Capítulo 10: La mata pasiones me dicen…





*Omnisciente*


Besar esos labios le han confirmado que son ambrosía pura; suaves, delicados y sin duda alguna un jodido fruto prohibido. Brida no ha hecho más que poner su vida de cabeza, sin embargo, se encuentra conforme con ello, los días anteriores en los que se evitaban a toda costa fue un completo desastre para sus pensamientos, el no actuar normal y sentir que la situación se le escapaba de las manos solo incrementaba las ganas de ir hacia ella… él conoce perfectamente el como se siente estar atraído por alguien y cuando solo hay existencia de esta, pero entre Brida y él existe algo más, lo percibe. Tal como cuando en tu mente se instala una percepción de algo que posiblemente va a pasar, aunque no estés seguro del todo y esa sensación no se evapora en ningún momento, no hasta que no sucede algo.

Brida es capaz de sacar lo peor y lo mejor de él en un santiamén. Suele ser alguien de personalidad hermética, es lo que algunos dicen, no obstante, esta se ha ido mezclando con un actuar chispeante desde que ella apareció. Le gusta hacerle enojar, verla perder la paciencia y él es ideal para eso. Brida tiene inseguridades, él también lleva consigo muchas; el sol no puede ocultarse con un dedo y él perfectamente sabe que lo que han iniciado unas horas atrás no es para tomárselo a la ligera. No puede negar que el ver el reflejo de ella y él ante el espejo le causo temor por unos segundos… una imagen tan irreal, es como si sobre ellos se hallase un aura de paz y ese sentimiento entre ambos no fuera prohibido.

Aceptar la invitación de la señora Marion le pareció bien, ya que Brida no conoce a las familias del vecindario, así que la llegar a la casa de Marion Sebastián permitió que Marion se la llevase con ella, el conocer a otros o le hará ningún mal.

Él ha optado por quedarse charlando con un grupo de hombres a los cuales no había tratado mucho, pero que tienen temas importantes de los que hablar, unas que otras veces no ha podido evitar echar un vistazo hacia ella permaneciendo por unos segundos deslumbrado, realmente hermosa y su forma de actuar tan natural y vivaz es más atrayente que cualquier otra cosa que él haya visto.

La charla con los tres hombres ha pasado de ser interesante a volverse aburrida, esta acostumbrado a tratar con personas que el doblen la edad y en cierta forma se le es más agradable así, sin embargo, los tres hombres ahora solo hablan de política tema que Sebastián no es que odie, por su parte evita esos temas para no caer en la tentación de decir las verdades como son ante ese tema. Así que con una disculpa se aleja en busca de Brida, no obstante, no la encuentra por ningún lado, las mujeres que estaban con ella antes se hayan sola cuchicheando y observándole muy interesadas acción que provoca que él les dedique una mirada no muy agradable. Su mirada recorre el living sin toparse con Brida.

«tal vez está con la señora Marion«

Este pensamiento queda descartado al ver a Marion entrar al living con tres personas que él perfectamente conoce y de la cual creyó que no volvería a ver más después de dejarle las cosas claras.

Sophia no pierde el tiempo al ingresar al living, su mirada busca a una única persona, la cual se encuentra a varios pasos de ella y la observa con una frialdad que no creyó que ese hombre tan dulce podría albergar. Una sonrisa se dibuja en sus delgados labios pintados de un fucsia intenso al sentir la intensidad de esa mirada.

—Me disculpáis, iré a saludar a alguien. —se disculpa con voz cantarina.

—No te preocupes, Hija. La señora Marion nos presentara a unos amigos suyos. —responde su madre sin interés.

Marion alza la mirada hacia la dirección a la que se dirige la joven mirando extrañada que conozca Sebastián, no puede negar que el rostro de Sophia se le es familiar, mas no logra recordar donde la ha visto antes, sin seguir especulando al respecto comienza a presentar sus invitados a la nueva familia que se ha mudado al vecindario.

