Narra Carolina.

—Carolina, ¿qué pasa? ¿Por qué estás temblando tanto? ¿En dónde te habías metido? —Fueron las preguntas que Stefan me hacía mientras me tenía abrazada. Yo no dejaba de llorar, quería hablar, contarle lo que me había sucedido, pero las palabras no me salían.

Por primera vez en mi vida le había tenido miedo a algo; y fue a ser violada.

Stefan me sacó de la cafetería al ver que todos nos observaban, y una vez fuera, hice mi mayor esfuerzo por tranquilizarme para poder explicarle.

—Está bien, ¿vale? Puedes contarme lo que sea que te ocurra —me animó y solo asentí.

—Yo…, yo estaba aquí en la cafetería —Stefan me prestó atención—. Y…, tú no estabas —lo vi con vergüenza porque nada hubiese sucedido si tan solo yo no fuera tan impulsiva—. En eso llegó Javier y me preguntó si se podía sentar conmigo, pero yo le dije que no quería más problemas contigo y, aun así, se sentó en frente mí —suspiré—. Me dijo que de todas maneras no ibas a llegar porque estabas muy entretenido con Kenia… tu ex. Y eso… vale, no sé qué me sucedió, ¿okay? Solo me dio coraje, porque ya estoy cansada de que todos aquí hablen de mí y que tú no hagas nada para evitarlo.

»Le pedí que me llevara al lugar donde los había visto juntos y él me llevó a unos baños abandonados que están lejos de las aulas. Entré y no miré nada, pensaba irme, pero en eso Javier me encerró y… comenzó a tocarme —volví a llorar—. Él pensaba abusar de mí Stefan, por eso me llevó ahí… Yo como pude me defendí dejándolo tirado para poder escapar, pero…, él me quería hacer daño —seguí llorando.

—¡Voy a matar a ese hijo de puta! —Gritó Stefan y todos voltearon a verlo, aparentemente confundidos.

—¡No hagas nada! —le supliqué tomándolo del brazo—. No vayas, Stefan, por favor…, no me dejes.

Sin embargo, Stefan se acercó a Damián y a Raúl que, justamente iban saliendo de la cafetería. Ambos voltearon a verme y antes de que yo pudiera reaccionar, Stefan se había retirado hecho furia. Damián y Raúl se acercaron a mí y me pidieron que les explicara lo que había pasado para que Stefan se pusiera de ese modo, puesto que él no era un tipo agresivo. Les conté, en resumen, pero también parecieron molestos. Damián se fue detrás de Stefan, pero antes de hacerlo le dijo a Raúl que se quedara conmigo.

De pronto escuchamos muchos gritos, así que ambos nos volteamos a ver a los ojos, y en cuanto lo entendimos todo, salimos corriendo a ver qué estaba sucediendo. Había muchos universitarios, pero como pude me escabullí entre el montón y cuando pude presenciar la atracción del espectáculo, me di cuenta de que era un Stefan demasiado violento.

Le daba golpe tras golpe al desgraciado de Javier, no quería soltarlo, al contrario, parecía querer cumplir sus palabras de querer matarlo. Nadie los separaba, para todos era mejor estar grabando la maldita pelea, así que, tuve que meterme yo, arriesgándome a recibir un golpe.

—¡Stefan, para! —Grité, mientras lo abrazaba por detrás—. Lo matarás y no vale la pena que te ensucies las manos por una porquería —supliqué.

Él se quedó con el puño en el aire, se le veía bastante rojo, y justamente cuando iba a hacerme caso, llegó el rector junto con varios maestros. Pidió ver a ambos en rectoría, pero yo también me colé porque, quería explicarle el porqué de la situación. No se me hacía justo que Stefan saliera perjudicado cuando solamente me estaba defendiendo.

Le expliqué todo al rector sin omitir absolutamente nada. Javier quedó expulsado definitivamente de la universidad, mientras que Stefan solo quedó suspendido durante una semana por incitar la violencia. Aunque le dieron la oportunidad de presentar trabajos para reponer los días perdidos.

Después de salir de rectoría, Stefan me llevó a mi casa y mis padres al verlo, nos preguntaron qué había pasado. Solo les dije que todo había sido mi culpa y que yo luego les explicaba. Obviamente me vieron con desaprobación y vergüenza, pero ya estaba acostumbrada y en ese momento solo pensaba en subir a mi habitación para curarlo a él.

—Mira nada más cómo están tus manos Stefan —le dije mientras lo curaba.

