Gloria No sintió cuando entró la maestra, seguía con su mente perdida mientras su mano se movía con total libertad por la hoja. Cuando terminó, colocó el lápiz sobre la mesa y se recargó en la silla. Suspiró profundamente y después sonrió. —¡Vaya! —dijo la maestra y su alumna se exaltó un poco, no sabía…
Los soñadores – 9