—Vaya, no pensé que te vería aquí, Sebastián. ¿has venido a darnos la bienvenida?

Expresa sarcástica, deteniéndose a unos pasos frente a él.

—Después de tanto tiempo estamos de acuerdo en algo, tampoco espere encontrarme aquí contigo, Sophia. -alega hostil—. ¿Qué hacen aquí?

—Te equivocas, querido. Siempre lo hemos estado, es cuestión de hacerte recordar. —alude seductora, contemplándole con un brillo travieso en sus ojos—. Por lo visto aun no te has enterado, nuevamente vuelvo a este lindo vecindario, solo que esta vez no será viviendo en el mismo lugar que tú.

«¿Qué?»

¿Ella y sus padres son la nueva familia?

Eso si que él no se lo esperaba.

El mencionar que una vez vivieron juntos remueve viejos recuerdos. Su relación no finiquito de la mejor forma, sin embargo, desde que acabo él ha intentado que ella entienda de una vez por todas que ya nada volverá hacer como antes, que el tiempo paso y aunque olvidar no ha sido fácil ha logrado mantener esos recuerdos fuera de su vida.

Así que procede a un último intento, y antes de hacer lo que tiene en mente repara a su alrededor y confirma que todos se encuentren entretenidos.

—Necesitamos hablar, ahora.

Mangonea sin vacilación, sujetándole la mano comenzando a marchar fuera del living.

—¿Qué pasa contigo? ¿Suéltame?

Le sermonea ella, intentando zafarse de su agarre en vano. Sebastián se ha aleja del living por un pasillo que da con lo que parece ser la cocina, no hay nadie, por lo que deja de sujetar su mano, Sophia le ofrece una mirada irritada masajeando su mano.

—¿Qué pasa conmigo? —replica con frialdad—. ¿Qué es lo que esta pasando contigo, Sophia? Te apareces después de un tiempo aparentando que nada paso. Tú y yo cortamos y por la amistad bonita que tuvimos antes de nuestro noviazgo, es que te pedí que pasaras página y cada uno hiciera su vida nuevamente.

Enerva. Le mira por un instante dándose cuenta que no ha cambiado mucho, tan preciosa como siempre. Pero ya no hay esa agitación en su pecho, no como antes.

—Ambos cometimos un error Sebastián…

Pretende ella hablar, él no se lo permite.

—Un error que posiblemente hubiese terminado diferente si tú hubieras hablado con la verdad, Sophia.

Formula severo, aproximándose más a ella.

—Tenia miedo, tú actuabas como si aquello hubiera sido una bendición cuando en realidad cambiaría nuestras vidas.

—Lo hacía por ti. Te habría apoyado sin importar la decisión que tomaras, ¿es que no me conocías?

Objeta, acortando la distancia acorralándola entre la encimera.

—Eso ahora ya no importa, Sebastián. -revela con voz floja, todo rastro de coqueteo a desparecido.

—Y es por ello que debes parar, Sophia. Ya no siento nada por ti. —habla él, mirándola directamente a los ojos. Ella intenta apoyar sus manos en los hombros de él, mas este no se lo permite atrapándolas entre las suyas.

—Por ella si sientes algo. —protesta gutural, jaloneando con él para que la suelte—. Estas cometiendo en gran error al enrollarte con tu prima, Sebastián ¿te has vuelto loco?

Sophia sabe que esas palabras son una pérdida total en él, no es de los que se deja llevar.

El pensar con reflexión es lo primordial, y si él tuvo el valor de desnudar sus sentimientos a Brida, debe tener el mismo valor para enfrentar lo que ello significa en su familia y sociedad. No obstante, Sophia percibió una mínima inseguridad en Brida, la cual no dudo en hacer emerger esta noche cuando la enfrento antes en el pasillo.

—Lo que sienta por otra persona no te incumbe. Así que voy a pedirte que no te metas, Sophia. —masculla soltándola, alejándose al otro lado de la encimera, Sophia no se rinde y va tras él.

—No hagas de una simple frenesí algo más grande que solo traerá consecuencias para ambos. Piensa en Verónica y en lo que ese capricho libidinoso ocasionara en tu familia. —permanece detrás de él, sintiendo el enojo emanar de su cuerpo—. Lo que será lo mismo para esa tipa, ya que tu abuela nunca la ha querido, pero dudo mucho que tu abuela se quede de brazos cruzados.

En ese instante Sebastián voltea con brusquedad y la inmoviliza de los hombros, el autocontrol no se ha desbordado por completo. Sería incapaz de hacerle daño a una mujer, pero la sorpresa de esa acción se refleja en la mirada de Sophia y en su cuerpo que ha comenzado a sacudirse ligeramente, no es el tipo de contacto que desea de él.

—¡Basta! Si la familia se entera es nuestro problema, solo nuestro y nada más, Sophia. Y te voy a pedir que no te acerques a Brida, dejala en paz… y nuevamente te digo pasa página…

—¿Interrumpimos?

Inquiere una voz femenina, encrespada. Sebastián se aparta de Sophia y guía su mirada hacia la pequeña mujer que se haya inmóvil en medio del arco de entrada de la cocina contemplando con turbación a ambos, Brida.

Marión observa a la apareja con preocupación, en el ambiente se experimenta una tensión que podría cortarse con tijeras si fuera posible, ahora que observa con mas atención a Sophia y que se halla junto a Sebastián a su mente se asoman unos recuerdos un tanto borrosos por el tiempo, no obstante, ahora recuerda que hace unos tres años atrás esa joven era la novia de Sebastián, se le vio unas que otras veces en el vecindario.

«Que tonta soy»

¿Cómo se me pudo a ver olvidado algo así»

Se sermonea así misma meneando su cabeza.

—No interrumpes nada, querida. —responde Sophia dibujando una sonrisa hipócrita, lo cual hace que el estomago de Brida se revuelva.

—Sophia y yo estábamos…

Sin saber porque Sebastián desea aclararle a Brida, no le importa que estén otras personas presentes. Brida no le permite seguir hablando.

—No me interesa, solo dame las llaves de la casa, quiero irme.

Menciona mordaz. Ahora más que nunca necesita marcharse.

—Ella me ha dio que no se siente bien, es mejor que la lleves a casa, muchacho. —Marion decide intervenir en esa extraña situación que se ha desarrollado en su cocina. Ingresa por completo a la estancia caminado hacia el advirtiéndole con la mirada. Podrá ser mayor que ellos, vieja como muchos la catalogan, pero es imposible que se le escape algo, entre esos dos pasa algo y Dios la libre de estar cerca cuando la bomba más grande reviente.

—¿Qué te sucede? —pregunta alarmado pretendiendo acercarse en vano, dado que ella se aparta—. ¿Vamos a un hospital, que sientes?

Interpela, esta vez con voz resonante al advertir como ella huye de su cercanía.

Por otro lado, Brida no sabe con certeza que es lo que le sucede ahora.

—Es un simple dolor de cabeza, Sebastián. Si no te molesta necesito las llaves de la casa, o te vas conmigo para que me abras, tú decides.

Sophia no puede evitar sentir celos, el semblante de Sebastián se ha transformado por completo al escuchar a Marion mencionar que la primita se siente mal. Nada de lo que diga o haga cambiara lo que esta floreciendo entre esos dos. Aunque no piensa abandonar una batalla, no sin dar su última pelea y se encargara de que acabe dulcemente para ella y amargamente para esos dos…

—Vamos… —pronuncia ronco, virando su cabeza a las dos mujeres detrás suyo—. Señora Marion gracias por la invitación y lamento mucho tener que marcharnos así.

—No se preocupen, ya habrá otra ocasión…

Brida que ha comenzado a marcharse escucha unas últimas palabras y no precisamente de Marion.

