El fallo de cupido – El nuevo trauma

Claudia tomó valentía antes de entrar a su casa, analizó casa segundo todo lo que fuera a decir en algún momento hasta que supo que no había una manera correcta de decirlo sin alterar a su mamá u hermana. Por eso mismo, dejó de pensar en todo y fue cuando refrescó su mente para entrar rápido a su casa.

Se acercó al zaguán con seguridad, la abrió, cerró y pronto entró a la casa en la que vivía donde la joven se sintió cómoda. Entonces antes de comentarle algo a su mamá para avisarle sobre su amigo, prefirió decirle antes al misterioso chico.

Claudia Romero

Está es mi dirección, te espero en una hora.

03:00 p. M.

Alberto Rojas

Gracias, nos vemos allá.

03:00 p. M.

Claudia asintió para sí misma y después caminó hasta su mamá en la cocina. La mujer traía un mandil puesto, estaba cocinando pozole para sus dos hijas. La pelirroja caminó hasta ella para que de esa manera, evitara a su madre por completo sin importar lo que diría después.

—Hola Ma, ¿qué preparas? —preguntó Claudia.

—Un poco de Pozole, tú preferido —respondió la señora canosa con una sonrisa.

—¿Hiciste mucho?

—Con eso de que tragas como cerdo, hice lo suficiente para toda la colonia —respondió su madre con un tono burlón.

—¡Eso es genial! —respondió Claudia respondiendo con gracia a la broma para prevenir un regaño—. Entonces alcanzará para el chico que vendrá a la casa.

—¿Qué? —preguntó sorprendida su mamá, soltando el cucharón en la sopa.

—¡Iré a bañarme, si pueden limpiar un poco la casa sería genial! No tardará en llegar. Horas, quizá.

Claudia salió corriendo hasta subir al baño de su casa. La mamá se quedó perpleja durante unos momentos al saber que su hijo traería un chico a la casa. No fue eso lo que le alteró por completo, si no el hecho de que su hija haya decidido bañarse por la llegada de este hombre a la casa. Pronto, después de sacar la cuchara hundida del pozole, la señora corrió hacía el cuarto de su otra hija menor, quien estaba hundida en su mundo con los audífonos puestos. La niña de quizá unos diecisiete años estaba tumbada en su cama mientras esperaba la comida, pero al ver a su mamá en su cuarto supo que algo andaba mal.

Lo joven alzó una ceja confundida al ver a su mamá, pero pronto notó en ella más desesperación que otra cosa.

—¿Pasó algo? —preguntó la adolescente.

—Marisol, tu hermana traerá un chico a la casa.

En ese momento Marisol se exaltó por completo. Su shock fue tan fuerte que ni siquiera le dio tiempo de marcar la dirección adecuada para lanzar sus audífonos a la cama. La joven empezó a caminar en vueltas preocupada después de oír de eso, pero lo que dijo su mamá no la ayudó.

—También se está bañando por la visita.

—Esto es serio, no puede tener novio aún —exclamó con enojo Marisol, su mamá siguió.

—Debemos hacer algo mi niña. Esto es horrible. Pensé que ya habíamos pasado por esta etapa de superación, tuvimos al chico punk.

—Al skater.

—El hippie.

—El comunista.

—El posible narcotraficante.

En ese momento ambas se quedaron calladas por unos segundos hasta que ambas, madre e hija ,decidieron empezar a limpiar la casa. Limpiaron con precaución para que Claudia no supiera que estaban planeando echar al chico, pero con el cuidado de alejar todas las cosas puntiagudas o de vidrio de la sala de estar solo en caso de ser necesario. La señora fue a terminar el pozole, al mismo tiempo que Marisol ponía en una libreta todos los posibles tipo de chicos que podía ser aquel hombre que su hermana traería a la casa para hacer un plan de cómo tratar con cada uno de esos peligros.

Mientras las chicas entraron en desesperación, Claudia después de una ducha de agua caliente salió en ropa interior hasta su cuarto para cambiarse ahí. La pelirroja se miro a un espejo con curiosidad hasta que dejó caer la toalla al suelo. El baño le había quitado el poco rimel en los ojos que tenía, vio su cuerpo desnudo el cual no era nada parecido a lo estereotipico de belleza establecido.

La joven comenzó a recorrer con sus manos su cuello, su pecho, su abdomen el cual no era plano, sus piernas con piel de gallina y algunos bellos; fue cuándo recordó el porqué la habían dejado.

Claudia tomó un pans de su armario para ponérselo, pero está vez cepillo su cabello el cual dejó de verse esponjado gracias a eso. Tomó unos lentes de la cómoda y se los puso.
Pensó que su apariencia parecía sencilla, lo cuál la irritó. Por eso tomo un labial del tocador y comenzó a pintar sus labios de un rojo intenso que combinaba con su piel morena. Aunque pronto, ese mismo color empezó a esparcirlo por sus mejillas. Se veía pronto diferente, como una muñeca mal arreglada, lo cual la calmó. Aunque después de tanto tiempo sin cepillar su cabello después de bañarse se sentía bien.

