Guerreros de luz – Capítulo 9

Day abrió sus ojos hasta que ya no podía abrirlos más, también abrió la boca e intentó decir algo, pero al parecer las palabras se le habían atorado en la garganta pues no salieron. Todo ese tiempo había pensado en su Leonard y había lamentado el hecho de que este se encontrara en el infierno cumpliendo un castigo, incluso trató de suicidarse para estar con él, pero nunca pensó que quizás hubiera una manera de salvarlo, de sacarlo de ahí. Por supuesto nunca se le había ocurrido que no tuviera alas y que eso fuera lo que le impidiera salir del horrible lugar en el que estaba, pero entonces pensaba en que ella sí tenía alas y que realmente sí funcionaban pues ya las había usado, y aunque era todavía una humana, tenía ese poder de volar, aunque…

—Sarah, estoy viva —dijo mirando a su amiga.

—Lo sé, Day. Estás viva.

—Y… si estoy viva, ¿cómo podré ir al infierno?

—Así como muchos humanos cuentan que van al cielo y ven todo muy hermoso y de pronto ya están aquí de nuevo.

—Eso quiere decir… ¿Eso quiere decir que tengo que morir y luego revivir?

—No, no precisamente —dijo Sarah pensando bien en lo que había dicho.

—Entonces ¿cómo podré entrar al infierno sin morirme?

—Hay una entrada, Day —dijo mirándola con un gesto de pena quizá por saber ese tipo de cosas.

—Espera… Espera un momento, Sarah. ¿Cómo sabes todo esto? ¿Cómo sabes que Leonard no tiene alas?

—Day, yo sé muchas cosas que tú no sabes, pero no te puedo decir cómo me he enterado de ellas.

—Ese ángel te lo dijo, ¿cierto? El ángel de alas negras, él… Él es el padre de Caleb y te lo ha dicho todo.

—No, Day. Él no me ha dicho nada y no te puedo decir de dónde he sacado toda esa información.

—Pero, ¿él…?

—Sí, es el padre de Caleb.

Ambas se quedaron en silencio mirándose, poco a poco se dieron cuenta que ahora las dos compartían algo único: un hijo de un ángel. Y si bien eso se escuchaba como fuera de otro mundo, la realidad es que los ángeles sí podían tener hijos y ahí estaba el claro ejemplo de eso, un bebé dormido y otro en el vientre de una de ellas.

—Esto es extraño, ¿cierto? —preguntó Day.

—¿Qué es extraño? —preguntó su amiga.

—Lo de los bebés… Quiero decir, tú tienes un hijo de un ángel oscuro y yo estoy esperando un bebé de un ángel… oscuro también.

Sarah se quedó meditando un instante y enseguida se sacudió ligeramente como si quisiera evitar responder.

—¿Irás?

—No puedo negarme, Sarah. Pero tengo muchas dudas, mucho miedo. Estoy embarazada y me da miedo que le pase algo a mi bebé al ir allá abajo. Además, yo le prometí a Trent…

—Olvídate de Trent —la interrumpió—, piensa en Leonard. Cuando esté a salvo ya sabrás qué hacer con tu vida amorosa.

Las interrumpió un sonido que provenía del interior de la cabaña y las dos miraron al mismo tiempo, era Trent que estaba en el marco de la puerta y muy sorprendido.

Day le dedicó una mirada a Sarah y esta, con un gesto, le indicó que fuera con él.

—Oye… —le dijo Day a Trent mientras se levantaba del columpio.

—Olvídalo, Day. Resuelve tu vida amorosa de una vez y déjame en paz —dijo eso y se encaminó hacia la sala visiblemente molesto.

Day fue tras él y al alcanzarlo le tomó la mano suavemente para hacerlo que se volteara a mirarla.

—¿Qué pasa, Trent?

—¿Qué pasa? —repitió él—. Escuché lo que le decías a Sarah y perdón por haberlo hecho, pero ¿por qué me mentiste, Day? Dijiste que el padre de tu bebé estaba muerto y ahora resulta que vas a ir a rescatarlo.