—Hasta pronto Brida, recuerda nuestra conversación…

***



—¡Hey!

—Brida espera.

Brida no presta ni la más mínima atención a los llamados de Sebastián. Al abandonar la casa de Marion no pierde tiempo y acelera sus pasos un acto estúpido de su parte, ya que él es quien tiene las llaves de la casa

—¡Dios! que te esperes mujer. —le insiste, pero sigue ignorándole.

Al llegar al soportal de la casa ella apoya su espalda en una de las columnas esperando a Sebastián y que así abra de una vez y pueda marcharse a su habitación.

—No voy abrir. —decreta severo, tomando la misma postura que ella en la otra columna. La luz del soportal le permite apreciar sin problema su rostro, así pues, nota en su semblante un aire taciturno.

Brida entrecierra sus ojos cansada soltando un bufido. No quiere pelear, no desea que la noche termine así, pero ¿cómo diablos hace con toda la consternación que la ciñe de pie a cabeza, con todo el revuelto de emociones que carga encima?

¯Sebastián no deseo iniciar una discusión, de verdad no me siento bien. Quizás el chapuzón en la alberca esta tarde me hizo mal. — «y lo que hemos iniciado» quiso decir también, aunque prefirió pasar en silencio—. Solo quiero descansar. —miente, porque pase a todo su estómago no conoce de enfados—. Hoy fue un día muy ajetreado, aunque no lo parezca y tú bien lo sabes.

—En parte puede que tengas razón, sin embargo, sé que algo más te sucede y las palabras de Sophia antes de salir de casa de Marion me lo han confirmado, Brida. —alude ronco, abandona la columna y con pasos lentos emprende a aproximarse a ella, esta vez ella no riñe, permanece de brazos cruzados observándole inexpresiva—. Sea lo que sea que estés sintiendo ahora puedes decírmelo; hablar es mejor que callar hace menos daño, Brida, ahora somos un equipo puede que esto tan solo lleve unas horas, pero siento que han paso días con todo lo que sucedió esta noche. Brida hemos dado un paso que a vista de otros es muy fácil, por lo contrario, no lo es y no lo digo por nuestra situación en la que una línea sanguínea nos une, lo digo como todos deberían decirlo cuando están en una relación de noviazgo, si no hay base de palabras, de indagar el que aflige a la otra persona, entonces algo se esta haciendo mal. Si algo te molesta nunca dudes en decírmelo al igual como yo lo haría, conjuntamente podemos llegar a un acuerdo… no veamos esta relación como un grillete que sujeta nuestra verdadera forma de ser, esa no es una relación. Lo ideal es que ambos nos sintamos complacidos y que al momento de sentir algo sea bueno o malo que gire entorno a ambos, lo hablemos.

Quizás no san las palabras que ella desea escuchar ahora, aun así, debía decirlas… ella debe saber que para él es importante esa relación y que desde el primer día las cosa se harán bien.

Brida se a sumergido en esas palabras, el escucharle hablar de ese modo es fascinante, En otras palabras, declara que el inicio de su relación no es un juego para él.

¿Qué pasa con ella que ha permitido que otra persona envenene su mente, que juegue así con ella?

Las emociones provocan que nuestra estabilidad emocional se desmorone en un santiamén, no obstante, somos nosotros mismos quienes decidimos si aflojamos ese poder por completo y que ya no haya solución.

«Soy Brida Dinmentilzon. Jamás me ha importado lo que otros digan de mí, y no la hará en este momento»

«Al diablo todo»

«Soy la única responsable de mis decisiones, solo yo. Por tanto, el resto no tiene porque importarme si seré yo quien después afronte las consecuencias, sean buena o malas»

Son muchas cosas en tan poco tiempo por lo que el desborde de emociones se vale, pero no va a permitir que su vida se torne gris, que va.

—Tal y como lo has dicho… en unas horas han sucedido muchas cosas, que de una u otra forma iban desbordar emociones en mí o en ti. Gradezco que sucediera ahora en mí. Tu ex ha alcanzado a joderme la noche y me odio por ello, pero está bien después de todo, cometer errores es de humanos y estoy completamente segura que si vuelve no me detendré Sebastián. —murmura con desagrado, levanta la cabeza para mirarlo directamente a los ojos—. Esa mujer quizás haya dicho alguna que otra verdad, de todas maneras, la tipa dramatiza más de lo normal y no es hasta ahora que logro comprender que estoy enojada conmigo misma por permitir que sus palabras me hicieran perder el control de mis emociones.

Confiesa con voz floja, cediendo a que los brazos de Sebastián estrechen su cuerpo con el de él en un abrazo. No sabía que tenía frío hasta que siente la calidez del cuerpo de él cubrirla, su cabeza descansa en pecho justo en el lado que su corazón late, los brazos de ella también se ciernen alrededor del cuerpo de Sebastián. Con una de sus manos Sebastián comienza a liberar el cabello de ella dejándolo caer sobre su espalda, pasa la palma de su mano sobre su cabeza en un gesto tranquilizador.

—Se lo que conlleva una relación y me alegra saber que estamos de acuerdo en algo, Sebastián. —murmura abrazándose más a él—. Sophia será un grano en el trasero. No se si le diste agua de calzón o que, pero no se va a rendir y menos ahora que sabe que somos unos pecadores.

—¿Agua de calzón? —pregunta al borde de la risa, solo a Brida se le pueden ocurrir esas cosas—. Tendrá que aceptarlo, Brida. Lo que hubo entre ella y yo paso hace mucho y… —dice con voz impostada, permaneciendo en silencio por unos segundos. Sebastián tiene contarle muchas cosas a Brida acerca de esa relación, sin embargo, aún no es el momento—. Cuando sea el momento te hablare de ello, solo ten en cuenta que nada de eso me ata a ella ahora.

Algo le dice a Brida que en esa relación paso algo profundo que marco tanto a Sophia como ha Sebastián, mas no profundiza al respecto. Sebastián se lo contará cuando él crea que sea conveniente, mientras deberá sosegar la curiosidad.

—Eso espero, Sebas. —objeta apartándose un poco, él aprovecha para sujetar su barbilla y acercarla a él baja su cabeza buscado la distancia perfecta entre sus rostros y así poder besar esos endemoniados labios. Una sonrisa pícara provoca que todo rastro del aire taciturno que notó antes desaparezca… como una clara invitación a que asalte sus labios, Brida se muerde el labio inferior mirándole con provocación. «Bendita seas mujer» reflexiona al ver lo condenadamente hermosa que luce cuando toma esa actitud. No pierde tiempo y la aprisiona entre la columna y su cuerpo para después cubrir sus labios con los suyos en una explosión de puro anhelo, Invadiendo, lamiendo y ambos permitiéndose tomar de sus bocas sin piedad.

Brida logra sacar la camisa de entre su pantalón, introduciendo sus manos bajo ella. Comienza acariciar con la punta de sus dedos el abdomen plano y musculoso, su pecho ancho… Sebastián parece estar siempre a una temperatura alta, la calidez de su piel es maravillosa.

Al apartarse por falta de aire, casi puede jurar que ha escuchado gruñir a Sebastián.

—Me da un poco de lastima por Sophia, ya que mientras ella sufre por «nuestra relación pecaminosa» nosotros aquí bien felices de irnos al infierno y comer del fruto prohibido deliciosamente… —comenta ella con diversión, dejando un casto beso en los labios de él.

—Ummm… No diría que todo el fruto prohibido, aún falta por probar más de ese fruto, que se extiende con gran magnitud. —alega travieso, examinándola de arriba a abajo. Al ver como Brida abre sus ojos de en par en par deja brotar una carcajada tras otra, solo le gusta molestar verla perder los papeles y escandalizarla.

