Introducción

La conocí un día de invierno, corrí para alcanzar el autobús, pero este simplemente se me fue. Hacía demasiado frío, y mi cuerpo frágil debajo de todos los kilos de ropa no pudo correr a prisa, así que me lamenté y me senté para esperar el siguiente. Cuarenta y cinco minutos debía estar en medio de todas esas corrientes de aire que me acariciaban, se iban y volvían de nuevo para recordarme que aún seguían ahí para atormentarme. No sabía la temperatura, pero supuse que andaba alrededor de unos -10° C, más fría de lo normal en esa época del año.

Quise regresarme a casa, o meterme en algún rincón para no enfriarme tanto, pero la pereza no me dejó y fue algo que minutos después agradecí, pues ella llegó corriendo, no porque tuviera prisa, simplemente se veía que le gustaba correr. Su chamarra roja de pluma de ganso guardaba un cuerpo menudo, y su gorro tejido del mismo color apenas sostenía un pájaro en forma de cabellos que volaban libres por el aire.

En pleno invierno, ella parecía primavera.

—¡Qué bonito día! —dijo lanzando una carcajada, su risa quebró el hielo de todos los alrededores y aun con tanto frío, mi corazón sintió calor—. ¿No crees?

Miré discretamente hacia los lados pensando que le preguntaba a alguien más.

—Te digo a ti, chico-oso —dijo y se rio de nuevo.

—¿Yo soy el chico-oso? —pregunté llevando mi mano enguantada a mi pecho escondido dentro de tanto cobijo.

—Pues claro —contestó—, no hay nadie más aquí. Ahora dime, ¿te parece lindo el día?

Miré a mi alrededor: el ambiente era gris, los árboles se veían sin vida por todo el frío, pero al mismo tiempo el viento los movía de una manera espeluznante, las personas que pasaban iban muy tapadas y con la vista al suelo, los coches pasaban rápido y del mofle salía humo espeso. ¿De dónde veía ella que el día era lindo? No tenía nada de lindo, malditos -10° C y maldito autobús que no pasó dos minutos después… La miré a punto de decir que no, que el día me parecía pésimo, que iba a llegar tarde a la escuela y además congelado, pero vi su amplia sonrisa y su manera en que daba pequeños saltitos para quitarse el frío y mi boca me traicionó.

—El día está hermoso —dije y me pareció que entre mi boca y la suya había un mar de distancia.

Así la conocí, y a partir de ese momento nos volvimos inseparables. Nuestra relación duró diez años, pero solo fue una relación de amistad. Para mí, ella siempre fue inalcanzable, fue mi propia estrella fugaz.

¿Sabes de quién hablo, Park Hye In? ¿No? Hablo de ti. Esta historia es mi historia junto a ti y te la escribiré para que puedas leerla cuando creas que te estás perdiendo en ese agujero negro o cuando sientas que tu mente se ha cansado de navegar por entre todas las estrellas. Que no te sorprendan mis sentimientos aquí plasmados, siempre he sido un completo cursi, solo que nunca te mostré ese lado.

LEER SIGUIENTE CAPÍTULO

Una respuesta a «Introducción»

  1. […] LEE EL PRIMER CAPÍTULO […]

Deja un comentario

Loading


Una respuesta a «Introducción»

  1. […] LEE EL PRIMER CAPÍTULO […]

Deja un comentario

error: Contenido protegido
%d