Celeste, su hijo, Ricardo se encuentran desayunando de manera aparentemente normal, acompañados por la presencia de su suegro que en raras ocasiones los acompaña. La tención se siente en el ambiente, el viejo está pendiente en la pantalla del teléfono, aparentemente disfrutando de lo que lee. De repente le llega un mensaje, sonríe y luego se dirige a Ricardo.
“La agencia ha encontrado al hombre que buscas, el nuevo guardaespaldas está por llegar.”
Ricardo levanta la mirada de su taza de café y muestra una leve sonrisa de satisfacción al escuchar las palabras de su padre. Celeste, por su parte, sigue desayunando en silencio, pero no puede evitar sentir una punzada de intriga y preocupación ante la llegada de este nuevo guardaespaldas. Sabe que las intenciones de Ricardo son difíciles de descifrar y teme que esta contratación pueda traer consecuencias inesperadas.
Sin embargo, decide guardar sus pensamientos para sí misma y no manifestar sus preocupaciones frente a su hijo. Sabe que debe ser fuerte y protegerlo a toda costa. Por ahora, solo puede esperar y estar preparada para lo que vendrá.
—Veremos si es realmente el mejor, no quiero sorpresas —responde Ricardo, con su típico aire de autosuficiencia. Luego se dirige a su padre—. Cuando llegue, asegúrate de que pase directamente a mi despacho. Yo mismo evaluaré si es la persona indicada para el puesto.
—La búsqueda de otra persona tomará más tiempo.
—Eso lo decido yo. Estoy cansado de seguir alimentando a inútiles.
Su padre asiente en silencio, reconociendo la autoridad y el control que Ricardo tiene sobre la situación. Celeste, por su parte, observa la escena con cierta incomodidad. Sabe que Ricardo está decidido a mantener un control absoluto sobre su vida y la de su familia, incluyendo la contratación de los encargados de seguridad. Desde la muerte de sus padres, ha ido reemplazando uno a uno a las personas que conoce, en la empresa no ha logrado hacerlo, gracias a la intervención de sus abogados, pero presiente que no pasar mucho para aunque eso suceda.
El padre de Ricardo se siente aludido y se pone de pie de inmediato, “voy a esperar al nuevo” dice dejando la mesa. Ricardo vuelve a beber café, cuando Celeste suelta una pregunta “¿Necesitamos un nuevo guardaespaldas?”
Ricardo, con una mirada desafiante, responde —Sí, necesitamos un nuevo guardaespaldas. La seguridad es una prioridad, especialmente ahora que la empresa está creciendo y nuestra situación familiar ha cambiado. No puedo permitirme correr riesgos.
Celeste asiente con resignación, aunque por dentro siente una mezcla de desconfianza y malestar. Sabe que Ricardo no solo busca proteger a la familia, sino también mantener su control sobre ella. Sin embargo, también comprende que la situación actual requiere medidas de seguridad adicionales.
Mientras tanto, Lucas, ajeno a las tensiones entre sus padres, continúa comiendo con entusiasmo, sin percatarse del ambiente cargado en la mesa. Celeste lo observa con ternura, recordando que su mayor prioridad es protegerlo y asegurar su felicidad.
El desayuno continúa en un tenso silencio, hasta que Ricardo, no conforme con su respuesta, agrega de manera burlona. —Como se nota que no estás pendiente de lo que se necesita en esta casa, me pregunto qué es lo que haces todo el día.
—Si mi participación es mínima en la empresa, es porque así lo has dispuesto…
—Disculpa, pero el que seas tan poco creativa no ayuda en nada a seguir creciendo.
—Disfrutas el minimizar mi trabajo.
—¿Trabajo? ¡Cariño, por favor! Hasta Lucas tiene mejores ideas que las tuyas y eso que no ha estudiado. Él sí tiene el talento de su padre corriendo por sus venas.
—No veo que algún diseño tuyo esté en las pasarelas.
—Mi trabajo es importante, mi valor creativo y profesional es 100 por ciento esencial en la compañía. Después de dedicarle tiempo a Lucas, no haces más que ir a eventos de caridad con tus amigas, cenas de negocios innecesarios y salidas injustificadas cada vez que se te da la gana descuidando tu labor de madre.
