Capítulo 9:No Incluyas al corazón en esto…

Brida…





—¡Sebastián apurate… llevas una hora allí metido, ¿Qué tantos haces!

Me quejo aporreando la puerta de su habitación. Este hombre le gana a cualquier mujer que se dedique un buen tiempo en arreglarse para salir.

—Vas a tumbar la puerta, deja lo impaciente. Eso de verme hermoso siempre lleva tiempo, cariño.

Si, este hombre tiene un nivel de narcisismo muy alto y el verdadero Narciso queda en pañales delante de él.

—No me digas que estas besando tu reflejo en el espejo. —menciono con burla.

—Claro que no. —responde abriendo la puerta tomando mis brazos que iban nuevamente a golpear la puerta, me acerca a él para después decir: —. Aunque me amo mucho mis besos son solo tuyos, así que deja los celos.

No me permite responderle, sino que termina de romper los centímetros que separan nuestros rostros para juntar sus labios con los míos… paso mis brazos por su cuello apretándome contra su cuerpo disfrutando del cúmulo de sensaciones que se desborda a nuestro alrededor por esa acción tan maravillosa y tan prohibida como lo es un beso entre ambos. Su perfume me hace desear besar su cuello, mas no lo hago. Es una fragancia que se impregna por completo al olfato y no puedes pasar por alto y que sin duda alguna se ha vuelto una de mis favoritas.

—Llegaremos tarde…

Susurro con la respiración entre cortada, en el momento que nuestras bocas se separan y él intenta guiar mi cuerpo a la pared.

—Tienes razón. —responde meloso, deja un beso en mi frente y vuelve a la habitación nuevamente, pero esta vez dejándola abierta.

—Te espero abajo, no tardes.

Demando alejándome.

En el living voy hasta uno de los espejos de cuerpo completo que adorna la pared frente a los sillones y me observo. Ya que, la cena es en casa de la señora Marion opte por una de mis viejas faldas de jeans un poco más arriba de mis rodillas, una blusa manga larga con volante en los hombros color blanca y unas sandalias IRENEMIR negras, me gusta el reflejo ene espejo me siento bien conmigo misma y super cómoda. Como siempre un poco de polvo y esta vez un labial rojo mate. No voy anegar que soy de las que se preocupa por su apariencia, sin embargo, se separar mi vida con la de los demás; si tú te sientes bien vistas como vistas, el resto debe buscar la forma de también hacerlo sin estar metiendo las narices donde no les importa, tan fácil como tragar agua.

Sebastián se tarda nuevamente así que saco mi celular del bolsillo trasero de mi falda y aprovecho para tomar algunas fotos, si me siento bien y me veo bien eso amerita unas fotos.

No sé cuánto tiempo pasa solo se que me encuentro inmersa tomando algunas fotos y selfis, que no noto cuando Sebastián ha bajado y se ha quedado al pie de las escaleras observándome.

Al mirar en el espejo lo veo, su mirada refleja una intensidad atrayente la cual envía miles de escalofríos por todo mi cuerpo.

—Bendita sea tu belleza, Brida. Es tan fácil quedarme hechizado al mirarte y perderme en esa aura fascinante que te envuelve… por un momento olvido todo y solo puedo verte a ti…

¿Por qué tiene que ser tan empalagoso?

Escucharle hablar de ese modo no hace más que derretirme por dentro.

—Eres tan…

—Si frente a mí se encuentra una obra de arte jamás podría obviarla, como te dije antes jamás me atajo en decir lo que pienso. —dice seductor, comenzando aproximarse—. Debes acostumbrarte, soy tan empalagoso como la misma miel, Brii.

