Narra Carolina.

Desperté a las 11:00 AM y lo hice con mucha hambre, así que, antes de verme al espejo, bajé a prepararme algo. Sin embargo, antes de siquiera poder entrar en la cocina, vi que la televisión estaba encendida y que estaban pasando las noticias sobre la captura de Leonel. Eso me hizo sentir peor de lo que ya me sentía porque, aunque sabía que en cualquier momento podría suceder, jamás imaginé que sería por mi culpa.

—Carolina —mi padre me llamó desde el sofá y solo así pude apartar la mirada de la televisión.

—Supongo que estás feliz —señalé hacia las noticias—. Solo espero que esto no te resulte contraproducente y que su gente no se entere sobre esta traición. Porque pude salvarme de un accidente, pero no me salvaré de ellos. ¿Pensaste en eso?

—Barcelona te espera.

Reí con amargura.

—¿De verdad crees que Barcelona será mi escondite? Leonel tiene ojos en todos lados, no es estúpido. Y si sus matones no me encuentran, créeme que lo hará él mismo cuando salga.

—No va a salir de ese lugar.

—Ese es tu problema, papá, que subestimas demasiado a las personas. Él va a salir de ahí y vendrá por mí. Acuérdate de mis palabras —apagué la televisión porque no quería seguir escuchando eso y volví a centrarme en mi padre—. ¿Cuándo sale mi viaje?

—En tres días.

—¿De verdad crees que es necesario tenerme que casar? —inquirí—. Leonel ya está en la cárcel y has logrado el que aceptara irme a otro país. Lo otro lo veo irrelevante.

—Es necesario.

—¿Por qué? ¿Cómo es posible que me hagas esto? No lo conozco, no sé si me vaya a caer bien o gustar. ¿Has pensado en lo que me tocará hacer sin sentir amor? Porque yo sí, papá. Y de solo imaginarlo me da asco.

—Algún día vas a entender que todo esto lo hago por tu bien, hija. En tres días nos vamos a Barcelona para anunciar tu compromiso —afirmó, antes de levantarse del sofá dejándome aún más confundida.

▬▬▬▬▬ஜ۩۞۩ஜ▬▬▬▬▬▬▬

Tres días después…

Ya habíamos llegado a España, y en vez de poder tomar eso como un viaje, lo tomaba como un castigo. Incluso, llegué a pensar que hasta Leonel lo estaría pasando mejor en prisión que yo.

Íbamos de camino al restaurante en donde estarían los señores Aragón y su hijo Stefan, pues ahí mismo era que se haría presente nuestro compromiso, puesto que ya se habían corrido algunos rumores y la prensa estaría allí. No sabía qué tan importante era esa familia como para tener que llegar a esos extremos, pero de una cosa sí estaba bien segura y era que todo eso, solo lo hacía por mis sueños.

▬▬▬▬▬ஜ۩۞۩ஜ▬▬▬▬▬▬▬

Narra Stefan

Estaba con mis padres en un restaurante esperando a sus mejores amigos y a la hija de ellos con la que, debía contraer matrimonio. No la conocía ni siquiera por fotografía. Un día estaba viviendo con libertad, y al día siguiente me querían amarrar.

La noticia me cayó de sorpresa y lo peor de todo era que no podía poner objeciones. Fue más o menos así…

—Pero ¿qué has dicho? —vi a mi padre confundido—. ¿Por qué debo casarme? Tú más que nadie sabe que tengo novia y que la quiero, joder. No puedo solo botarla y ya.

—El matrimonio con la hija de mi mejor amigo, ya está acordado. Así que puedes irte despidiendo de tu libertina vida, porque te ha llegado el momento de madurar.

—Si casarme es lo que quieres, si un matrimonio para ti es madurar, entonces déjame conseguir a la mujer que yo quiera.

—He dicho que te casarás con la hija de mi mejor amigo y no está en discusión. Además, la jovencita esa, a la que has nombrado como tu novia, ni siquiera lo es, solo es una más de tus absurdas diversiones.

—Pues me parece que estás actuando de una manera muy injusta. En mis planes no está casarme, no todavía. Tengo una carrera en la cual debo concentrarme para ser el futuro dueño de la empresa. Un matrimonio solo me va a venir a desconcentrar.

—Tómalo de esta manera; si no hay boda, tampoco hay herencia de ninguna empresa.

—¿Es que no me estás entendiendo? ¡Que no la conozco, joder!

—Ya tendrán mucho tiempo para conocerse —afirmó—. Y para que te vayas enterando; una vez después de que se comprometan, ella se quedará a vivir aquí en Barcelona y además estudiará en la misma universidad que tú.

—Pero ¿qué coño me estás diciendo…?

Sí, eso estuvo terrible. Mi padre jamás se había puesto tan estricto conmigo y mucho menos, me había obligado a hacer algo que no quería. Sin embargo, ahí estaba en ese restaurante, esperando a mi «futura esposa», solo para que no me quitara mi sueño de heredar «AP: Aragon Empire».