—Trent… yo… —ella no sabía cómo aclarar las cosas, todo lo que le estaba pasando al pobre de Trent era mucho para él, y además decirle que tenía que ir al infierno a rescatar a un ángel sin alas, pues bueno… eso era quizá demasiado, no quería que su amigo (¿todavía se le podía llamar amigo si ya habían decidido comenzar una familia?) se volviera loco ahí mismo—. Nunca dije que él estuviera muerto, Trent. Él está en el infierno y yo…

—Espera, ¿el infierno? ¿Literal? —Trent estaba muy sorprendido, y quizás hasta asustado.

Day le comenzó a contar absolutamente todo acerca de Leonard, él merecía la verdad y ella se la estaba dando. Le contó cómo lo había conocido, cómo él la había protegido, cómo su tacto era tan cálido y reconfortante que ella misma tenía miedo de que todo fuera un sueño, le dijo la verdad acerca de que él era su ángel de la guarda y que él había matado al profesor que la había violado, lo había matado solo porque lo odiaba por haberle hecho eso y le contó cómo ella presenció el momento en que la tierra se abría para que el propio Lucifer subiera por él y llevárselo al infierno como castigo por haber matado a un humano. Se atrevió incluso a decirle que ella había intentado quitarse la vida para ir detrás de él y que alguien más la había salvado, sí, alguien más la había salvado de que se fuera al infierno y la había mandado al cielo en donde Dios le había dado otra oportunidad y por eso seguía viva, gracias a que Dios la hubiera convertido en guerrera y que protegiera el bosque de las hadas.

—¿Te dio otra oportunidad para que protegieras el bosque? —preguntó él, confundido—. Pero entonces, ¿para qué envió a Nick también?

Ella se quedó pensando en eso, ciertamente tenía razón. Cuando ella había llegado al bosque y que estaba sola, supo que el bosque no estaba bien protegido pues los demonios habían podido entrar, así que ¿para qué la había convertido en guerrera?

—En fin, Day… Tú no puedes ir al infierno por ese ángel sin alas, en primer lugar, por su culpa te violaron.

—¿Por su culpa? —Day abrió la boca sorprendida y su espalda se puso tensa—. ¿Qué estás diciendo?

—Eso, que por culpa de él te violaron. Si él te hubiera estado cuidando bien, eso no hubiera sucedido, ¿no crees? Day… —Prosiguió cambiando un poco el tono en su voz—. Aún recuerdo cuando te encontré ahí… tirada en el suelo, ¿no lo sabías, cierto? Yo fui el que te encontró en el laboratorio.

»Ese día, después de salir de la clase de química, teníamos que ir al gimnasio a clase de deportes, pero tú no llegaste. Yo solo miraba hacia las puertas esperando que entraras, y no lo hacías, y cuando tuvimos medio tiempo del partido de futbol que estábamos jugando, pedí un pase de salida para ir a buscarte… Te busqué por toda la escuela, incluso entré en el baño de mujeres sigilosamente, pero no estabas. Fui a la oficina del director y me dijeron que no sabían nada, entonces fue cuando los maestros comenzaron a buscarte y llamarte por la bocina. Decidí ir por mi cuenta al laboratorio, pensé que a lo mejor estabas platicando o haciendo un proyecto y a llegar ahí, me percaté que además de que la puerta estaba cerrada, de ahí salía un olor muy extraño, de un químico muy fuerte. Ese olor se estaba saliendo por debajo de la puerta y fue ahí cuando mi foco de alerta se prendió. Iba a empezar a golpear la puerta pues pensé que estabas encerrada sola y no habías podido salir antes de desmayarte… Pero en eso pasó el intendente Simons y le pedí ayuda. Sacó sus llaves y abrió…

Trent se quedó mirando al vacío y unas lágrimas gruesas empezaron a correr hacia su cuello pasando rápidamente por sus mejillas. Day le tomó la mano fuertemente y él la miró con una profunda tristeza.

