Habían pasado ya muchas semanas en las clases prácticas del doctor Abrantes. Debo admitir que mis habilidades habían mejorado mucho. Irene, bueno, ella era… Irene. Mis compañeras seguían siendo reacias conmigo. No tenían ningún cambio de actitud hacia mí. Pero en un giro sorprendentemente incómodo, quien comenzó a portarse distinto conmigo fue el doctor Abrantes….
Manos Llenas – Segundas Intenciones