Llega a mi lado parándose detrás de mí envolviendo sus manos alrededor de mi cintura. No hay objeción alguna de mi parte su cercanía están reconfortante que dudo mucho que me canse de ella, mi cabeza se presiona en su pecho y mis manos se entrelazan con las de él sobre mi vientre. El reflejo en el espejo es una imagen que me hace sentir una extraña sensación dentro del pecho, jamás imagine algo así no creí que llegaría a este punto; donde mi corazón se acelera y mi piel se eriza al sentirlo cerca de mí, no creí que caería de ese modo en lo que posiblemente se este convirtiendo en un sentimiento de amor, amor hacia otra persona…

—Después de todo no quedaste en el aire como los otros. -Expreso con diversión, mirando su rostro a través del espejo.

—En cuestiones del corazón…

—No incluyas al corazón en esto, puesto que es solo un órgano. Nos hemos acostumbrado a culpar a un órgano de muchas estupideces que cometemos cuando este solo nos mantiene con vida, somos nosotros y solo nosotros quienes tenemos ese poder, por tanto, nuestra mente se lleva gran parte de ese trabajo.

Lo interrumpo, sin apartar la mirada del espejo. Nuestro corazón puede oprimirse al nosotros estar triste, enojados, acelerarse con las emociones, pero solo la capacidad mental humana es capaz de actuar por sí mismo.

—Tienes una extraña forma de ver la vida, Brida. —expresa sin molestia por haberle interrumpido, sus dedos han iniciado una agradable caricia a la piel expuesta de mi hombro-. Me gusta, aunque a veces matas sin compasión alguna el romanticismo del momento.

—No pediré disculpas por ello. Ahora si no te molesta vámonos antes de que inicie la cena.

Mangoneo, alejándome.

***

Ambos salimos de la casa después de apagar todo y nos dirigimos a la casa de Marion, pase que llevo falda el frío de la noche no me molesta.

—¿Sebastián?

Pronuncio, nerviosa al ver a unos pasos la entrada de Marion.

—¿Qué pasa?

Se detiene mirándome preocupado. Mangoneo unos segundos ya que no se como decirlo ya que hasta para mi es raro.

—¿Cómo actuaremos ahí adentro? o sea Marion sabe que somos familia, pero el resto no.

Él me observa por unos segundos, no puedo descifrar lo que regla su mirada es como si estuviese maquinando alguna idea.

—Nos presentaremos como primos si alguien pregunta, después hablaremos con Marion. No pensemos mucho en eso ahora, es solo una cena. -argumenta, sujeta una de mis manos entre las suyas dando un tierno apretón para después dejar un sutil beso en mis nudillos en un gesto de ánimo.

—Vale. —murmuro, sin perder de vista nuestras manos entrelazadas.

Pisando el primer escalón de la entrada la puerta es abierta por una Marion sonriente.

—Al fin llegaron, pensé que no vendrían ya. Pasen. —Habla con voz cantarina, haciéndose un lado para poder entrar.

—Gracias por la invitación, Marion. Disculpa la demora, cierta persona se tardó más de lo normal en estar listo.

Menciono divertida. Sebastián me dedica una mirada para nada agradable, mas no le prestó atención. Comienzo a caminar por pasillo que da de lleno a unas escaleras y del lado derecho al living. Se escuchan murmullos al otro lado de la pared lo que me indica que los invitados de Marion se encuentran en el living y por esos murmullos se que no son tres o cuatro personas, sino más. Marion me alcana caminando delante de mí, Sebastián camina detrás puedo sentir su mirada taladrarme la espalda por lo que me giro sin dejar de caminar.

—Deja lo amargado, Primo.

Mi intención es que Marion escuche y así lo hace, ya que se da la vuelta por poco choco con ella.

—¿Primos? El otro día me dijiste que era tu tío.

Cuestiona confundida.

—Somos primos, señora Marion. —antes de que pueda responder Sebastián lo hace por mí sin vacilación y mirándole fijamente. Cuando quiere puede ser un poco atemorizante es como si instintivamente se le diera tomar esa apariencia—. Enredos de familia que luego son un lío en el futuro.

