histérica delante de Rosalba, y por eso sus celos estaban por estallar. Ella también quería abrazarla, pero no sé atrevía. ¿Por qué? Incluso la ha besado en la mejilla, ¿por qué la repentina timidez?

—Lory, quieta por favor —se quejó Auri en un intento por ayudar—, pareces una niña chiquita brincando de un lado a otro.

—No parece, lo es —añadió Lía, fingiendo una sonrisa.

—Cállese, señora.

Y el silencio reinó, el juego continuaba, pero fue perdiendo poco a poco la gracia. Lory se quedó quieta por un momento, soportando la mirada de reproche de Auri, y Rosalba parecía no entender que había sucedido tan de repente.

—¿Y si vemos una película? —sugirió lo primero que se le vino a la mente—. Ya me aburrí de ser millonaria.

—Suena bien, pongamos una de terror —añadió Auri.

Recogieron todo y se sentaron cómodas en el sillón, eligieron una película de terror y comedia, Freaky. Lía seguía un poco callada, mirando fijo la pantalla del televisor. Y Rosalba, un tanto preocupada, la tomó de la mano para que por fin la mirara. Cuando sus ojos se encontraron, solo por ese momento, Lía volvió a sonreír.

—¿Quieres que te traiga algo? —preguntó casi en un susurro.

—En realidad quiero…

—Buena idea hermanita, ¿podrías traer las papitas que tengo guardadas? —interrumpió Lory.

—Voy —se limitó a contestar con un suspiro de resignación.

Se tomó su tiempo en buscar y verter en un tazón el contenido de los dos empaques, pensando y riñéndose por haber planeado aquello. Si antes había pensado que era una gran idea, ahora se retractaba de sus propias palabras. Logró que su padre conociera a Rosalba, que le agradara y aceptara, pero fracasó rotundamente en el punto más importante: pasar tiempo agradable con ella.

Al regresar, la película ya había iniciado y la sangre empezó a correr en pantalla. Colocó el tazón en la mesita en frente de ellas, y pensaba sentarse en el suelo junto a Auri. Sin embargo, Rosalba le hizo señas para que se sentara junto a ella. Se le hizo tierno, y al ver que Lory se había distraído con la película pensó que sería su oportunidad. Y al acercarse, Rosalba la tomó con suavidad por la cintura hasta sentarla sobre su regazo. Sus brazos alrededor de su cuerpo abrazándola, su mentón apoyado en su hombro y su cálido aliento recorriendo la sensible piel de su cuello.

—No te enojes, ¿sí? —susurró en su oído—. Lory es un poco fastidiosa, pero no lo hace por mal.

El corazón le latía a mil, quería salirse de su pecho al no poder soportar tantas sensaciones y tanta emoción, tan deseada e inesperada.

—Pero se pasa de pesada —contestó con voz entrecortada.

—Pero es tu hermana, no puedes matarla —se burló, finalizando con un suave beso en su mejilla—. Evitemos cometer crímenes de odio, ¿sí?

Al sentirla tan cerca y suave, se relajó por completo dejando que su cuerpo se acoplara más al de ella. Se sentía tan bien, tan tranquila, tan emocionada que creía estar soñando despierta. Solo faltaba una cosa y era lo que más estaba deseando, besarla dulce y apasionadamente. Pero claro, no era algo que iba hacer estando su hermana allí.

—¡Al fin! —dijo Lory, terminado en una risotada.

Lía se tensó por un momento, esperaba que su hermana no dijera más o hiciera alguna de sus gracias, no en ese momento. Sin embargo, su molestia fue desapareciendo al sentir la firmeza en el abrazo de Rosalba. La había pegado más a su cuerpo, y dejó esparcidas en sus mejillas unos cuantos besos más.

—Mira la película mejor —se limitó a decir.

Se permitió sonreír ampliamente, ignorando esta vez y por completo todo lo que más rodeaba, menos a Rosalba y la calidez de su cuerpo.

—¿Opiniones, críticas, reseñas sobre la película? —indagó Auri.

Los créditos ya estaban pasando por la pantalla, la película había terminado hace ya unos minutos, pero Lía no había prestado nada de atención más que en algunas escenas. Su atención estaba demasiado inmersa en las caricias de Rosalba, en cada vez que le susurraba algo y sentía sus labios acariciar su piel.

—La mejor que he visto en la vida —exclamó Lory—, no esperaba menos de semejante actor, papacito rico.

—Entretenida, pero le faltó sangre —añadió Rosalba.