—Él… —dijo con su voz entrecortada—. Ese hijo de puta estaba encima de ti, golpeándote y… bueno… El imbécil ni siquiera se había dado cuenta que habíamos entrado, traía una máscara anti-gas y mientras tú estabas inconsciente él sí podía respirar. Yo me abalancé y lo quité a golpes, pero el olor era muy fuerte que comencé a marearme, el señor Simons comenzó a gritar por ayuda mientras me sacaba del laboratorio y entre los dos te arrastramos hacia afuera y al mismo tiempo bloqueábamos la puerta para que ese… para que ese animal no saliera.

»Te miré y el corazón se me rompió en mil pedazos, Day… Tú estabas toda golpeada y tu ropa…

—Para —dijo de pronto Day rompiendo en llanto—. Creo que ya superé eso, Trent. Pero la verdad es que no quiero saber detalles de cómo me dejó ese hombre.

—Ese animal —la corrigió Trent—. ¡Era un animal! Está bien, no te diré detalles, pero a mí nunca se me olvidarán. Nunca olvidaré tu rostro tan frágil y mora… Perdón, no diré más. Pero —se limpió las lágrimas y la nariz y se inclinó un poco hacia Day— tú no irás a ese lugar, ¡no irás! No soportaría perderte.

—Trent, yo…

—Y si el idiota de Leonard o como se llame llega a salir de ahí, ¡yo mismo lo mando de nuevo!

Day se quedó mirándolo estupefacta, entendía que él la quería y que siempre lo había hecho, pero él nunca se había comportado así, ni siquiera lo había escuchado hablar así alguna vez antes. Así que se preocupó un poco por él, mas no supo qué decir. Lo miró levantarse y tomarse la cabeza con ambas manos mientras caminaba de un lado para otro.

—¿Day? —preguntó Sarah desde afuera, en realidad estaba muy cerca de ellos, aunque la llamó sin asomarse—. ¿Podrías ayudarme con Caleb?

Day se levantó y le dedicó una mirada a Trent, sin embargo, este la ignoró por completo. Había algún tipo de rencor creciendo en él y cualquier persona que lo viera se podría dar cuenta de ello. Dio la media vuelta para ir con su amiga, pero se detuvo en seco y se regresó sobre sus pasos.

—Lo siento —le dijo a Trent mientras le tomaba una mano—, siento que hayas tenido que pasar por eso… Por encontrarme en esa situación, siento no haberte correspondido en su tiempo. Lo siento mucho, pero te recompensaré por todo, lo juro.

Trent la miró y fue como si esas palabras lo hubieran despertado de su letargo. Day sintió como si su mirada penetrara profundamente en sus ojos y sintió un leve escalofrío.

—No te preocupes, pequeña —le dijo Trent cambiando completamente su rencor por un enorme amor, el amor que sentía por ella—. Lo superaremos, todo esto y todo lo que la vida nos ponga como obstáculo, siempre lo superaremos. Tú y yo estaremos siempre juntos. —La tomó apasionadamente entre sus brazos y la besó profundamente mientras sus manos le apretaban muy fuerte la cintura—. Eres mía, Day.

—Sí, Trent. —Fue lo único que pudo decir mientras se alejaba un poco sin mostrarse fría. Había hecho una promesa y tenía que mantenerla, el salvar a Leonard era un tema completamente diferente. No podía arriesgar el bienestar de su hija, pues si esperaba que Leonard fuera un padre para ella, quizás eso nunca pasara y podría perderlo todo.

—No tardes… —dijo Trent mientras se encaminaba hacia la habitación.

—¿Qué…? —Day no entendió muy bien lo que él quería decir.

—Ve con Sarah, ayúdale con Caleb y no tardes, te esperaré en la cama. —Y eso fue como una orden.

Day no contestó y se encaminó hacia el pórtico sacudiéndose esa extraña sensación de pertenecerle a Trent. No le convencía para nada la manera en la que había actuado al referirse a Leonard y después el gran cambio que experimentó diciéndole que ella le pertenecía y que la estaría esperando en la cama. Se sacudió de nuevo tratando de alejar eso que la incomodaba.