—Buenas noches —saludó una señora muy guapa, venía acompañada de lo que parecía ser su esposo. Supuse que esos eran los mejores amigos de mis padres. Lo extraño fue que no había otra persona, lo que me llevó a relajarme porque pensé en que ella había sido más inteligente que yo y no aceptó ese absurdo acuerdo.

Mi familia se puso de pie y al hacerlo ellos, tuve que hacerlo también yo. Se saludaron gustosamente y yo sentía que no encajaba en ese lugar.

—Él es Stefan, mi hijo —me presentó mi madre. Saludé a los señores con educación.

—Está guapísimo —me halagó la señora Navarro y todos rieron, yo de lo contrario, me incomodé—. Espera a que veas a mi hija, es bellísima y no lo digo solo por ser su madre.

—Por cierto, ¿en dónde está ella? —cuestionó mi madre, mientras nos volvíamos a sentar todos.

—Oh, dijo que iría al baño —rio—. Está algo nerviosa.

Ellos parecían estar muy felices de la situación, que no eran capaces de notar ni una pizca de mi disgusto. Aparté la vista de ellos y enseguida mis ojos se detuvieron en la hermosa chica que veía alrededor de todo el restaurante, parecía perdida. Llevaba un bonito vestido en color negro que se le pegaba perfectamente a su cuerpo, haciendo lucir sus fascinantes curvas. De pronto, vio hacia mí y cada vez la veía más de cerca. Nunca había sido tan mirón con las mujeres, no me gustaba que me creyeran un acosador, pero esa chica tenía algo que hipnotizaba y por más que quería dejar de verla, no podía. Hasta que…

—Buenas noches… —se detuvo en nuestra mesa y saludó.

Mi padre se puso de pie al instante, al igual que el señor Navarro. Yo seguía ido en su belleza, pero mi padre golpeó mi espalda para obligarme a levantar. Fue de modo que logré espabilar.

—Stefan, ella es Carolina, mi bella hija —dijo el señor Navarro.

Las manos me temblaban e incluso me habían comenzado a sudar, así que tuve que limpiarlas sobre mi impecable traje, antes de estrechársela a ella. Me acerqué más para besar su mejilla y olía realmente delicioso.

No voy a negar que cuando nos sentamos de nuevo, me era imposible dejar de verla, aunque esa vez tenía que ser menos evidente y actuar con más disimulo. Podía presumir que me casaría con una mujer bellísima, pero seguía sin saber si su interior podría ser tan hermoso como lo era su exterior.

▬▬▬▬▬ஜ۩۞۩ஜ▬▬▬▬▬▬▬

La cena transcurrió tranquilamente, ella y yo tuvimos que unirnos a la conversación de nuestros padres solo para aparentar que nos conocíamos desde hace mucho. Compartimos una que otra sonrisa y la verdad era que parecía ser tan real, si ambos no supiéramos que todo eso era más que montado. Eso fue así, hasta que mi padre me lanzó una mirada que había entendido a la perfección; había llegado el momento de pedirle matrimonio. La prensa estaba fuera del restaurante y aunque no era actor, debía hacerlo demasiado creíble.

Me puse de pie, mi corazón latía de los nervios, porque todavía no sabía si ella aceptaría a ser mi falsa esposa. Aun así, me arriesgué, me arrodillé cerca de ella y abrí la pequeña cajita de terciopelo que combinaba perfectamente con el color de su vestido.

—Carolina… —comencé a hablar con una gran sonrisa pintada en mis labios—. ¿Aceptarías casarte conmigo?

Parecía que todo se había quedado en silencio a nuestro alrededor, podía apostar a que las demás personas habían dejado de comer solo por observar nuestro espectáculo.

Carolina colocó sus manos sobre su boca, aparentando estar demasiado emocionada. En sus ojos café oscuro se reflejaban los flashes que provenían desde afuera. La prensa ya estaba capturando ese momento.

—Sí, acepto. —Rio fingiendo emoción.

Carolina estiró su mano y yo deslicé la argolla por su fino dedo. Lo que hice a continuación no estaba dentro de mis planes, pero supuse que besar su mano lo haría ver más creíble. Su piel era demasiado suave.

Ella se puso de pie y con un asentimiento de cabeza, me dio el permiso que necesitaba para besar sus carnosos labios. Eran aún más suaves. El beso lo cortamos después de algunos segundos y me permití tocar su rostro e intentar verla como un loco enamorado. Ahí descubrí que ella era como una mujer de seda.

Cuando salimos del restaurante, lo hicimos tomados de la mano. La prensa nos encerró para hacernos preguntas, pero lo único que ambos dijimos; era que estábamos felices por nuestro compromiso y que estábamos ansiosos por ponerle una fecha a nuestra boda.

LEER SIGUIENTE CAPÍTULO…

Loading


Deja un comentario

error: Contenido protegido
A %d blogueros les gusta esto: