AUDREY Las entrañas me escocían. Parecía que miles de cristales rotos recorrían mis intestinos como si durante cinco días, no me hubiese alimentado con nada más que bombillos triturados por mis propios dientes. La angustia era la culpable de todo. Angustia por no saber qué era lo que había pasado aquella noche en la que,…

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