—Que pesado eres. —masculla, pellizcándole el pecho a lo que Sebastián da un respingo por la impresión—. Tú querido mío, no has llegado al verdadero fruto prohibido, así que suerte con eso.

Ella conoce ese lado travieso de Sebastián y no le molesta, en absoluto… ella también tiene uno y si él piensa que saldrá corriendo, está muy equivocado.

—No necesito suerte, Brii. Solo tiempo y bien dicen que el tiempo de Dios es perfecto. —contesta con seguridad, y le guiñá el ojo para después alejarse. Cuando va en busca de la llave observa su camisa y con una sonrisa tonta niega para después dar una mirada a Brida, quien aun esta recostada a la columna observándole concentra—. Por lo visto tú si deseas comerte el fruto, mirad como me has dejado la camisa.

Dicho esto, saca la llave y abre. Busca el interruptor de luz encendiendo las del pequeño pasillo y la del living. Brida también ingresa, cerrando y colocando seguro para después ir tras él.

—Eso es solo una arruguita a comparación de lo que en mi mente deseo hacer con esa camisa y lo que hay debajo, no seas llorón.

En su mente desea quitársela y no de una forma dócil, no. Ella desea romper los botones y quizás rajar un poco de la tela y así poder mimar con más soltura su pecho, abdomen, su espalda y brazos… ¡Dios! quiere tocar cada parte de esa piel ardiente, eso se siente de maravilla. Solo eso desea.

—La camisa no tiene culpa de tus deseos, Brida. —comenta calmado, disfrutando del aura que ahora la rodea; deseo, el más cálido deseo que se pueda reflejar en una mirada—. Te ahorrare el trabajo…

Sin previo aviso Sebastián emprende a desabotonarse su camisa, Brida no puede impedir que sus ojos se abran a mas no poder al verlo, ¿acaso quiere que se vuelva loca?

—¿Qué haces?

Por puro milagro su voz ha surgido fuerte y clara. Mas él no le responde, a decir verdad, solo sonríe terminando de desabotonar el último botón. Abre la camisa dejándosela así, sin terminar de sacarla de su cuerpo

—Soy todo tuyo, Brida…

Ese maldito hombre va terminar matándola.

«Descarado»

Lo tiene justo en el frente luciéndose y ella no puede dejar de comerse con la vista su piel bronceada. Sus dedos pican por tocar y acariciar como tanto desea hacerlo, sin embargo, no puede dejar que él gane del todo. Con toda inocencia del mundo termina de acercarse a él haciéndole creer que caerá, Sebastián parecer estar hipnotizado, no ha despagado la mirada de ella en ningún momento. A sabiendas de que está jugando con fuego ella inclina un poco su cuerpo y acerca sus labios al abdomen de él dejando un beso húmedo para luego repetir esa misma acción a mediad de que va subiendo hasta llegar a su cuello.

Dios mío.

La calidez que emana ese cuerpo se siente exquisitamente al hacer contactos sobre sus labios, hasta podría decir que mucho mejor que con sus dedos. Al subir la mirada nota que en la de él se ha instalado un brillo apasionante, ¿acaso esa simple acción le ha causado algo a, él?

No. No. No.

«mejor acabó con esto»

Reflexiona un tanto insegura.

-No sé tú, pero yo tengo hambre, así que el espectáculo se ha terminado. Vamos a preparar algo de comer. –«La mata pasiones me dicen».

Sebastián reacciona con esas palabras mirándola desconcertado.

«Pequeña diabla»

Sin duda alguna ese momento estará rondando en su mente por un largo tiempo, bendita sea esa mujer y su personalidad.

-¿Me vas a cambiar por comida?

Pregunta, fingiendo estar ofendido.

—Tú ya deberías conocerme, no cambio un plato de comida por nada en el mundo, así que en marcha.