—Estuvo buena —se limitó a decir Lía.

—¿De verdad la viste o te distrajiste? —se burló Lory.

—Hija de…

—Bueno…

El carraspeo de Rosalba las interrumpió, evitar una nueva discusión entre hermanas se estaba convirtiendo en su tarea asignada.

—Siento decir esto, pero… —continuó— Creo que debo irme, se hace tarde y yo trabajo mañana, soy adulta independiente.

Lía sintió un frío vacío cuando Rosalba se alejó de ella, solo quería seguir abrazadas e incluso se le pasó por la cabeza invitarla a dormir en casa. Sin embargo, sabía que no tenían ningún permiso para ello y que había responsabilidades que cumplir al día siguiente. Se resignó a dar por terminado su momento especial con ella, esperando y anhelando poder tener muchos más como ese omitiendo todo el fastidio provocado por su hermana, claro está.

—¿Estás segura que quieres irte así? —insistió Lía preocupada—. Tu ropa sigue húmeda y hace frío, puedes resfriarte.

—Será momentáneo, mientras voy a casa no más.

—¿Me envías un mensaje cuando llegues?

—Claro —nuevamente la abrazo, fuerte y cálida, terminado en un suave y lento beso en la mejilla—. ¿Nos vemos mañana?

—Desde luego que sí —contestó con una enorme sonrisa.

—Sí, nosotras también te extrañaremos mucho —se burló Lory.

—Ves a dormir —exigió entre risas—, y Auri, que nadie muera hoy porfa.

—No cuentes con ello —se limitó a decir.

Lía espero hasta perderla de vista para regresar dentro, encontrándose con las miradas burlonas de Lory y Auri. Estás, muy sonrientes y pícaras, sostenían un teléfono con una imagen iluminado la pantalla.

—¿No es linda está foto? —canturreó Lory—. Creo que la usaré de fondo de pantalla. ¿Qué dices, Auri?

—Es tan tierna que me da diabetes crónica —expresó dramática.

En aquella foto se podía ver a Lía con la más amplia de sus sonrisas, sus ojos cerrados y detrás de ella Rosalba, ocultando su rostro en el espacio de su cuello mientras le susurraba cosas. Una imagen qué retrataba a la perfección la emoción del momento, la amó desde que la vio, pero eso no significaba que perdonaría todas sus pesadeces.

—¿Estabas tratando de ponerme celosa o algo? —indagó Lía con profunda seriedad.

—Algo así —se excusó—, trataba de darte un empujón para que hicieras algo, pero al parecer Rosi entendió mejor que tú. Deberías agradecerme.

—Yo dudo que haya entendido algo en realidad, pero bueno, estaré alejada de esto —decía Auri con tranquilidad regresando a su puesto en el sillón—, igual no prometí que no habría matanza.

—¿Con un «gracias» basta? —añadió Lory.

—Gracias, pero igual voy a matarte —sentenció.

Con un grito ahogado, Lory salió corriendo lo más rápido que su llenura le permitió. Mientras tanto, Auri se rio a carcajadas y disfrutó de todo el espectáculo. Después de minutos correteando, forcejeando y tratando de tomar venganza, Lía se dio por vencida dado el cansancio que tenía.

—Te perdonaré solo con una condición —dijo casi sin aliento.

—Ajá.

—Pásame esa foto —exigió.

—¿Tanto escándalo para eso? Serás pendeja —se quejó Lory.

—El amor la tiene pendeja —se burló Auri.

Y escuchado aquello, prefirió ocultar la tonta sonrisa que había surcado su rostro antes que ellas la vieran. Había pasado un día un poco extraño, con algunas rabietas y disgustos de por medio, pero aquel último instante no lo cambiaría por nada. Rosalba, abrazándola y dándole mimos era todo lo que quería en la vida.

(R) Recién llegué a casa, ¿todo bien por allá?

Lía miro el reloj, ya eran las diez y media de la noche, dos horas desde que había partido de su casa.

(L) ¿Por qué demoraste tanto?

(R) El transporte estaba algo pesado hoy, más por la lluvia.

(L) Cámbiate enseguida, aún hace mucho frío.

(R) Tranqui, ya lo estoy haciendo. La pregunta es, ¿Lory sigue viva?

(L) Pues sí, no hay de otra.

(R) Cuidadito niña, nada de heridas graves, no te quiero ver en prisión.

(L) Ay sí tú.

(R) Descansa, preciosa, te veo mañana.

(L) Hasta mañana, mi amor.

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