Recientemente, nuestro reino ha salido bien librado de un intento de sitio ejecutado por un batallón de muertos vivientes comandados por el siniestro nigromante Phasner, quien osó intentar invadir nuestro castillo al tomar control de la entrada -la cual, por cierto, destruyó- y permitió el ingreso de sus malignas fuerzas, las cuales fueron repelidas por nuestras valientes tropas de lanceros y espadachines en tanto la caballería salió al encuentro de los caminantes que intentaban evadir los proyectiles lanzados por las catapultas.
La batalla fue larga y los habitantes fueron trasladados a las catacumbas mientras que el rey salió a galope junto a la guardia para enfrentar a Phasner, quien lanzó sus más poderoso ataques mágicos, pero no pudo con la bravía de nuestro monarca, el cual, por muy poco, no alcanzó a desenmascarar al hechicero corrompido, quien usaba un cráneo de toro para ocultar su verdadero rostro, si es que tiene, pues todo ello es desconocido. Casi al llegar el ocaso, la contienda se volcó a favor de nuestro ejército, el cual logró expulsar a las fuerzas malignas y a su comandante, todos quienes huyeron raudos hacia el oeste para replegarse en el marchito Campo Phant como ya se sabe desde décadas atrás.
Pocas fueron las bajas que se contaron entre nuestras filas, pudiendo ser reconocidas casi en su mayoría por familiares, amigos o cercanos. Se han dispuesto recursos para los respectivos funerales y el rey ha comprometido el pago de pensiones a las familias de los soldados caídos en pago de los servicios brindados. En paralelo a todo ello, se ha iniciado la reconstrucción de la entrada del reino, esta vez, según lo que han sugerido los maestros constructores, más reforzada para disminuir la posibilidad de invasión, pero, obviamente, no sería eficaz contra otro ataque mágico, pues no conocen material que pueda resistirlos.
Apruébese y fírmese el documento presentado ante nuestra majestad, Karidum Kingplour, soberano del Reino de Spalius.
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