— Mi papel como madre no invalida mi valía profesional. He encontrado un equilibrio que me permite cumplir con mis responsabilidades familiares y laborales. Si quieres verme en una jaula, seguir esperando que llegue ese momento.
La discusión entre Celeste y Ricardo se intensifica, con ambos expresando sus puntos de vista de manera cada vez más aguda. Lucas, confundido y preocupado, observa la tensión entre sus padres con ojos llenos de tristeza.
Ricardo, furioso y frustrado, aprieta los puños y trata de controlar su ira. Sabe que la discusión no lleva a ningún lado positivo, especialmente delante de su hijo. Con un suspiro, intenta calmar la situación: —Tenemos puntos de vista diferentes, de eso no hay duda. Por esa misma razón, tus padres me dejaron a cargo.
Entonces, llama a la niñera y le pide que se lleve a Lucas a su habitación. Luego se pone de pie y se retira. Celeste se queda sola en la habitación, sumida en una mezcla de tristeza y frustración. Las palabras y acciones de Ricardo la han dejado con una sensación de impotencia, como si estuviera atrapada en una situación en la que no puede hacer valer su voz ni sus deseos.
Se recuesta en la silla, cerrando los ojos y respirando profundamente para calmarse. Sabe que debe encontrar una manera de lidiar con la situación y proteger a su hijo, pero también quiere mantener su propia integridad y autonomía.
Mientras reflexiona sobre los eventos recientes, una sensación de determinación comienza a surgir en su interior, debe encontrar aliados que le ayuden a obtener las pruebas de que Ricardo arbitrariamente se quedó en el puesto de director general y todo el manejo de su fortuna. Sus abogados, desde hace cinco años, vienen encontrando la manera de entrar a en ese territorio y no se les ha permitido, esa seguridad solo indica que Ricardo oculta algo grande.
Celeste, movida por su curiosidad, se dirige discretamente hacia el despacho. Con pasos sigilosos, se acerca a la puerta entreabierta y se detiene, intentando escuchar cualquier conversación. Dentro está también su suegro, “¡Qué novedad!” Se dice, pues desde que Ricardo tomó el mando, no ha dejado de estar presente en ninguna decían de su retoño.
Entonces escucha esa tercera voz, se queda inmóvil frente a la puerta. Intenta recordar de dónde ha escuchado esa voz antes, pero los recuerdos no terminan de encajar en su mente.
Mientras tanto, Nadir, se encuentra cara a cara con un hombre imponente y elegante, vestido con un traje a la medida que resalta su estatus y poder. Al que cree Alessandro Di Marco, el millonario y exitoso empresario.
—Bienvenido, Nadir —dice Lorenzo con voz firme pero cordial—. Tu informe habla muy bien de ti y de tus habilidades como guardaespaldas. Espero que estés a la altura de las expectativas.
Nadir se mantiene erguido y responde con confianza:
—Gracias, señor Di Marco. Estoy comprometido a brindarle la mejor protección y seguridad que esté a mi alcance. Puede confiar en mí.
Lorenzo levantan una ceja y de inmediato corrige el error.
—Soy Lorenzo Lewis y él— señala a su hijo— es Ricardo Lewis, mi hijo.
—Y el nuevo dueño del imperio Di Marco— aclara Ricardo con orgullo— . Entiendo el error, pero aún no consigo que el nombre de mi suegro sea desplazado, aunque debo reconocer que el poder que representa es tal que lo hace todo sencillo.
—Entiendo— dice Nadir.
—Como te lo explicaba mi padre, esta no es una tarea sencilla, Nadir. Mi posición y mi fortuna atraen la atención de muchas personas y también los peligros que conlleva. Necesito a alguien en quien pueda confiar plenamente para proteger a mi familia y a mí mismo. Pero antes, debo ponerte a prueba, si pasas el reto, estás dentro, si no, ya conoces la salida.
—Disculpe, no se me dijo algo sobre alguna prueba, ¿de qué se trata?
—Esta es mi casa y mis reglas, si no está de acuerdo…— menciona Ricardo.
—Me interesa el trabajo, señor Lewis. Y si haya que demostrar lo que valgo, lo haré sin miedo, porque sé que soy el mejor.
—Veremos si esa actitud se transmite en el campo de batalla. Acompáñanos afuera— Menciona Ricardo.
Deja un comentario