Bajo el mismo destino: Amor y Crimen. El Comienzo de una Caza Implacable

El aire nocturno está cargado de expectación, mientras las luces de los vehículos de la policía iluminaban el oscuro muelle. La prensa y los helicópteros de la CIA se agolpaban en busca de una primicia, siguiendo el rastro de un ladrón internacional escurridizo: El Fantasma, que ha logrado burlarlos una y otra vez.

Gabriel Adams, agente del FBI, y su compañero Michael Johnson, siguen sus instintos y los datos proporcionados por un informante confidencial. Están convencidos de que se acercan al momento de atrapar a El Fantasma y poner fin a su reinado delictivo.

—Estamos cerca, Michael —susurró Gabriel con determinación.

—¿Qué hacemos en el muelle? —preguntó Michael, tratando de entender la estrategia.

—El Fantasma escapará por aquí. Confío en la información que recibimos.

Michael frunce el ceño, buscando más detalles.

—¿Quién te lo dijo?

Gabriel sonrió misteriosamente, recordando una vieja expresión.

—Se dice el milagro, no el nombre del santo. Pero confía en mí, estamos en el camino correcto.

Los agentes abandonaron sus vehículos y se dirigen hacia un contenedor marcado en el muelle. El pulso de la tensión y la emoción comienzan a acelerarse.

—¿Esperaremos a los refuerzos? —pregunta Michael, preocupado por la falta de apoyo adicional.

—No hay tiempo para eso, nuestro equipo llegará en cinco minutos, tenemos al Fantasma cerca. Si no actuamos rápido se volverá a escapar.

—El jefe nos va a matar si fallamos en esto, Gabriel. Ese sujeto lleva huyendo de nosotros por años.

—Deja la desconfianza, si logramos atraparlo, el jefe nos besará el trasero, te lo aseguro. Seremos los héroes de la nación.

Michael asintió, compartiendo la misma ambición.

—Por supuesto. Quiero ser el héroe tanto como tú, hermano.

Se adelanta moviéndose con agilidad y determinación. Sin embargo, Gabriel trata de frenar los impulsos de su compañero.

—¡Michael! No tan rápido, no nos separemos.

—Separados cubriremos más territorio, aumentando nuestras posibilidades de capturarlo —explica.

Gabriel levanta las ceja, comprendiendo la lógica detrás de las palabras de su compañero.

—Está bien, lo haremos como los viejos tiempos.

Los dos intercambian una mirada de camaradería antes de adentrarse más en el muelle, preparados para enfrentar lo desconocido. Saben que están a punto de enfrentarse a una caza implacable, donde cada movimiento puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Gabriel no está seguro de la decisión repentina que ha tomado, pero si de algo no duda, es que ambos, estarán dispuestos a entregar sus vidas por el otro.

—Yo te cubro. Ve por el este —susurra Gabriel a su compañero.

Michael asiste con determinación y se aleja rápidamente, desapareciendo de su vista. Minutos más tarde, Gabriel ya tiene al ladrón en la mira. Sin embargo, Michael estaba frente a él, desarmado, al parecer hablando, mientras el fantasma levanta el arma apuntándole.

El corazón de Gabriel late con fuerza mientras evalúa la situación. Sabe que no puede perder a Michael, no después de todo lo que ha pasado juntos. Recordó los años en los que habían formado un equipo implacable, protegiéndose mutuamente en las misiones más peligrosas. No podía permitir que su amigo sufriera daño alguno.

En ese momento, Raúl “El sombra”, mano derecha de “EL fantasma” y Lía se dirigen al muelle, a las embarcaciones que les servirían de escape. El equipo de buzos ya los esperaba en el punto de encuentro, preparados para ayudarlos. Alejandro “el Lince”, por su parte, se encontraba en una posición estratégica, vigilando el área, asegurándose de que todo estuviera despejado.

—¡Mierda! —exclamó Alejandro de repente.

—¿Qué sucede? —preguntó Lía, preocupada por la interrupción.