—No fue nada, Carolina. Ese imbécil ya me las debía y lo que te hizo no tiene perdón. Es un hijo de… —lo interrumpí antes de que pudiera terminar su grosería.

—Basta, Stefan, solo olvidémonos de él, ya no va a estar en la universidad…

—Carolina, sé que no es tu culpa lo que ese gilipollas quiso hacer contigo, pero te juro que si yo te dije que no te quería cerca de él, no era por joderte —se pasó una mano por todo su rostro—. Era por qué se cómo es él —bajó su mirada—. Una vez se metió con una novia mía y cuando lo miré cerca de ti, supuse que quería hacer lo mismo.

—Stefan, pero pudiste advertirme eso desde un principio —lo miré—. No porque tu ex novia se haya metido con él, estando contigo, significaba que yo tendría que ser igual —suspiré—. Escucha, yo sé que lo nuestro es solo por obligación, pero créeme que nunca voy a hacer algo para que se burlen de ti.

—Vaya —se rio—. Carolina Navarro ha sacado su lado cursi, ¿eh?

Reí, aunque también sentí que me ruboricé y no entendía por qué. Solamente me di cuenta de que podíamos ser un mejor equipo y mejores personas, cuando no discutíamos por todo.

—Veo que ya se llevan mejor, eso me da mucho gusto —habló mi padre desde el umbral, puesto que había dejado la puerta abierta.

Rodé los ojos. Aún no le perdonaba la injusticia que estaba haciendo conmigo.

—Buenas tardes, señor —lo saludó Stefan. Yo, sin embargo, lo dejé en visto.

—¿Nos acompañas a comer, Stefan? Apuesto a que te encantaría escuchar anécdotas de Carolina.

—Me encantaría, señor, pero me temo que será en otra ocasión. —Volteó a verme—. Debo irme, mañana paso a recogerte —besó mi mejilla y enseguida desapareció, dejándome con la mano sobre el sitio que había besado.

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Narra Stefan.

El mirar a Carolina tan vulnerable ante lo que el infeliz de Javier quería hacerle, me llenó de rabia e impotencia. En ese momento lo único que quería era matarlo, pues ya me debía una, sin embargo, lo de ella no se lo iba a dejar pasar.

No sabía qué me estaba pasando con Carolina, era una tía muy difícil y muy caprichosa, pero con los días comencé a darme cuenta de la persona dulce que era por dentro. Y después de eso, lo único que deseaba era protegerla con todas mis fuerzas.

Aún seguía fuera de su casa. La verdad era que todavía no quería irme, puesto que después de dos semanas, habíamos logrado conectar un poco, pero tampoco quería incomodarla más después de lo que había presenciado ese día. Vi mi celular y abrí su contacto, recordando que había sido yo quien le compró ese celular, con el pretexto de llamarla cada que pasara por ella.

Marqué sin pensarlo y me respondió casi al instante.

—¿Qué pasó, amor? No me digas que ya estás extrañándome —hasta por línea podía distinguir su voz sarcástica.

Reí.

—Te dije que mañana pasaría por ti, pero…

—Lo sé, estás suspendido. No te dije nada para no tener que darle más explicaciones al señor que se hace llamar mi padre —suspiró—. Nos vemos en una semana, Stefan, aunque…, creo que me voy a aburrir en la universidad, porque aparte de que no tengo amigas, no tendré a quién molestar.

—No me extrañes mucho, cariño —le dije antes de finalizar la llamada.

Nunca había tenido a una tía tan preciosa como ella, y ese era el problema, que ella no era para mí. Solo faltaban dos semanas para casarnos y a partir de ese momento teníamos que convivir las veinticuatro horas del día y los siete días de la semana. Aunque sería divertido tener que molestarla; al menos lo que durara nuestro matrimonio forzado.

Cuando llegué a casa les expliqué a mis padres el motivo por el cual me habían suspendido de la universidad, y aunque al principio me dieron su sermón de que con violencia no se arreglaba nada, al final me agradecieron que hubiese defendido a «mi prometida».

Le dije a ella que no la quería ver en la fiesta de Damián, y la verdad era que ella sí acertó en las cosas que me dijo… yo quería ligar con una nueva tía, pero después de lo sucedido ya no podía pensar de la misma manera. Así que, lo mejor que podía hacer para animarla; era llevarla a esa fiesta, aunque me sintiera como un patán por dejarla como mi última opción. 

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