—Me doy cuenta de que no he sido el único que ha salido lastimado en este juego de buscar la felicidad —le dice Leonardo a Paola.
—Si no nos complicamos la vida, ¿cómo sabremos encontrar el camino correcto? —responde Paola.
—Tienes razón —asiente Leonardo.
—¡Mírate! Despertaste de la muerte porque tu destino no era morir con ella. Y lo mismo aplica para mí. Así que no me quedaré aquí llorando por su recuerdo. Si estoy viva, es porque también debo encontrar mi nuevo camino —afirma Paola con determinación.
—Así es —asiente Leonardo, admirando la fuerza de voluntad de Paola.
—Me iré de la ciudad durante unos meses. Me tomaré unas largas vacaciones y regresaré renovada —dice Paola, visualizando su futuro.
—Me alegra escuchar eso. Te deseo lo mejor en tu nueva etapa —responde Leonardo sinceramente.
—¿Sabes? Antes del accidente, yo renuncié a mi puesto en el Hospital Clínic de Barcelona. Pero ahora volveré a pedir mi ingreso. Amo ese lugar, a pesar de todos los malos recuerdos y hermosos momentos… —Paola reflexiona en voz alta—. Estoy segura de que estaré bien. He analizado todos los posibles problemas y sé que nada malo me sucederá. Cuento con el apoyo del personal médico.
—Espero que encuentres la estabilidad y la felicidad que buscas allí. Te mereces lo mejor —le dice Leonardo, con un brillo de esperanza en sus ojos.
—Gracias. Sé que pronto te mojarás —responde Paola con una sonrisa, recordando la promesa compartida entre ellos.
Al ver a Paola salir de la habitación, Leonardo percibe en su mirada un poco de alivio. Finalmente, Paola ha dejado caer el peso del dolor y ahora mira el presente con esperanza. Por ese lado, siente un poco de envidia. Él, en cambio, se llena de angustia y culpa tras conocer los secretos de su pasado, especialmente en lo que respecta a Dani. Recordó la promesa que le hizo en el pasado, cuando hablaron sobre las reglas absurdas impuestas por su padre.
«Si en algún momento nos separamos por esas absurdas reglas de mi padre, prometo regresar por ti. Tienes que prometerme que me esperarás, sin importar el tiempo o la distancia».
Dani no lo olvidó y se lo contó a su padre, quien prometió guardar silencio cuando se enteró de la verdad. Ella quería seguir su camino sola, dejandole libertad de elegir.
Pero no era momento de mirar atrás y detenerse en los errores cometidos, sino de mirar hacia adelante, hacia esos pasos diarios que daba para avanzar en el camino hacia su futuro. Tenía que ser fuerte y decidido para progresar en su recuperación, requería de mucha paciencia, esfuerzo, dedicación y, sobre todo, corazón.
El tiempo pasó rápidamente y, en un abrir y cerrar de ojos, ya habían transcurrido cuatro meses desde el accidente. Lo que más le ayudó en su rehabilitación fue contar con el amor de su familia. Aunque Dani y Fernanda aún no se reunían con él, lo llamaban a diario y se sumergían en largas charlas antes y después de las terapias. Incluso lo acompañaban en sus sesiones, por lo que no se sentía solo en esos días difíciles de frustración y miedo ante la posibilidad de quedarse en una silla de ruedas. Sin embargo, la rabia e impotencia que sentía en cada caída no pasaban desapercibidas.
Gritaba de rabia y se frustraba, lloraba y reía en muchas ocasiones. Daniela sabía que lo que hacía desde lejos no era suficiente, por eso, tras los últimos exámenes recibidos, decidió prepararse para viajar a España.
NOCHE BUENA
Cuando la época navideña llega, las emociones afloran y las ganas de aferrarse a la vida se intensifican. Es un momento de cambios y de hacer planes para que la familia finalmente se reúna, de dejar atrás las diferencias y mirarse a los ojos mientras se perdonan.
Esta temporada es muy especial para Leonardo, no solo porque ha recuperado a su padre, sino también a la mujer que ama y a su hija. Pero hay otra razón más para sentirse dichoso: la operación en sus piernas que tuvo lugar hace unas semanas ha sido un verdadero éxito, y después de las terapias, volverá a caminar sin problemas.
Durante estos meses, la compañía de sus dos amores, especialmente la de Fernanda, quien se ha convertido en su mejor amiga y confidente, no solo es la luz de sus ojos y la motivación más grande para entregarse en cuerpo y alma a su rehabilitación. Daniela, el amor más grande de su vida, es la inyección de motivación y amor puro. Aunque no puedan estar cerca físicamente, siente que su calor lo envuelve y lo llena de vida. Ella ha sido de gran ayuda en su progreso y en el control de su ira. Ha sido un proceso difícil, pero no imposible de alcanzar. A pesar de la distancia, ambos han mejorado considerablemente su salud y, después de varios meses, están listos para volver a verse. Daniela ha planeado ir a visitarlo y, aunque es un secreto que irán a verlo en Navidad, lo que sí es una sorpresa es que se mudarán con él y tienen preparada una sorpresa especial.
Aunque ya es agradable sorprenderse con la presencia de ambas en su día a día, a pesar de la diferencia horaria, hoy, durante una de sus habituales llamadas, Fernanda le confiesa lo emocionada que está por el viaje.
—Todo tiene que salir perfecto, papá. Estoy muy nerviosa, ¡mentiría si dijera lo contrario! Nunca he salido del país y ya siento que tengo náuseas de la emoción. ¡Ay! Mi cuerpo tiembla, no sé si puedas verlo, pero estoy temblando en este instante.
—Imagina cómo estoy yo —le responde su padre, con una sonrisa.
—¿Cómo sigues, papá?
—Mejorando, echándole muchas ganas para dejar atrás esta silla de ruedas.
—Tendrás que hacerlo pronto porque quiero que bailemos en la fiesta de mi cumpleaños.
—Por supuesto, princesa.
—De verdad quiero estar ahí y abrazarte. Quería ir antes, pero no se puede adelantar el viaje, mamá necesita cumplir con sus últimos exámenes.
—Por supuesto, lo más importante es su salud. Además, nos vemos a diario y podemos escucharnos, aunque sea unos minutos.
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