—La CIA está aquí. Hay un auto con cuatro agentes al norte. Parece que están actuando solos. ¿Y tu padre?

—Ya está en posición —respondió Raúl, tratando de mantener la calma a pesar de la situación.

—Lía, tenemos un problema —advierte Alejandro a través del transmisor.

En medio de la tensión, un disparo resonó en el aire, alertando a todos. Alejandro, que protegía las espaldas de El Fantasma, fue sorprendido por un disparo en la pierna, y los policías del auto se apresuran a bajar…

Al oírlo, Lía toma una decisión instantánea. Sabe que tiene que proteger a su padre a toda costa, incluso si eso significa arriesgar su propia vida. También se dio cuenta de que Raúl estaba en peligro, luchando contra uno de los hombres contratados por Benny.

Sin pensarlo dos veces, Lía corre sobre los contenedores hacia la posición de Raúl, ignorando los gritos de Alejandro para que se detuviera. La adrenalina bombeaba por sus venas mientras se acerca a la escena de la lucha. Ve cómo Raúl y su oponente se golpean mutuamente, hasta que ambos caen al suelo.

Alejandro observa la situación con preocupación. Su atención se dividía entre vigilar a El Fantasma y a Lía. No puede permitirse perder de vista a ninguno de los dos.

«Lía, se acercan tres personas a tu posición. Debes irte ahora», advierte Alejandro a través del transmisor.

Pocos segundos después, envía otro mensaje urgente: «Algo no está bien, el agente le está entregando algo. Esto no debería estar pasando”

Lía levanta la vista justo a tiempo para presenciar un disparo que detiene su corazón. La muerte repentina del agente desconocido la deja en estado de shock. Sabe que no ha sido ella quien ha disparado, alguien más está presente en el lugar.

“No estamos solos. ¡Es una maldita trampa! Debemos irnos, Lía. ¡Regresa ya!”, advierte Alejandro.

“No dejaré a mi padre” responde.
“¡Vete! Seguimos con el plan. El que necesita apoyo es Raúl. Valentina despejará su camino, yo seguiré a tu padre, nos encontramos en el punto de extracción.”

Sin perder tiempo regresa a la posición de Raúl, tan perdida en lo ocurrido que no se percata que la están siguiendo. Entonces, un nuevo disparo la sacudió de su trance. Raúl ha salvado su vida al matar a su perseguidor.

—Lía, Debes irte —insiste Raúl, luchando contra el dolor de su herida en la pierna.

—No sin ti, idiota —responde, bajando del contenedor, para ayudarlo.

—Estoy herido en la pierna, no llegaré lejos. ¡Vete!

—¡Carajo, no seas terco! Aunque seas un grandísimo idiota, no te dejaré aquí —protesta Lía, determinada a llevarlo consigo.

«¡Lía, Lía, aléjate del lugar! Dos de los agentes se dirigen a tu posición. Hablo en serio, ¡salgan de ese maldito lugar, ahora!», advierte Valentina, a través del intercomunicador.

La policía ya está cerca, peinando el área en busca de cualquier rastro de El Fantasma y su equipo. Sin tiempo que perder, Lía y Raúl corren hacia el contenedor rojo marcado como ABCD1234567 que indica Valentina, justo en frente de ellos.

—No es casualidad que haya un cadáver afuera, ¿verdad? —pregunta Lía.

«Graciosa, aunque no lo creas, nada es al azar para mí. ¡Ahora mueve ese lindo trasero dentro del contenedor! ¡Rápido! Están a unos metros de dar la vuelta», instó Valentina.

Con una sensación de urgencia, Lía y Raúl apenas tienen tiempo de cerrar la puerta del contenedor, antes de que el equipo de Gabriel Adams llegara al lugar. La adrenalina sigue corriendo por sus venas, y ambos saben que su peligrosa travesía apenas está comenzando.

Seguir leyendo

Loading


Deja un comentario

error: Contenido protegido
%d