Esas últimas palabras las pronuncia sin interés que solo yo logro percibir, dado que Marion solo asiente mirándonos a ambos con duda.

—Un gran lio… —murmura sin vacilación, de no estar cerca no le hubiera oído-. Ven Brida, te presentare algunas personas de la urbanización.

Tal y como imagine en el living se encuentran varias personas, la estancia es grandiosa y está perfectamente amueblada, las personas están divididas en distintos sitios del living. Sin perder tiempo Marion comienza a presentarme con todo aquel se le atreviese, son personas amables que no dudan en saludarme con cariño. Sebastián no ha perdido tiempo y ha iniciado una conversación con tres hombres esposos de las tres mujeres que están sentadas junto a mí en el sillón y las cuales no han perdido tiempo tampoco y no se han quedado con la curiosidad.

¿Piensas quedarte a vivir aquí?

¿estudias?

¿hace mucho salen?

«eres preciosa»

«hacen linda pareja»

Y muchas otras palabras que me han provocado un leve dolor de cabeza. Tengo hambre y Marion no tiene pinta de querer iniciar la supuesta cena, Sebastián se halla muy entretenido en la conversación con los esposos de estas tres curiosas.

—Si me disculpan iré a preguntarle algo a Marion.

Me excuso con una sonrisa fingida levantándome del sillón que ya no se mes tan cómodo como antes.

—No te preocupes, ya tendremos tiempo de seguir hablando, querida.

Manifiesta una de ellas sonriéndome picara. Antes de que las otras también decidan hablar me alejo y busco a Marion con la mirada, pero no la veo por ningún lado, comienzo a caminara hasta llegar al inicio del escalón que separa el living con otra habitación mas pequeña; una limitada estancia con poca iluminación, sin embargo, hay cuatro personas hablando tranquilamente una de ellas es Marion que al verme se aproxima a mí.

—¿Te sucede algo querida?

Pregunta.

—No, tranquila. Si eres tan amable de decirme donde esta el baño te lo agradecería muchísimo.

Argumento sonriendo a mas no poder.

—Claro que sí. Saliendo del living a lado izquierdo hay una puerta ese es.

—Gracias…

Créanme por muy limpio que este un baño no soy de las que los usa fuera de casa y si lo hago es en una emergencia, así que solo quería saber donde estaba para refrescarme un poco las manos y alejarme, no soy muy buena para este tipo de cosas, pensé que serian pocas personas y que al llegar cenaríamos, no que habría un momento de platica y así, definitivamente no me siento bien.

Salgo del baño más tranquila y solo rezo que Marion diga «Listo a cenar» y poder marcharnos.

Cuando estoy apunto de volver al living me veo estancada por una voz chillona, si antes tenía un leve dolor de cabeza, este a pasado a ser un gran dolor.

—Ya sabia yo que esa carita de «Yo no rompo un plato» es solo apariencia, Frida.

¿Qué diablos hace esta mujer aquí?

Tomo una bocanada de aire antes de girarme y enfrentarla.

—Y yo que tanto tinte en el cabello termina con joder el cerebro de las personas, Fiona. ¿Qué haces aquí, te has metido robar también?

la expresión soberbia de su rostro no cambia en absoluto, allí a unos cuantos pasos de mí puedo advertir la completa repulsión que su mirada trasmite a mi persona.

—Tus intentos de herirme son en vano querida, ya estoy curada de eso. De lo único que no estoy curada es de la repugnancia que me causa la relación incestuosa, eso si que no. Eso de tirarte a tu primo sí que es asqueroso… —un balde de agua fría, es el único modo que encuentro para describir la sacudida opresora que esas palabras causan. ¿Cómo sabe que no es mi tío? —. ¡Ay no pongas esa cara, Frida! entre Sebastián y yo nunca hubo secretos. -argumenta monótona, posiblemente mi rostro refleja el cómo me siento—. Tienes que ser un capricho, uno muy tonto a mi parecer. —habla con ironía—. Dudo mucho que dure sea lo que sea que estén iniciando, lujuria por supuesto. Ya quisiera ver el rostro de la señora Verónica cuando se entere que su nieta a la cual no aprecia mucho que digamos está tirándose al primo, pobre Verónica.

