El fallo de cupido – Una pensamiento de amor

Alberto caminó por la facultad de medicina en busca de Armando después de salir de sus clases de la mañana. Estaba contento con la clase de estadística descriptiva. El solo recordar cómo su profesora explicaba que las tablas eran la mejor herramientas para hacer más sencillo y clara su interpretación de datos le ponía los pelos de punta.

Aunque a pesar de su alegría nerd, el chico sacudió su cuerpo después de sentir alegría por ello y volvió a los pensamientos deprimentes que tenía. Aquella tarde con Claudia le hizo darse cuenta de que realmente las cosas nunca fueron cómo él las pensó.

Era más que claro que Alberto quería a Claudia de manera «más que amigo», no le fue difícil aceptarlo porque él sabía que Claudia era una mujer fantástica en todos los sentidos, sin embargo, sí le fue difícil entenderlo por su situación. Alberto estaba perdido en los pasillos con sus pensamientos, hasta que vio como Arlet se abrazaba fuerte de Armando durante varios segundos sin soltarse.

Estaban muy cerca uno del otro mientras Armando sujetaba con fuerza la cintura de Arlet y al mismo tiempo Arlet tenía la cabeza en el pecho del chico. Alberto se impresionó al ver a sus amigos así de cerca que antes de ir a preguntar directamente qué pasó entre ellos se quedó totalmente plasmado.

Aún más porque pronto Armando salió de la escena para entrar a un salón suyo. Entonces el chico decidió acercarse a su dulce amiga que al verlo sonrió feliz. La chica se acercó y ambos se sentaron en una jardinera; como siempre, Alberto no sintió pena por hablar.

—¿Armando y tú están saliendo?

—¿Qué? No, para nada. Todo bien entre nosotros, aunque yo te aviso —explico Arlet coqueto.

Alberto rió.

—Necesito un consejo —dijo el chico haciendo que su amiga se interese.

—Perfecto. Dime qué pasa, querido.

—Me gusta Claudia —confesó Alberto con un leve sonrojo.

Arlet soltó la mirada más feliz que alguien pudiera poner. Se emocionó, en su mente brincó de felicidad y sobre abrazó a su amigo con entusiasmo.

—¡Yo sabía que algo se daría entre ustedes! Me alegra que hayas olvidado a Regina por fin.

—Sí, ese es el problema. Terminé con Regina hace apenas dos meses, ¿por qué aún así me gusta otra persona tan pronto? —preguntó el chico decepcionado de sí mismo.

Arlet negó con la cabeza y explicó con una sonrisa.

—La intimidad entre Regina y tú era nula, al igual que la confianza. Era una relación muy inestable donde ambos se concentraron en cosas diferentes —explicó Arlet—. Te vi sufrir mil y un veces a esa chica antes de terminar. Te sentiste tranquilo pronto después de terminar porque eso en vez de dejar un gran dolor, te lo quito. Es como si hubieras llevado el duelo de terminar la relación dentro de la relación.

Alberto escuchó con verdad en lo que oía. Sabía que era cierto que Regina y él eran peores juntos que separados. Por eso, aunque se seguía sintiendo mal por sentirse atraído por Claudia tan pronto; decidió seguir comentando con cautela sus problemas.

—¿Crees que este mal? Es decir no quiero que piense que soy alguien que solo la usa para olvidar a su ex o algo así. Esa chica enserio es fantástica.

—Debes ser claro desde el inicio Alberto. Descubre si también le interesas y después avanzas. Si te estancas sí pensará que solo la usas.

—Entiendo, es decir. No le diré de primera que quiero casarme con ella, pero sí me gustaría que dejara de pensar que la busco por Regina.

Arlet alzó la mirada para ver mejor los ojos de su compañero. Alberto correspondió con una mueca de preocupación.

—Pues entonces, deja de hablar de Regina. Armando me dijo que le dijiste que querías estar con ella, y lo dijiste enfrente de Claudia.

—Lo sé, ayer lo dijo. Pero después de terminar pasando mi tarde con Claudia y estar feliz después de mucho tiempo, me di cuenta que en realidad ya no quiero volver con Regina. Arlet asintió interesada y siguió escuchando.

—Entonces, ¿Tienes una cita con Regina o algo así? —cuestionó Arlet para entender mejor qué había pasado.

—Se lo propuse, pero no llegamos a nada —explicó Alberto.

