Lía se encuentra dentro del automóvil, camino al aeropuerto, el silencio reina en el vehículo, pero la tensión es palpable. El viento frío azota su rostro, pero no puede sentir nada más que el dolor punzante en su corazón destrozado. Cada segundo que transcurre dentro del vehículo, es una batalla contra su guerra interna, una lucha entre el pasado y el futuro.
Sus pensamientos se entrelazaban en una maraña confusa. Por un lado, el camino que su padre le había mostrado, el mundo de la intriga, la estafa y mentiras. Por otro lado, el sueño que Raúl le había preparado, una vida de libertad y paz. Pero mientras el asesino de Raúl siguiera libre, no puede mirar hacia adelante.
El dolor y la ira la impulsan a buscar venganza, a desentrañar la verdad y asegurarse de que aquellos responsables paguen por sus actos. No va a permitir que el sacrificio de Raúl quede impune. Sin embargo, también hay una voz en su interior que anhela la libertad, dejar atrás la oscuridad y encontrar una vida llena de amor y felicidad.
Alejandro es el único en quien podía confiar para llevar a cabo su venganza, pero también deseaba hacerlo sola, lejos de los planes y manipulaciones de su padre.
Lía continúa con la cabeza ladeada hacia la ventana, perdida en sus pensamientos mientras contempla el cielo despejado de la mañana. Finalmente, rompe el silencio que los ha envuelto durante el trayecto.
—Necesito ayuda y sé que solo tú puedes dármela—, dice en un tono decidido—. Quiero encontrar a los responsables de la muerte de Raúl y asegurarme de que paguen por lo que han hecho. Pero quiero hacerlo a mi manera, sin la intervención de mi padre. ¿Puedo contar contigo?
Alejandro suspira, consciente de que no puede negarle su apoyo a Lía. Él comprende el profundo vínculo que existía entre ella y Raúl, y entiende su deseo de buscar venganza por su cuenta. Aunque siempre se ha mantenido al margen de los asuntos personales de Lía, en esta ocasión sabe que su ayuda es indispensable.
—Entiendo el dolor que llevas en tu corazón y comprendo tu deseo de tomar las riendas de esta situación—responde Alejandro con voz serena—Raúl era un ser especial para ambos, y su muerte es algo que no podemos ignorar. Estoy dispuesto a ayudarte, pero quiero que entiendas que esto no será fácil y tendrá consecuencias.
Lía asiente, demostrando que comprende los peligros que enfrentará en su búsqueda de justicia. Sus ojos reflejan una mezcla de determinación y dolor.
—Sé que no será un camino sencillo, Alejandro—, responde Lía con determinación. —Pero estoy dispuesta a asumir todas las consecuencias que vengan. Necesito hacer esto por Raúl y por mí misma. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras los responsables siguen libres, acechándonos y esperando la oportunidad de acabar con nosotros.
La intensidad en la voz de Lía revela el fuego que arde en su interior. Su corazón roto la impulsa a buscar justicia y asegurarse de que ninguna otra persona sufra el mismo destino trágico que Raúl. Está dispuesta a enfrentarse a cualquier peligro y superar cualquier obstáculo que se interponga en su camino.
Alejandro observa a Lía con una mezcla de orgullo y preocupación. Sabe que no podrá detenerla, que su determinación es inquebrantable. Pero también sabe que estará a su lado, protegiéndola en la medida de lo posible y brindándole su apoyo incondicional.
—Estoy aquí para respaldarte— dice con serenidad. —Te acompañaré en esta búsqueda y te protegeré en la medida de mis posibilidades. Pero prométeme que serás cuidadosa y estratégica en tus acciones. No podemos permitir que la sed de venganza nos nuble el juicio.
—Pídele a tu gente que los rastree, que los busque hasta debajo de las piedras si es necesario, pero quiero tener por lo menos un maldito rostro que lleve a ellos— expresa con rabia—. No me mires así, prometo ser cuidadosa y estratégica en mis acciones. No voy a actuar de manera impulsiva. Te mantendré al tanto, pero quiero hacerlo sola.
Alejandro la miró fijamente, evaluando su determinación.
—Te conozco lo suficiente para saber que no podré detenerte si tienes esa mirada en tus ojos. Pero quiero que comprendas que no estás sola en esto. Estoy aquí para apoyarte y protegerte en la medida de lo posible.
—Confío ciegamente de que así será.
—Raúl, era como un hijo para mí. Entiendo tu dolor, yo también tengo ganas de matar a todos esos hijos de puta, pero si haremos esto, lo haremos con precaución. No solo la policía nos sigue, esos miserables asesinos conocen nuestros rostros y un paso en falso y enviarán a los agentes sobre nosotros. Recuérdalo.
Lía asiente nuevamente, comprendiendo la importancia de la prudencia en su peligrosa misión. —Prometo ser cautelosa, Alejandro. No actuaré de manera impulsiva. Te mantendré informado de mis movimientos, pero quiero hacer esto a mi manera. Necesito encontrar a los responsables y enfrentarlos yo misma.
Aparta la mirada y vuelve a recostarse en su asiento.
El coche continúa avanzando hacia el aeropuerto, pero en el interior de Lía arde un fuego renovado. Ha tomado una decisión audaz y se ha comprometido a seguir su propio camino en busca de justicia. Enfrentará su guerra interna mientras se adentra en el peligroso territorio de la venganza, pero también sabe que no estará sola. Alejandro será su apoyo y guía en esta oscura travesía hacia la verdad.
—No estás sola en esto— le recuerda Alejandro.
Ella cierra los ojos y solo escucha el ruido de las olas rompiendo contra la costa, llenando el silencio forzado en el vehículo, tanto ella como Alejandro, tratan de encontrar claridad en medio de su torbellino de emociones.
Las palabras de Raúl resuenan en su mente, recordándole su deseo de que sea libre, de que encuentre la felicidad más allá de la guerra y la violencia.
«Raúl…», susurró en voz baja, permitiendo que su nombre escape de sus labios como un último adiós. «Te amé y siempre te amaré, pero no puedo seguir adelante sin vengar tu muerte, sé que querías que saliera de este ciclo de destrucción y lo haré, lo prometo.”
Con cada palabra que pronuncia, siente cómo su corazón se libera de una parte de su dolor. Sabe que el camino que va a elegir no será fácil, pero está decidida a honrar la memoria de Raúl persiguiendo la justicia y la verdad. Su decisión final es tomar las riendas de su propio destino.
El viento sopla más fuerte ahora, como si estuviera dando aprobación a su elección. Ahora abre los ojos y mira hacia el horizonte, donde el sol comienza a asomarse entre las nubes. Es un nuevo amanecer, un nuevo comienzo para ella, para todos.
—¿Cuánto dejaremos pasar, para terminar con ellos?
—No mucho, lo prometo.
Lía, fija su mirada un segundo, sabe que tiene a alguien en quien confiar en medio de su dolor y su búsqueda de venganza. Juntos, forman un pacto silencioso para enfrentar a los responsables y encontrar la verdad.
—Está bien, lo haremos a tu manera Alejandro. Sin importar el tiempo, estaré lista para mirar de frente a la muerte.
—Lo haremos juntos.
El coche continúa su camino hacia el aeropuerto, y en ese momento, Lía entiende que su vida nunca volverá a ser la misma. El destino les espera con desafíos y obstáculos desconocidos, pero sabe que Alejandro siempre estará a su lado, juntos enfrentarán cualquier adversidad. El camino que han elegido no es fácil ni seguro, pero la determinación de Lía es inquebrantable. Está decidida a buscar justicia por la muerte de Raúl y encontrar su propia libertad en el proceso, incluso si eso significa enfrentarse a su padre y a un peligroso enemigo desconocido.
Así, con el pasado a sus espaldas y el futuro extendiéndose ante ella, Lía se adentra más a ese mundo de peligro e intriga, ignorando que lo que la aguarda, es más que eso.
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