Maldita.

Esto recién esta iniciando y ya siento que llevo meses en una relación con Sebastián, cuando solo han pasado unas cuentas horas. Es difícil, muy difícil luchar contra sentimientos que amenazan con destruir tu tranquilidad. Por muchas veces que me diga a mí misma que lo que piense Verónica no debe importarme, es una mentira a medias. de una u otra forma dentro de mí hay una pequeña esperanza de que ella abra sus ojos y de una vez por todas se dé cuenta que también soy familia, que nada de lo que paso con mi madre fue mi culpa, porque si, el ser humano es terco y no sabe entender que cuando alguien no te aprecia nuca lo hará.

—Estas alucinando y hablando a la deriva nada de lo que dices tiene sentido, Fiona. No pierdo más mi tiempo con una mujer que sin duda alguna no sabe pasar pagina y aceptar que ya no le quieren…

Buscar fuerzas para no derrumbarme ahí mismo, está siendo una batalla. Me siento muy cansada quizás por la tarde no estaba pensando en absoluto y solo quise dejarme llevar, pero ahora sé que hoy, mañana o en lagunas semanas iba caer sumergida en mis inseguridades, puede que parezca loco, sin embargo agradezco que haya sido ahora, cuando todo esta iniciando y así poder abrirme por completo a esta nueva decisión.

—Si, si, si, Brida estoy alucinando si eso quieres creer, por mi está bien. No obstante, no olvides que un capricho es pasajero y esa lujuria asquerosa en la que has envuelto a Sebastián terminara más rápido de lo que piensas. Y eso de no quererme, pobre Brida tú aun no sabes nada.

—Jodete, Maldita loca.

Mascullo, sintiendo un remolino dentro de mí. Sin esperar a que responda a mi ofensa me alejo saliendo al living nuevamente, esta vez no demoro en encontrar a Marion.

—Marion de verdad lamento mucho no poder quedarme hasta que inicie la cena, pero no me siento muy bien. — informo con la voz floja. Ella está colocando dos bandejas nuevas de bocadillos en una de la pequeña mesa de aperitivos a un lado de la entrada al living—. Creo que ese chapuzón en la alberca esta tarde no me cayó muy bien -me lamento con nerviosismo-. ¿Has visto a Sebastián? Necesito las llaves de la casa.

Cuestiono, alzando la mirada en busca de él, mas no lo visualizo en ningún lado.

—Oh. ¿Necesitas algo, alguna pastilla, un té?

Se acerca a mí observándome con preocupación, su tono de voz no es fingida parece ser que si se ha preocupado.

—No te preocupes, Marion. Solo necesito encontrar a Sebastián. —argumento suave, para tranquilizarla.

—Él estaba en el living charlando con la hija de los señores Soltom, ven vamos a buscarlo. No es bueno que te marches sola a casa si te sientes mal.

Sin esperar respuesta de mi parte me lleva con ella halando de mi brazo saliendo del living aproximándose al pasillo y pasando de largo.

—Dijiste que en la cocina Marion. —cuestiona confundida.

-—Que cabeza la mía. —se regaña así misma, con dramatismo—. Él se marchó a la cocina, vamos.

No es un recorrido largo solos unos pasos hasta llegar a la cocina. Está ya la había visto antes, por lo que no me sorprende el hermoso arco de entrada, lo que de verdad me sorprende es el ver con quien está hablando Sebastián y lo cerca que esta de ella.

Antes de irrumpir logro escucharle replicar a él:

—¡Basta! Si la familia se pone al corriente, es nuestro problema… solo nuestro y nada más, Sophia. Y te voy a pedir que no te acerques a Brida, déjala en paz. Nuevamente pasa página…

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