—¿Estás lista? —preguntó Sarah en cuanto Day se detuvo frente a ella.

—¿Lista? ¿Para qué?

—Hoy irás a salvarlo —dijo esa frase muy bajito para que nadie más escuchara.

—¿Hoy? —preguntó pensando que quizás era todo muy apresurado, pero después recordó las palabras de Trent “te esperaré en la cama” y decidió que quizá sí fuera buena idea irse esa noche—. Está bien, ¿qué debo hacer?

Sarah invocó el espíritu de Nick y le comentó cuál era el plan: debían trasladar a Day hacia donde se encontraba la puerta al infierno —que según Sarah, existían varias en todo el planeta pero justo cerca de ahí había una y esa era la que iban a utilizar—, le pidió que mandara a un ángel guerrero para que la custodiara mientras ella se dirigía hacia allá.

Day insistió en que ella y Shirley podían protegerse solas y proteger al bebé también, pues Matthias no podía ni protegerlas ni recibir algún daño, pero Sarah y Nick estaban convencidos que necesitaban de otro ángel para que no hubiera problemas.

—¿Qué hay de las luciérnagas? —preguntó Shirley que ya se había manifestado—. Estoy segura que ellas pueden viajar con nosotras y formar una capa protectora.

—Me parece una idea brillante —contestó Nick.

Así que el espíritu de Nick sacó su espada e invocó a un puñado de luciérnagas y cuando las tuvo enfrente, les habló como si fueran personas.

—Escúchenme bien, chicas. Day Lorens tiene que viajar a un lugar, y ustedes deberán protegerla a ella y a su bebé de todo mal. Deberán pegársele tanto a ella que ningún demonio ni humano pueda hacerle daño, ¿escucharon?

A Day se le hizo un poco tonto eso que estaba haciendo Nick de hablarles como si fueran personas, pero en cuanto terminó de hablar se escuchó un leve siseo que la hizo retractarse de sus pensamientos, pues claramente se había escuchado cómo todas le habían contestado. Miró a Sarah y ella le devolvió la mirada sorprendida.

Nick miró a Day y le indicó que lo siguiera, ella se despidió de Sarah dándole un fuerte abrazo y prometiéndole regresar pronto.

—Ten mucho cuidado, Day. El infierno no es un pueblo. Mantente muy alerta.

—Lo haré —dijo muy segura y se alejó en la oscuridad siguiendo a Nick. Aunque de la oscuridad quedaba poco gracias a la luz de las luciérnagas.

Llegaron a la playa abandonada y Day contempló la luna que estaba en etapa creciente y que se asomaba por apenas una pequeña franja amarilla. El mar se veía negrísimo y muy bravo; el sonido de sus olas era poderoso y el viento que había esa noche hacía que todo se volviera algo tenebroso. Day, seguida por el deseo de acercarse al mar, caminó sobre la arena, pero una mano la detuvo de inmediato antes de que sus pies tocaran el agua.

—Aún no estás protegida —le dijo Shirley.

—Pero, yo solo quería…

—Las luciérnagas no protegen el bosque a partir de donde las olas tocan tierra —dijo Nick mientras miraba al cielo a lo lejos—. Day, ahora quiero que me escuches bien…

Day se alejó de donde estaba para que las olas no tocaran sus pies, no sabía lo que podía pasar si se mojaba, pero no quería descubrirlo, así que se acercó a Nick y esperó a que él le diera instrucciones.

—Tú, —le dijo directamente a ella—, Shirley y Matthias… Los tres volarán lo más juntos y rápido que puedan hacia allá —señaló a lo lejos unas pequeñas luces que sobresalían.

El lugar al que iban se veía relativamente cerca, pero Day tragó saliva con un poco de dificultad pues tenían que volar sobre el mar, y eso, sumado a la enorme cantidad de demonios que había ahí afuera, le daba mucho de miedo.