Protesta siguiéndole el juego, se quita sus sandalias y las deja junto a unas botas deportivas de Sebastián para caminar en dirección a la cocina.

—No. No. No. Es que esto es imperdonable. —lo escuchar decir detrás suyo, ella solo ríe—. Yo soy mas bueno que toda la comida del mundo junta, Querida.

Le provoca él, yendo hasta el lavaplatos para lavar sus manos y así poder ojear que harán de cenar, porque cuando ella dice que tiene hambre, es porque la tiene. Esta noche no tenía pensado preparar comida, pero por lo visto les va a tocar a ambos, dado que no cenaron en la supuesta cena ha la que han ido, que desastre.

—Eso habrá que comprobarlo probando, Sebastián.

Menciona ella aguantando la risa. Del refrigerador comienza a sacar patatas y otras cosas mas que puedan servir para elaborar una cena rápida.

—Cuando tú quieras, Brii. —alega chispeante, sin poder contener más la risa.

Y así ambos comienzan a ha realizar la cena, entre risas, palabras y miradas provocativas.

La noche después de todo no resultó tan destroza.

***

En otra parte del mismo vecindario y muy alejado de Alemania (Panamá para ser específicos) una llamada se ha establecido, cuyo fin es cambiar el rumbo de la reciente relación…

—No estoy para juegos, ¿quién eres y que es lo que quieres?

Exige saber una Verónica malhumorada. Su asistente le ha pasado una llamada que según procede de una amiga suya, sin embargo, esa voz no la conoce, ni mucho menos el nombre que ha dado la mujer al otro lado de la línea.

—Y no pretendo jugar, señora Verónica, lo que le tengo que decir es de suma importancia, solo déjeme hablar unos minutos y prometo no molestarle más. —alega impasible, la voz de una mujer.

—Tienes 5 minutos, no más. —contesta verónica irritada.

—En Alemania se está originando lo que podría ser un gran escándalo del que seguro usted no desea ser participe, ni mucho menos el apellido de su familia, y dado que ambas tenemos a una persona que queremos en común y esta se encuentra entre el problema es mi deber advertirle. -hace una pausa en la cual se escucha su respiración agitada, se escucha nerviosa—. Sus nietos …

—¿De qué hablas? ¿Quién eres, y como sabes de mis nietos?

Encoleriza Verónica. Alejándose de su escritorio caminando hacia el ventanal de la habitación, aun sosteniendo el teléfono sobre su reja.

—Brida y Sebastián se están enrollando, para que me entienda mejor su nieta y nieto están teniendo una relación incestuosa… -la estupefacción se dibuja en cada facción del rostro de Verónica al escuchar esas palabras—. Imagino que la noticia no ha de ser muy agradable, créame, para mí no tampoco lo es. No entiendo que pasa con Sebastián, pero desde que apareció esa muchachita ya no es el mismo. Cometió un gran error en enviarla junto a él. -cuando el despecho gobierna la razón es imposible detener cualquier acción—. Se que usted sabrá como manejar la situación, señora Verónica y gracias por escucharme.

—¿Quién eres?

No ha logrado salir de la estupefacción.

—Sophia Soltom. —responde feliz, colgando el celular. Una última pelea, esos dos despertaran de su error.

El teléfono que antes estaba sobre la oreja de verónica a caído de tope sobre el suelo.

Sebastián sería incapaz, él sabe que la familia lo es todo para ella.

No.

No.

No.

Repite en su mente intentando calamar la indignación que viaja por cada parte de su ser. El solo imaginar que dos miembros de su familia estén cometiendo algo tan repulsivo le causa cólera… No se confiará de las palabras de esa mujer, que por lo visto se encuentra despechada. Ella misma investigara al respecto, sí. Jamás interviene sin informarse.

Y por el amor tan grande que le tiene a su difunta hija, pide que todo resida en una mentira, de ser verdadero ella misma se encargara de que termine por las buenas… o por las malas.

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