Pasó una hora desde que todo el desastre comenzó. Marisol y la señora Romero estaban angustiada en la sala mientras esperaban con ansias la puerta, veían el reloj de pared correr sin parar y eso las perturbaba. Claudia se quedó otro rato pensando en su cuarto.

Fue entonces cuando la puerta sonó. La madre fue corriendo hacía la puerta y sacudió su ropa antes de abrir. Su hermana por otro lado tomó el control con fuerza por si en algún momento tenía que lanzarlo. Cuando la señora abrió quedó sorprendida al ver a un chico moreno, con cara dulce y bien aseado detrás de la puerta.

—Lo siento, creo que te equivocaste de casa —dijo la señora apunto de cerrar la puerta.

—No, no —habló Alberto evitando que la cerrara—. Soy amigo de Claudia, ella me dio permiso de venir.

La mamá se quedó perpleja al ver que el nuevo amor de su hija era un joven refinado. No sabía si esto era una nueva etapa de ella o solo un error, pero llegó a sentir pena por su hijo.

—¿Puedo pasar? —preguntó nuevamente el chico.

La madre asintió y dejó la puerta abierta. La hermana miró perpleja la situación, sabía que su hermana estaba mal, pero pensó que su recuperación había mejorado bastante.

—Bu-buenas tardes. Soy Marisol, hermana de Claudia —dijo la menor con nervios.

Alberto, como siempre, se comportó de la manera más adecuada y tierna.

—Es un placer señorita. Lo mismo para usted señora, me imagino es la mamá de Claudia. Me presento, mi nombre es Alberto Rojas, soy estudiante de finanzas en la facultad de contabilidad de la Universidad Autónoma del Valle, tengo veintidós años y es un placer conocerlas.

—Un… Placer Alberto. Soy Maribel Rojas —respondió la madre confundida—. Pasa a la mesa por favor, íbamos a comer.

—¡Oh, no quiero ser aprovechado!

—Para nada —contestó Marisol—. Pero sí me disculpas creo que debo ir a sacar los cuchillos debajo de mi cama para partir limones.

La señora Maribel le sonrió al chico cuando su hija hizo eso. Alberto ciertamente se quedó confundido, pero pronto entendió que no era necesario prestar más atención. Maribel y Alberto se sentaron en la misma mesa, cara a cara, después de que la señora sirviera cuatro platos de pozole.

—Lo mejor sería esperar a sus hijas. Me siento honrado de ser aceptado en su casa.

—Sí, claro —contestó indecisa la señora—. ¿Consumes drogas?

—No… —respondió confundido el chico.

—¿Tienes problemas con tus padres?

—No.

—¿Alguna vez has estado en la cárcel?

—No.

—¿Tienes buen promedio?

—Excelente.

—¿Por qué estudias Finanzas?

—Verá, mi sueño siempre fue llevar una vida ordinaria en la que pueda servir como un buen ejemplo de la sociedad. Un contador es alguien maravilloso capaz de llevar todo tipo de finanzas. Creo que con un trabajo digno como ese podría otorgarle a mi futura familia, cuando me case, una estabilidad económica adecuada.

La señora Maribel parpadeo tres veces seguidas después de oír eso, por otro lado Alberto sonrió tratando de eliminar la incomodidad que notó en la señora. Claudia, junto a su hermana, pronto salieron de sus habitaciones para acompañar en la mesa. Aunque Marisol antes de eso fue por limones.

—¿Qué tal Alberto? ¿Tus clases bien? —cuestionó Claudia sentándose a comer.

—Así es, muchas gracias por preguntar.

—Genial, solo terminamos de comer y nos encerramos en mi habitación —dijo Claudia hablando con la boca un poco llena de la comida.

Alberto asintió, y a diferencia de Claudia empezó a comer con un poco más de clase mientras Marisol le daba palmadas en su espalda a su mamá para que reaccionara. De igual manera nadie siguió sin hablar mucho en la comida a excepción de Claudia y Alberto quiénes a pesar de no conocerse mucho parecían tener una conexión especial. Incluso cuando terminaron de comer, los dos juntos se fueron a lavar sus trastes antes de irse a encerrar a la habitación de la chica. Cuando ambos estaban lejos de la mesa, Marisol y Maribel se vieron a los ojos antes de decir algo. Ambas asintieron con la cabeza y hablaron al mismo tiempo.

—Su nuevo trauma es… ¿El chico bueno y educado?

Continuará…


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2 respuestas a «El fallo de cupido – El nuevo trauma»

  1. Avatar de Gabriela

    Jajajaja diosmio ¿Que clase de chicos a llevado Claudia a su casa?

  2. Avatar de chicalectoralr
    chicalectoralr

    *pone Style de Taylor Swift* Me mata las preparaciones que hacían para ver el futuro trauma XD

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