Entro a la casa, mis pies se sienten pesados, pero verla a ella me reaviva el alma, sus ojos contactan con los míos y corre, siento sus piernas enlazarse en mi cintura casi lanzándome al piso. Me alegra que ella sea tan feliz de verme.
—Me alegra tanto que hayas regresado —dice y la aprieto contra mi cuerpo, su calor, su aroma, es todo lo que tengo ahora y todo lo que me mantiene con deseos de vivir.
—Yo también te extrañé —le respondo besando su rostro.
Ella pone los pies en el suelo y sonríe aun con las manos en mi cuello.
— ¿Todo bien? —pregunto y asiente.
Me abrumaba la posibilidad de que se saliese de control mientras yo no estuviera.
—Te amo Amy —beso sus suaves labios que he extrañado tanto.
No puedo vivir sin ella, no puedo perderla.
—Yo también te amo James.
— ¿Qué tal tu tiempo solas? —vuelvo a preguntar de una manera de directa.
—Bien, estuve mucho tiempo en el bosque, es embriagador, ¿sabes? La luna, el viento, la… —frena sus palabras en seco como maldiciendo por expresarse tanto.
— ¿La sangre? —ella asiente insegura.
—No te voy a negar que me resulta desagradable, pero no quiero que te cortes a la hora de hablar de ello. —me mira a los ojos y se muerde el labio inferior — Total transparencia, ¿recuerdas?
—Es que siempre temo que en cualquier momento descubras que esto te resulta demasiado grotesco, que te de miedo.
No puedo negar que algo de miedo me produce veces, pero creo que es normal, anormal seria que no me lo diese.
—Mi amor por ti me da el valor para enfrentar lo que sea.
Me quedo mirando sus labios decidiéndome si besarla.
—Y tú, ¿encontraste es que ibas a buscar?
Trago en seco unos instantes.
—Sí, lo he conseguido. Solo queda esperar a que llegue la luna llena.
(…)
Al pasar los días empezaron a desaparecer vacas, gallinas y se rumoreaba que también una persona. Amy sigue tomando la sangre que yo le doy pero me preocupa que ya no sea suficiente, he despertado varias noches y no la he visto a mi lado pero pensé que solo cazaría en el bosque. Pero cada vez estamos más cerca de la luna llena y no sé si eso influye en su vampirismo.
—Amy —entrelazo su mano pero ella la aparta.
—Sé que me vas a decir, crees que soy yo.
— ¿Y, lo eres? —no sé por qué se enoja —Amy, no voy a dejarte de querer por algo que no puedes controlar, pero tal vez te puedo ayudar a manejarlo. —su rostro se ablanda un poco con mis palabras, creo que encontré que es lo que le preocupe.
— ¿Estás seguro de eso?
—Siempre.
Ella suelta un suspiro profundo.
—Sí, soy yo —admite pero no me sorprende, aunque trae una angustia en mi pecho ¿Qué puedo hacer?
—Bien —intento ver si se me ocurre algo inteligente para decirle.
— ¿Y?
—La persona que está desaparecida, ¿sabes algo de eso?
Sus ojos se vuelven llorosos y su respiración se agita, en el fondo esperaba que no fuese ella, me quería engañar a mí mismo.
—Lo siento —dice y se desploma a llorar sobre mi pecho.
—Shhh, —paso mis manos por su espalda en un abrazo —No pasa nada —bueno, si pasa, ha matado a alguien y eso me aterroriza.
— ¿Qué vamos a hacer James?
— ¿Pero por qué? ¿Es algo del hambre o es el instinto? —Ella vacila en hablar. —Amy, puedes contármelo.
—Es algo más, pero tengo miedo James.
— ¿Qué es?
—Hay algo creciendo dentro de mí.
— ¿Tu esencia vampira? —ella niega.
—Mi alma se fragmentó al quererte y al estar contigo, mi cuerpo humano también cedió a ello.
No entiendo bien lo que dice. Ella toma una de mis manos y la lleva a su vientre. Puedo sentir como algo se mueve dentro de ella, mi corazón se dispara al entender sus palabras.
—Son dos —dice.
¿Voy a ser padre? Estoy al borde del infarto, entre el pánico y la alegría. Voy a sr padre, voy a ser padre.
— ¿James? —Amy me despierta de mis pensamientos.
¿Son humanas? ¿Son vampiras?
