42. NO CONFÍO

Miranda sonrió sentada con Jazmín entre sus piernas, mientras entre dientes le ordenaba a Josh.

—Apúrate porque esta pequeña no tiene paciencia para una foto.

—Un segundo… listo —dijo su sobrino

—Hoy cumple doce meses ¿qué hacemos para celebrarlo? —preguntó Selena.

—Vamos por unos globos y pizza.

—Sí hay que aprovechar que no está tan mal el clima —convino Cameron.

—Bueno, vamos —aceptó Miranda tormentas que se habían presentado esa semana.

Samuel le hablaba y corría de un lado a otro alrededor de la pequeña Jazmín quién se agitaban viendo a su primo.

—Ponla en el suelo —dijo Olivia.

—No creo que sea buena idea, le ha dado por meterse la boca cuanta cosa se encuentra.

—Tía, no la reprimas déjala ser libre —dijo Cameron.

Miranda soltó a la pequeña que se mantuvo sentada un instante, después comenzó a gatear siguiendo a Samuel.

—¿Hablaste con Miranda? —preguntó su padre casi un año atrás.

—Muy poco —respondió Roman sin ganas de hablar sobre el tema

—¿Arreglaron algo?

—No papá, lo nuestro terminó.

—Te habló de la niña.

—No mucho, pero no estuve ni estoy interesado en criar hijos con ella.

—Es muy irresponsable de tu parte ¿no crees?

—Miranda no fue honesta conmigo.

—Pero la pequeñita…

—Que la críe con quién se le antoje —lo interrumpió dando por terminada la conversación.

Ahora en pocos meses su contrato terminaría y regresaría con más renombre dinero del que tenía, sin embargo, se sentía menos satisfecho, con un extraño vacío que la inquietaba y más de una pregunta atormentando su cabeza.

Lauren abrazó a su hijo emocionada. Era la primera vez que lo veía en meses. Roman la estrechó fuertemente.

—Mamá, cuánto la extrañé —murmuró.

—Y yo más mi amor, pero pronto volverás.

—Sí mamá en dos meses.

—Qué alegría tan grande hijo, vamos adentro.

Sentados en la sala, Roman recordó cuando llevó a Miranda con él. Echó un vistazo alrededor y frunció el ceño al ver en una pared, cerca de las medallas de su padre, una fotografía pequeña mientras.

Lauren seguía en la cocina preparando un café y se levantó para ver la imagen de cerca.

—Mamá —habló alto para que lo viera —¿qué hace esta fotografía aquí? —inquirió viendo el rostro de Miranda escurriendo miel por el bebé que sostenía.

Lauren se asomó y vio la expresión ceñuda de su hijo.

—Tu papá le puso aquí.

—Pero ¿por qué? Miranda no es nada suyo.

—Miranda es la madre de su nieta —respondió ignorando que Roman no sabía aún que era el padre de Jazmín.

—¿Cómo que Miranda es la madre? —repitió sin entender a la primera —¿Miranda les dijo que yo soy el padre de su hija?

Laura arrugó el entrecejo.

—Tú lo sabes.

—No soy el padre de esta niña —le señaló la foto.

—Roman la niña se parece mucho a ti, la vimos en su cumpleaños y no cabe la menor duda. Las últimas que le tomó justo aquí mira qué hermosa es. Su cabello es una locura —se rió sacando el móvil de su pantalón.

—Debe ser una mentira. Miranda me dejó porque esperaba un hijo de Gustav.

—Claro que no.

—Ella me lo dijo. Además, le convenía económicamente —revivió el dolor que sintió cuando éso pasó y fue a poner la foto en su lugar.

—Ella nos explicó que la motivó a hacerlo.

—¿Se atrevió a tanto?

—No fue por dinero que te dejó mi amor.

—Ya lo sé mamá, sus razones me parecieron siempre un mal pretexto, pero ya no importa.

—Pero aún te duele.

—Ya se me pasará. Tal vez mi relación con Amy funcione.

—Esa chica no merece que lo engañes haciéndole creer que la amarás.

—El amor no siempre trae la felicidad, eso lo tengo bien probado.

—Amor, cuando eres correspondido la vida no es perfecta, ahora imagínate sin él.

—Al menos Amy no me ha engañado. Ambos sabemos qué podemos esperar el uno del otro.

—Para experimentar no hace falta casarse.

—Sé que estaré bien con ella.

—No vivas a medias, no te conformes con estar solo bien.

—Soy un adulto mamá.

—Yo también Roman y la experiencia que tengo me da la autoridad para predecir tu futuro al lado de esa conformista mujer.

—Valerie ha estado viendo al niño —confesó Gustav, pero no parecía muy contento, caminando con Miranda hacia su auto.

—¿A qué le temes? Eso es bueno para Isaac.

—Lo sé, pero… —murmuró abriendo

—¿Qué?

—Sospecho que quiere volver conmigo.

—¿Tan malo es eso?

—No sé si confiar en ella.

—¿Y por qué no lo harías?

—Por la manera tan fría en que abandonó a nuestro hijo —respondió con tristeza —Yo te miro a ti, como eres con Jazmín y lo feliz que la niña es con eso que me pregunto si mi hijo algún día resentirá esa falta de afecto.

—Si Valerie se esmera no creo que haya secuelas, además tú has sido un padre excelente.

—Y tú una mejor madre, no sólo para Jazmín, sino para Isaac ¿recuerdas que te llamaba mamá?

—Sí —sonrió.

—Tal vez eso motivó a Valerie a replantearse nuestra situación y aparentemente tomó una decisión.

—Formar una familia contigo.

—Eso dice —musitó cuando llegaron al auto.

—Deberías intentarlo. Tal vez redescubren el amor que se tuvieron.

Gustav sonrió débilmente, la miro y suspiró.

—Debiste pensar eso mismo de nosotros.

—No insistas.

—Pretendes pasar tu vida soltera.

—No te angusties por mí, soy feliz con lo que tengo.

—Te creo.

Gustav la miró y Miranda hizo lo mismo. El productor no reprimió el deseo de inclinarse hacia ella para besarla en los labios, sin embargo, Miranda ladeó un poco el rostro y la caricia cayó a un lado. Gustavo rodeó la cintura y sutilmente, ella no lo rechazó

—Te quiero, Miranda.

—Lo sé —bromeó empujándolo contra la puerta del coche. Luego vieron un auto pasar a gran velocidad—. ¡Mira qué loco cómo se le ocurre conducir así!

—Seguramente es un adolescente.

—Deberían darle una buena reprimenda.

—No quisiera irme, la pasé muy bien contigo.

—Lo siento por ti, esta mamá tiene prioridades ahora.

Gustav sonrió.

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