—Lo que te diré no te gustará nadita. Mira, mi recomendación es esta: conociste a Claudia porque querías hablarle de Regina, pero con el tiempo te diste cuenta de que en realidad no es lo que querías ya que obviamente te hizo un favor terminar con ella. Sin embargo, volvemos a lo mismo, hablaste con Claudia solo por esa chica. Si de verdad quieres mostrarle un interés sincero a Claudia debes cortar lazos con Regina.

Alberto se incómodo en ese momento.

—Y como bien dijiste, no es que automáticamente te vuelvas pareja de Clau; pero sí podrás avanzar más con ella y conocerla mejor. Ella no quiere a un chico que mostró aprecio de más por su ex para empezar una nueva relación.

Alberto recordó entonces las palabras de Claudia sobre casarse y como eso antes le hacía un poco de ilusión. Recordó que Claudia tenía el corazón roto. Pensó entonces que la razón por la que ella dejaría de hablarle si volvía con Regina era por eso. Quizá Claudia sí estaba interesada, sin embargo, saber lo de la chica lo ponía mal.

—Creo que esto será algo difícil. Admito que aún quiero a Regina, pero ya no de la manera en la que piensas.

—Explicó Alberto después de analizar la situación.

—Solo piénsalo chico. ¿De verdad quisieras salir con alguien que desde un inicio se mostró obsesionado por su ex?

—No, además ella no se merece eso. Haré lo mejor que pueda.

—Y entre más rápido mejor.

—Gracias Arlet —contestó Alberto abrazando a su amiga.

Fue entonces cuando la presencia de un hombre grande, de cabello castaño, con presencia de hacer ejercicio se presentó ante ambos. El hombre usaba bata blanca porque estudiaba en la facultad de medicina y ellos siempre debían estar uniformados, también llevaba una mochila negra en su espalda y miró a ambos con burla.

—¿Ya olvidaste tan rápido a mi hermanita con esta bella mujer? —preguntó el hombre a Alberto entre risas.

Arlet odiaba a ese tipo. Por eso lo ignoró por completo, el chico al notarlo se burló de este gesto, pero también la ignoró de manera cruel.

—David —dijo Alberto alzando la vista—, felicidades por tu boda.

—Muchas gracias, aunque si quieres mi consejo no te cases. Es todo un martirio planificar todo, aunque la mujer tan sexy y hermosa con la que estoy vale la pena, enserio.

—Me alegra por ti, siempre pareciste muy feliz con ella.

David era el hermano de Regina, tenía veintisiete años y estudiaba su especialidad en cirugía cardiovascular. A pesar de que su vida seguía avanzando en el área médico, decidió casarse con una joven practicante de enfermería en el hospital que trabajaba. Alberto siempre había admirado a ese chico y su relación porque siempre fue demasiado perfecta; la prueba de ello era que estaban comprometidos. Aunque siempre se preguntó, por qué rechazaban a la nueva novia del chico, ya que cuando Alexa iba a la casa de su Regina, su familia se ponía incómoda.

—Lo soy, fue la mejor decisión.

—¿No tienes que ir a perderte? —preguntó Arlet molesta de escucharle.

—Calma Arlet, a ti también te voy a invitar a mi boda. ¿Quieres que te de una invitación extra por si llevas acompañante? —David dijo todo en tono burlón y molesto.

Eso desesperó a la pelirroja y sin despedirse pasó de largo, empujando al chico quién rió de su actitud. Alberto solo vio cómo se alejaba de aquel lugar mientras su antiguo cuñado le hablaba.

—¿Por qué eres tan malo con Arlet?

—No lo soy, ella está molesta conmigo y ya; pero debería pasarle rápido. No sé cómo la soportas. —Terminó David negando con la cabeza.

—Te recuerdo que hablas de mi amiga.

—Olvídalo —dijo David quitándole importancia al tema—. Mi hermana te extraña, ¿sabes? Alberto se sintió extraño al escuchar eso.

Su estómago se revolvió y sintió un nudo en la garganta que pronto fue molesto. Hizo una mueca al escuchar eso y después habló.

—Yo, tengo que pensarlo —dijo sin contexto el chico—. Tengo que irme, nos vemos David. Felicidades nuevamente.

El médico asintió con la cabeza para después dejar que su amigo se retirara. Alberto siguió buscando a Armando para su plática diaria con él.

Continuará…

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