—Tengo tantas preguntas.
—Yo tampoco tengo todas las respuestas.
—Amy, creo que lo mejor es irnos de aquí, esta misma noche de ser necesario, nos quedaremos en el bosque los días que nos faltan hasta la luna llena. Allá puedes cazar y estaremos lejos de todo. Yo los protegeré Amy, a los tres.
Sus labios hacen contacto con los míos, tengo miedo, y estoy seguro que ella más, esto, un futuro con ella es todo lo que quiero.
Decidimos que nos iríamos esta misma noche a cualquier otro lugar.
Tomamos algunas de nuestras cosas, las más esenciales, sobre todo para mí, saliendo por la parte de atrás de la casa observamos como una nube de antorchas y ganchos se acercan a nuestra posición. Supongo que así funcionan las mentes en los pueblos pequeños, la culpa siempre será de los nuevos, y más si van comprando sangre animal por el mercado.
Nos buscan , nos siguen.
—Sube a mi espalda —me pide Amy — ¡Rápido! —obedezco y me sorprende la facilidad con la que puede cargarme y se hecha a correr.
Nos adentramos en el bosque entre los árboles, ella mira a todos lados como buscando algo y sigue su camino. Las hojas crujen bajo sus pies y los claros de la luna es lo único que nos ilumina.
Algo pasa que solo puedo sentir como mi cuerpo rueda en el suelo, tengo ramas encajadas en las manos. Alzo la vista para buscar a Amy, y la veo, está de pie, formando una barrera entre el lobo que nos derribó y yo.
Quiero protegerla, debería ser yo quien la protegiese pero me mantengo en mi posición. El lobo le gruñe y veo como la baba cae de su boca peluda.
¿Qué puedo hacer?
De un segundo a otro el animal se lanza sobre Amy, ella logra agarrarlo por el cuello y el casi roza con sus garras su ropa, ella lo lanza lejos. El animal se recupera de su impacto contra el suelo y vuelve a atacarla, esta vez sus colmillos se clavan en el brazo de Amy, veo como las gotas de sangre caen al suelo. Ella toma con ambas manos la cabeza del lobo y en un crujir noto como rompe su cuello y el animal cae muerto en el piso.
Un alivio me recorre hasta que Amy también cae en el piso.
— ¡Amy! —me acerco a ella y pongo su cabeza entre mis piernas.
Espero que la herida cicatrice pero no lo hace.
—Su mordida, es venenosa.
—Te cuidaré no te preocupes —hallaré una forma de salvarla, no puedo perderla
—San…gre. Sangre humana es lo único que puede ayudarme.
—Toma la mía —ofrezco mi brazo pero ella lo aparta.
—No puedo tomar la tuya James, es la misma que la de los bebes. Debes ser otra.
—La conseguiré, no importa cómo, lo haré.
—Gracias —se desvanece y duerme profundamente hasta la mañana siguiente.
La cargo entre mis brazos, tal vez no con la facilidad con la que ella podría hacerlo, pero la llevo hacia una cueva que encuentro. Armo una especie de nido con hojas para darle algún tipo de comodidad.
Yo paso la noche en vela controlando su temperatura. Los ojos me pesan y despierto de pronto de unos pequeños segundos de sueño
—Buenos días —saluda sonriente
— ¿Amy? ¿Qué haces levantada?
—Tranquilo, estoy bien, descansa un poco. Por cierto, gracias por la sangre. ¿De dónde la sacaste?
—Estuve caminando toda la noche y a nuestra suerte encontré el cuerpo de algún loco que se suicidó. —me siento en el colchón de hojas para quedar frente a ella.
—Ya tengo fuerzas para caminar, puedo levantarme y cazar
— ¿Cazar?
— Tú también necesitas comer.
—Gracias, pero yo te necesito a ti y eso incluye que estés recostada en tu cama de hojas
—Está bien, doctor, como ordene —me responde de manera irónica dándome un beso en la frente y yéndose a acostar.
Conseguir sangre se ha hecho más que difícil a pesar de descubrir el riachuelo en que nos bañamos a veces al que vienen personas de vez en cuando. Cuando ella está bien los caza por sí misma, cuando no, lo tengo que hacer yo, algo muy desagradable que no le recomiendo nadie. Mis instintos y mis principios se enfrentan, como médico juré que nunca dañaría, pero su vida está en riesgo, mis hijas están en riesgo.
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