Nick le pidió a Day que sacara sus alas y después ordenó a las luciérnagas que hicieran su trabajo, por lo que estas se adhirieron a ella tanto que parecían formar parte de la misma piel. Day y los ángeles guardianes que la acompañaban sacaron sus espadas y se prepararon para partir.

—Tú puedes, Day —dijo Nick alzando la voz cuando ella ya había emprendido el vuelo—. ¡Eres una guerrera!

En cuanto comenzaron a sobrevolar el mar, Day sintió cómo su cuerpo temblaba sin ninguna razón aparente, pero entonces pudo ver cómo cientos de demonios alados los rodeaban y trataban de alcanzarlos. A Matthias, por más que lo atacaban, en realidad no podían hacerle nada pues solo era un ángel guardián, Shirley iba protegida con algunas luciérnagas y Day iba completamente cubierta por ellas así que no podía sentir ni siquiera el roce de los horribles seres. Estaba tan preocupada por volar bien sin perder la formación que llevaban sin planearlo, que aún no había usado la espada. La traía colgando en la mano sin moverla siquiera, pero cuando vio que el ángel guardián del bebé que llevaba en su vientre, Shirley, usaba la suya y estaba causando un verdadero contraataque, Day supo que ella también debía pelear.

Así que, manteniendo el mismo ritmo de vuelo, sostuvo en alto su hermosa espada que emitía una luz dorada y comenzó a moverla con fuerza hacia los lados para derribar algunos demonios. Nunca en su vida “anterior” había tocado una espada, pero ahora se encontraba haciendo un gran esfuerzo por ser buena guerrera y darles su merecido a esas criaturas. De pronto, todo fue fluyendo y comenzó a sentir como si hubiera hecho eso desde que era pequeña, sentía que era dueña de su arma y que podía ser invencible con ella, Matthias la miraba estupefacto sin importarle que estuviera siendo atacado, pues en realidad los demonios lo traspasaban sin provocarle daño alguno. Matthias la veía y no podía cerrar la boca por tal impresión.

¡Day era invencible! De eso no había duda. Tanto era su poder que de pronto toda ella se llenó de un brillo dorado, quizá con la ayuda de la espada y de las diminutas luces de los insectos que la protegían o quizá fuera algo más. Lo que sí pudieron ver los ángeles que la acompañaban fue cuando de una sola atajada, derribó a un poderoso demonio y fue tanta la luz que emitió, que todos los demás seres huyeron despavoridos. Day vio la escena y se sorprendió pues ella no había estado al tanto de lo que estaba pasando; los tres se miraron entre sí y siguieron su vuelo.

Llevaban avanzado la mitad del camino, y muy pronto comenzarían a volar sobre tierra para dejar el mar atrás, eso tranquilizó un poco a Day, pero en cuanto lo hicieron, comenzó a arrepentirse. Si hubiera sabido lo que sus ojos iban a ver, hubiera optado por irse un par de kilómetros más sobre el agua o al menos taparse los ojos para no ver tan terrible escena.

Cada centímetro de la tierra en esa área estaba calcinado. Todo había sido terriblemente destruido quizá por las bombas o por incendios provocados, aún se podían ver unas partes humeantes, señal de que todo era muy reciente. El lugar por el que estaban pasando era parte del bosque, pero enseguida entraron al pueblo de Raven Woods y pudieron ver cómo todo el lugar se encontraba en la misma situación. Todo había sido consumido por el fuego drásticamente y no quería ni imaginarse lo que había sucedido con todas las personas que habitaban ahí. Recordó a la buena mujer que conocía ahí, la dueña del restaurante y sintió pena por ella, ¿cómo habría sido todo? ¿La mujer tuvo una muerte lenta o rápida? Preguntas sin sentido comenzaron a llenarle la cabeza y tuvo que sacudirlas rápidamente para olvidarse de todo eso.

Entonces cayó en cuenta de a dónde se dirigían; iban hacia La Roca.

LEE EL SIGUIENTE CAPÍTULO

Loading


Deja un comentario

error: Contenido protegido
%d