Romance de dos caras – VIII. Cafeína para un desdichado

Volar tan alto y caer, pero sin llegar a tocar el suelo. Así se sentía Nicolás, en una especie de pesadilla sin fin, completamente ajeno a la realidad y sin poder despertar.

«Maldito estúpido».

Ni todos los rasguños en su piel ni los moretones de cinturón en su espalda podrían desaparecer su vergüenza, su impotencia ni su enojo. Quería estar en el lugar de cualquiera postrado en una camilla, darle su vida y a cambio él nunca salir con vida de ese endemoniado hospital.

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